Diana es una mujer de personalidad tranquila y muy trabajadora, pero es alguien solitaria, tiene muchas deficiencias. Hasta que tuvo un accidente.
Su esposo es el protagonista principal de su libro favorito, y ella ¡Es la villana que muere sola al final! Pero, espera ¡Este marido es tan lindo que quiere quedárselo!
¡Qué se pierda la protagonista principal, este esposo solo puede pertenecerle a ella!
No importa si todos la odian, el protagonista masculino nunca lo hará. Pero entre cambios tan inmensos ¿Qué tan fácil es saber sí su amor por él es sincero?
¡Es tan complicado!
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Llevarse bien.
Diana se alegró en su interior y fue al baño a cambiarse con la ropa que venía en las cajas enviadas por su esposo. Para su sorpresa, todo era de su talla.
-Parece que conoce muy bien las tallas de su esposa. Incluso la talla de la copa del brasier.- Los labios de Diana se crisparon, se miró detenidamente en el espejo.
Diego había enviado un vestido púrpura de gasa con mangas cortas que cubrían los hombros y gran parte de la clavícula, dejando solo visibilidad del cuello.
Este caía hasta sus rodillas y no se ajustaba a su cuerpo en lo más mínimo, pero sí moldeaba parte de sus pechos y trasero, los cuales, eran los más pronunciados de su cuerpo.
Diana se sintió satisfecha con el vestido, pues no era vulgar.
Se colocó un par de zapatillas de plataforma de color lila que combinaban perfectamente con el vestido. Luego peinó su cabello, dejándolo caer suelo con simpleza detrás de su espalda, ya que la cabeza aún le dolía.
Atarlo solo haría que le doliera más.
Cuando estuvo completamente lista, salió del baño, encontrándose con el mayordomo Qiao de pie al lado de la puerta.
Ella tomó sus pocas pertenencias en la sala y salió del hospital mientras seguía al hombre de mediana edad en silencio, con la cabeza baja. No estaba familiarizada con su entorno en lo más mínimo.
Aunque la novela tenía excelentes descripciones de los entornos, no era lo mismo verlo en persona, por lo tanto, se confundía un poco. Al leerlo, solo podía imaginarlo, pero al verlo, todo cambiaba.
El mayordomo la llevo hasta el coche y como todo un caballero abrió la puerta para ella, cuando subió, la cerró y luego fue al asiento del conductor.
En lo que el coche avanzaba, Diana comenzó a recolectar información de su ahora esposo, según la descripción de su personaje, es un hombre indiferente con una personalidad fría.
Según el retrato creado por el autor sobre él, es extremadamente atractivo, su figura es alta y algo corpulenta, tan solo que con un detalle, no podía caminar.
"En este curso de la historia, él debería estar recibiendo rehabilitación en sus piernas..." Los pensamientos de Diana giraron en entorno a esto, de hecho, no le importaba que su esposo no pudiese caminar, no veía ningún problema en ello.
Es solo que la protagonista secundaria despreciaba a su esposo por ese mismo detalle, porque según ella, él no podría complacerla ni física ni emocionalmente, como todo hombre normal podría hacer.
Por ejemplo, tomarla de la mano y llevarla de compras sin ser muy notables o ir a pasear en bote sin tener que llevar una silla de ruedas todo el tiempo. Para ella todo eso resultaba molesto y problemático.
Diana cerró los ojos, pensando detenidamente en ello, en la novela, él logró caminar luego de varios años, pero la protagonista principal tenía mucho que ver en ello.
-¿Tengo que dejar que todo siga su curso o cambiarlo?- Las dudas se hicieron presentes en los ojos de la joven, no sabía que hacer, solo tenía que llevarse bien con el protagonista pues su final tenía mucho que ver con él.
La Finca Shang estaba ubicada en los suburbios más caros de la ciudad Y, y de hecho, era la única finca disponible, ya que la Familia Shang había comprado todas las tierras.
Extrañamente, tenían grandes establos, incontable ganado y varias granjas con plantaciones ¿Porqué? Quién sabe, talvez porque no tenían como gastar su dinero.
-Joven Señora, hemos llegado.- La voz del mayordomo sacó a Diana de sus pensamientos, ella volvió su cabeza hacia la ventana, viendo una gigantesca Mansión delante de ella.
Esta aún tenía un diseño occidental bastante antiguo y todo era de un solo piso, pero... la anchura de la Mansión era inmensa.
Cuando abrió las puertas, se encontró con la gran sala para invitados, la cuál, era el triple del tamaño de su casa en el mundo real.
Diana estaba por gritar cuando vio a una figura en silla de ruedas aparecer en la puerta lateral de la sala, detrás de él, un hombre de mediana edad caminaba a paso lento con las manos en la espalda.
Este era el doctor privado de la familia, Marcio Su.
Los ojos de Diana cayeron directamente sobre el hombre en silla de ruedas, comprobando finalmente que la descripción no estaba equivocada, su esposo es súper guapo, de hecho, el hombre más guapo que alguna vez haya visto.
Incluso por encima de esos actores A-Lister en su vida pasada.
Con ojos fríos y ligeramente elevados, como los ojos de un zorro astuto, sus cejas gruesas tienen forma de espada y sus pestañas son tan largas como alas de mariposa.
Sus labios delgados y de un color rosado natural son atractivos y antojables a la vista, con barbilla puntiaguda y rasgos bien definidos, un rostro creado por los dioses.
Cómo si sintiese la mirada de la joven, el hombre volvió sus ojos fríos hacia ella, encontrándose con los ojos marrones de su esposa.
Diana frunció un poco el ceño al sentir un feo escalofrío recorrer todo su cuerpo a causa de la mirada del hombre, aún así, lado la cabeza y continuó mirándolo con descaro.
Al final, fue Diego el que apartó la mirada de ella, pues se sentía algo incómodo bajo la mirada de la chica por alguna razón.
-Esposo...- La voz tranquila de la chica sonó, haciendo que el joven volviese su mirada hacia ella una vez más, mirándola con ojos fríos y rostro inexpresivo.
-¿Podemos hablar?- Pregunto Diana con seriedad, mirándolo con gran calma.
El hombre simplemente asintió con la cabeza, rodando su silla de ruedas hacia una dirección en específico.
Ni siquiera me importó si Diana lo seguía o no.
Marcio hizo una reverencia hacia Diego, no fue hasta que este asintió que finalmente camino hacia la puerta. Al llegar delante de Diana, hizo una reverencia hacia ella y luego salió sin esperar a que ella dijese algo.
Era más bien como si le tuviese miedo.