En un mundo donde las jerarquías de alfas, omegas y betas determinan el destino de cada individuo, Hwan, un omega atrapado en un torbellino de enfermedad y sufrimiento, se enfrenta a la dura realidad de su existencia. Tras un diagnóstico devastador, su vida se convierte en una lucha constante por sobrevivir mientras su esposo, Sung-min, y su hija, Soo-min, enfrentan el dolor y la incertidumbre que su condición acarrea.
A medida que los años avanzan, Hwan cae en un profundo coma, dejando a su familia en un limbo de angustia. A pesar de los desafíos, Sung-min no se rinde, buscando incansablemente nuevas esperanzas y tratamientos en el extranjero. Sin embargo, la vida tiene planes oscuros, y la familia deberá enfrentar pérdidas irreparables que pondrán a prueba el amor que se tienen.
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Caos
Ecos de Decepciòn
El eco de las palabras del doctor resonaba en la mente de Ryu.
-Bipolaridad-
-Genético-
-Traumático-
Pero lo que realmente le dolía no eran los términos médicos, sino el silencio aplastante de sus padres. Ese silencio, esa falta de respuesta, fue más fuerte que cualquier diagnóstico.
Era una confesión tácita de que ellos sabían.
Sabían que su dolor, su tormento, su enfermedad… eran el resultado de su indiferencia, sus constantes golpes, todo era resultado de su negligencia.
Ryu, aún débil y desorientado, buscó los ojos de sus padres.
Pero no encontró en ellos ni rastro de arrepentimiento, ni vestigio de amor.
Solo vio dos personas que lo habían condenado al olvido, que se negaban a reconocer que eran responsables de su sufrimiento.
—¿Por qué no dicen nada? —preguntó en un susurro apenas audible, con la voz rota por el llanto contenido.
Sus padres permanecieron impasibles, inmóviles, como si la simple pregunta fuera una molestia.
El doctor, incómodo ante la tensión, se excusó y salió de la habitación, dejando a Ryu solo con ellos.
El niño esperaba, en lo más profundo de su corazón, que le ofrecieran algún consuelo, alguna explicación que calmara el caos en su mente.
Pero lo único que recibió fue el frío desprecio de su madre, un omega, sin empatìa, finalmente habló.
—Esto es lo que has traído a nuestras vidas, Ryu —dijo en un tono lleno de veneno, sin mirarlo directamente—. No solo eres un omega, sino también… esto.
Su padre, un imponente Alfa.
Por su parte, se levantó lentamente, sin dignarse a dirigirle una palabra. Caminó hacia la puerta, y antes de salir, añadió con voz seca:
—Te llevaremos a más médicos, pero que esto no vuelva a ser un problema.
No podemos permitir que avergüences más a la familia.
Las palabras de sus padres fueron como dagas que se clavaron profundamente en su corazón, el encierro, los golpes recibidos no eran nada semejante a lo que habia sentido y escuchado.
-No había compasión-
-No había amor-
-Solo vergüenza y repulsión-
Ryu sintió un nudo en la garganta, pero no dejó que las lágrimas fluyeran.
No frente a ellos.
No les daría el placer de verlo derrumbarse.
Se quedó allí, inmóvil, con las manos temblando y el pecho oprimido, mientras sus padres abandonaban la habitación sin una sola mirada atrás.
La puerta se cerró con un sonido seco, y con ella, Ryu se quedó solo, atrapado en una jaula invisible de dolor y rabia.
Regreso voluntariamente a mi jaula, a la cual llamo habitacion, mientras mi mente se inunda de pensamientos intrusivos pensando para mi mismo:
Cuando te lastiman por primera vez, todo se detiene.
El mundo pierde su color y se vuelve gris.
Nada tiene sentido.
Todo duele.
Mi corazón late tan rápido que siento que va a explotar.
Las lágrimas caen sin parar, como un río que no puedo controlar.
Los pensamientos oscuros llenan mi mente, susurran, gritan, me persiguen.
Me asfixian, me empujan al vacío, y me desvanesco en esa oscuridad.
Es un dolor que no se ve, pero lo siento en cada respiro, en cada latido.
Mientras hàbito una jaula sin llave, pero de la cual no puedo escapar.....
me encanta la escritura....