Roselin sufrió a causa de su primer amor, por una infidelidad por parte de su pareja decide separarse de forma inmediata, sin embargo, su corazón roto no dejaba de doler, por esto decide ir a un bar y beber un poco. A causa del alcohol Roselin termina pasando la noche con un desconocido que resulta ser un atractivo CEO, está intenta ignorarlo, pero ¿Podrá resistirse a los encantos de aquel hombre tan encantador y directo?
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El inicio de un día de trabajo
El sol brillaba con tal fuerza que Roselin sabía que iba a ser un buen día, sin embargo, los anteriores fueron realmente horribles sin importar que al principio fuesen bonitos y alegres.
Roselin terminó de arreglarse y como ya era costumbre, tomó una taza de café y tuvo que salir a desayunar, al salir, recordó que su auto estaba en casa de Sebastián, cuando le escribió este le dijo que no se preocupara.
Obviamente, ella se preocupó, pero en cuestión de minutos un hombre con un traje muy elegante se bajó de su auto y le entregó las llaves, antes de que Roselin pudiera hablar aquel hombre se fue.
Cuando Roselin llegó a un pequeño restaurante y decidió pedir algo ligero para desayunar, al cabo de unos minutos estuvo su orden y comenzó a comer, al ver su reloj ya le quedaba poco tiempo, comió rápido y se encaminó a la empresa.
Al llegar a la empresa soltó un pequeño suspiro y entró, no sabía que pasaría en su estadía en aquella empresa, además de que su vida en esos momentos era todo menos tranquila. Al entrar fue recibida por una recepcionista muy amable la cual la ayudo a llegar a la oficina de Sebastián.
—Buenos días, Bienvenida.
Roselin no tenía mucho que decir por lo que se limitó a responder con un «Buenos días» y se acercó a Sebastián, mientras camina al escritorio de este no pudo evitar mirar un poco la oficina. El lugar tenía un toque lúgubre y oscuro, sin embargo, también daba un pequeño toque moderno y elegante, con una decoración así era difícil decir lo que realmente entraba en los gustos de aquel hombre.
—¿Qué debo hacer?
Aunque la pregunta fue clara, hubo un pequeño silencio entre ambos, sin embargo, las miradas seguían fijas el uno en el otro, una corriente eléctrica recorrió la mente de Roselin, era increíble como se sentía con solo mirar un poco a aquel ser. Aquel hombre también se sintió cautivado a través de la mirada de Roselin, pero no era momento para dejarse llevar, debía demostrar que era un momento serio.
—Revisa los documentos que dejé en tu escritorio, también dejé una tablet, úsala para revisar mi agenda y tus pendientes.
—Sí, señor.
—No tienes que decirme señor, ya nos conocemos.
—Usted es mi jefe.
Tras decir eso, hubo otro pequeño silencio, Sebastián sabía que Roselin tenía razón, por eso decidió no insistir más en el tema.
—Entonces es todo, puedes ir a trabajar tranquilamente, por cierto, a las tres traerán a Santiago, quiere jugar contigo, puedes irte cuando él venga.
—Sí.
Era extraño el trabajo que tenía que tomar Roselin, para Sebastián era más importante que ella pasara tiempo con su hijo, Roselin no sabía la razón de tal situación, ni siquiera sabía como llegó a tal punto.
Las horas pasaban con tranquilidad y las personas alrededor de Roselin más que agradables eran centradas, solo hablaban de trabajo e iban y venían de un lado a otro con documentos. Roselin pudo rectificar que esta empresa era mucho más exigente que la de su anterior jefe, pero aun as, Roselin sintió que su trabajo fue poco, en realidad sintió que las horas pasaban de forma ligera.
Roselin tampoco notó la hora del almuerzo, marcaban casi las doce y trece cuando Sebastián salió de su oficina y se paró frente al escritorio de Roselin.
—¿Acaso no tienes hambre?.
En realidad Roselin no tenía mucha hambre, pero ya era normal en ella atrasar sus horarios de comida o comer de forma irregular, no lo hacía siempre, pero si de vez en cuando.
—No mucha.
—Está mal que saltes tus comidas, acompáñame, voy a ir a un restaurante cercano y la comida es muy buena.
—No es necesario señor, comeré después.
—No aceptaré un no por respuesta, toma tus cosas y vamos, también puedes dejar tus cosas aquí o en mi oficina.
Roselin quería negarse, pero sabía que Sebastián estaba siendo serio, además de su tono de voz su rostro serio demostraba que realmente detestaba que le llevarán la contraria, pero Roselin odiaba ser obligada a hacer las cosas.
—No creo que sea adecuado salir a comer con mi jefe en mi primer día.
Era la primera vez que una mujer además de su madre le hablaba de tal forma a Sebastián, debía elogiar la determinación de Roselin, pero no le gustaba que le llevarán la contraria.
—Nos conocemos más allá de jefe y empleada, aunque solo intentaba ser amable, no era mentira lo de la buena comida.
—Está bien, pero usted invita.
—Claro.