Catalina Miranda es una joven deslumbrante que persigue con fervor sus sueños, a pesar de las adversidades que la rodean. Su familia no cuenta con grandes recursos económicos ni ocupa un alto estrato social, pero cada día luchan con valentía para salir adelante. Para Catalina, su madre y su hermana menor son el centro de su mundo; sueña con conseguir un buen trabajo que les brinde la vida digna que merecen, convirtiéndolas en verdaderas reinas.
Catalina es una soñadora incansable, siempre dispuesta a extender su mano a quienes la rodean. Sin embargo, su vida da un giro inesperado en una oscura noche. Al escuchar murmullos inquietantes provenientes de las afueras de su hogar, se siente atraída por la multitud de vecinos congregados. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, se acerca lentamente, solo para encontrarse con una escena desgarradora que cambiará su vida para siempre.
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Capítulo V ¿Gabriel?
Punto de vista de Catalina
Estaba en la soledad de la habitación que me habían designado, fui directo al baño, tenía que quitarme de encima el olor de esos hombres que quisieron llevarme a la fuerza, al entrar en contacto con el agua mis lágrimas empezaron a salir sin control, mi vida se había vuelto un infierno y para completar ese hombre se había obsesionado conmigo.
Llevaba mucho tiempo en el baño y ya no sentía mi cuerpo, como pude me levante del piso, seque mi cuerpo y salí envuelta en una toalla, había olvidado llevar algo para cambiarme y es que me daba miedo salir y encontrarme con alguna sorpresa y así fue.
"¿Qué hace aquí?", pregunté aterrorizada al encontrarme con ese desconocido en la habitación.
El sujeto me miraba de arriba abajo como si quisiera comerme, entre en pánico, el terror se calaba en lo más profundo de mis huesos. Caminó hacia mí con ojos de halcón, empezó a olerme, pero sin tocarme al llegar a mi cuello aparto con delicadeza el cabello que lo cubría. Mis piernas temblaban sentía que en cualquier momento caería al piso.
Se detuvo en lo que estaba haciendo, luego me alzó en sus brazos y me llevó hasta la cama dejándome con cuidado sobre ella.
"Te buscaré ropa para que te cambies", dijo apartándose de mí.
Camino hasta el closet para luego volver con lo que parecía un pijama, "ponte esto mientras que llamo al doctor".
"¿Al doctor?", pregunté confundida.
"Has pasado por mucho debes estar tan cansada que ni cuenta te das que estás enferma".
Estaba tan asustada, tan triste que no me di cuenta de que tenía fiebre. "Ponte el pijama", dijo más como una orden que como una petición.
Me quede mirándolo, es quería me cambiará, pero con él viéndome me daba miedo.
"¿Quieres que te ayude?", su voz estaba más ronca de lo normal y su mirada era como de deseo y eso me hacía sentir algo extraño.
"Yo puedo sola", como pude me senté en la cama tome el pijama, trate de levantarme para ir al baño, definitivamente no me cambiaría delante de él. Pero mis fuerzas ya no eran las mismas y casi caigo al suelo, me sostuvo entre sus brazos evitando mi inminente caída, nuestras miradas se encontraron y algo en mí me invito a besarle, no sabía que estaba pasando conmigo, pero este hombre me atraía.
Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo y cada caricia de él era como fuego avivándose dentro de mí. De repente se detuvo, quitó la toalla que cubría mi cuerpo, en ese momento volví en mí y me asuste luego lo vi tomar el pijama y me ayudo a ponérmelo "eres una traviesa y aunque muero de ganas de poseer tu cuerpo aún no es el momento tenemos cosas que aclarar", estaba muriendo de vergüenza, no sabía en qué momento había llegado a ser tan osada, él volvió a ayudarme a acostarme en la cama dejándome sola con mis pensamientos.
Tiempo después entró una mujer muy hermosa, ella me miraba de forma extraña "Te voy a revisar para ver que tienes", dijo sin saludar.
Tomo mi temperatura, os culto mis pulmones, reviso mis ojos e hizo todo lo que hacen los doctores, "eres apenas una niña ¿Qué edad tienes?", me pregunto confundida.
"Tengo veinte y no soy una niña", respondí con brusquedad.
"Ya veo porque le gustas tanto", respondió con frialdad. "Solo estás cansada y tu cuerpo reacciona a eso de esta manera, solo duerme y mañana estarás bien", sin decir ni siquiera su nombre salió de la habitación dejándome nuevamente sola, esta gente realmente está loca, cerré los ojos y me quedé dormida profundamente.
Al día siguiente los rayos del sol atravesaron los grandes ventanales, mire en su dirección y pude notar lo hermoso que estaba el cielo, la nostalgia se apoderó de mí, pues ya no vería más las mañanas como antes, entonces vinieron a mí los recuerdos.
Por
"Catalina deja de soñar despierta y entra que se te hace tarde para ir al trabajo", la voz de mi mamá resonó en el aire.
"Es que el amanecer es la parte más bonita del día, pues una nueva oportunidad de vida", dije con una sonrisa.
"Ahora mi niña es una poeta", respondió mi mamá dándome un abrazo. "Nuncacambies ese corazón tan bello que tienes, espero que algún día encuentres a alguien que te ame y que con su amor pueda hacer crecer aún más tu bondad".
"No, mamá. Por ahora solo quiero trabajar y salir adelante para darte una vida de reina y que este amanecer lo veamos desde un hermoso jardín lleno de rosas blancas, las rosas que a ti te gustan", dije con la esperanza de un futuro mejor.
Fin del recuerdo
No me di cuenta de que mis ojos estaban humedecidos por las lágrimas que de ellos brotaban, la voz de mi mamá resonaba en mi cabeza y por ella tenía que ser fuerte, tenía que vengar su muerte y si para eso tenía que vender mi alma, entonces lo haría.
"Buenos días", la voz de ese hombre me saco de mis pensamientos.
Seque mis lágrimas y voltee a verlo "Buenos días", respondí sin ánimos.
"En unos minutos servirán el desayuno y si te sientes bien me vas a acompañar", moría de rabia cada vez que me daba una orden, acaso no sabía lo que era decir por favor.
"Está bien amo", respondí rodando los ojos.
"No hagas esa expresión", dijo amenazante.
"Ahora resulta que no puedo ni controlar mis gestos", dije con ironía.
Lo vi acercarse a mí, rápidamente me puse de pie quedando a su lado, él era mucho más alto que yo, su cuerpo era el doble o triple que el mío no tenía ninguna oportunidad ante él, pero aun así me llenaba de valor para enfrentarlo.
"Cuando estemos en la intimidad me podrás llamar como quieras, pero ante los demás me llamaras Gabriel", la palabra intimidad me causo un frío que recorrió todo mi cuerpo, pero su nombre era tan hermoso como su rostro, al fin sabía como llamarlo. Al estar tan cerca pude sentir su aroma y una sensación extraña invadió cada célula de mi cuerpo.
"¿Gabriel?", pregunté de manera inconsciente.
"¿Realmente no sabes quién soy?", pregunto sorprendido.
"¿Por qué tendría que saberlo?", respondí con sinceridad.
Sin decir nada salió de mi habitación dejándome con la duda de quien era él, ese hombre iba a volverme loca con tanto suspenso.