En un reino lejano y mágico llamado Lumaria, vive una valiente princesa llamada Isabella, que siente una conexión especial con la naturaleza y las criaturas mágicas que habitan el bosque encantado que rodea su castillo. Un día, mientras explora el bosque, se encuentra con Luna, un hada madrina que le revela que ha sido elegida para una misión crucial: salvar al reino de la oscuridad que amenaza con consumirlo.
Con determinación, Isabella acepta el desafío y se embarca en una aventura llena de peligros y maravillas. A lo largo de su viaje, se encuentra con seres mágicos como duendes traviesos, unicornios majestuosos y dragones. Además, conoce a Alejandro, un joven mago que se convierte en su leal compañero de viaje. Juntos, enfrentan la malvada bruja Morgana, quien ha sumido a Lumaria en la oscuridad con sus hechizos malignos.
NovelToon tiene autorización de Rosario z para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 5: La Celebración de la Luz
Al regresar al castillo, la atmósfera era de júbilo. Los habitantes de Lumaria se habían reunido en el patio, esperando ansiosos noticias sobre las princesas y su lucha contra Morgana. Las banderas ondeaban al viento, y el aroma de festines llenaba el aire.
—¡Isabella! ¡Clara! —gritaron las voces de los aldeanos, mientras las chicas cruzaban las puertas del castillo—. ¡Están de vuelta!
—¡Viva la princesa! —gritó un joven, levantando su espada en señal de celebración.
Isabella sonrió, sintiendo el calor de la alegría que la rodeaba. Clara, a su lado, también sonreía, sintiéndose abrumada por el amor de su pueblo.
—¡Lo logramos! —exclamó Isabella, levantando el Corazón de la Magia—. ¡Hemos derrotado a Morgana y restaurado la luz en Lumaria!
Los vítores se intensificaron, y la multitud comenzó a aplaudir y a cantar. La reina, madre de Isabella, apareció entre la multitud, con lágrimas de felicidad en sus ojos.
—¡Mis queridas hijas! —dijo, corriendo hacia ellas y abrazándolas con fuerza—. ¡No puedo creer que estén a salvo!
—Madre, lo logramos. ¡El Corazón de la Magia está con nosotros! —dijo Clara, sintiendo que el amor de su madre las envolvía.
—Estoy tan orgullosa de ustedes —respondió la reina, mirando a ambas con admiración—. Su valentía ha salvado a nuestro reino.
El rey se acercó, su expresión llena de orgullo.
—Hoy celebramos no solo su regreso, sino también la restauración de la luz en Lumaria. ¡Preparémonos para una gran fiesta en su honor! —anunció, su voz resonando con autoridad.
La multitud vitoreó y comenzó a moverse hacia el gran salón del castillo, donde se habían preparado mesas repletas de manjares. Isabella y Clara intercambiaron miradas emocionadas.
—¿Puedes creer que estamos de vuelta? —preguntó Clara, mientras caminaban hacia el salón.
—Es increíble. Todo lo que hemos pasado... y ahora estamos aquí, con nuestro pueblo —respondió Isabella, sintiendo que el Corazón de la Magia aún brillaba en su mano.
Al entrar al gran salón, la luz de las velas iluminaba el espacio, y la música resonaba en el aire. Los nobles y aldeanos estaban sentados en largas mesas, disfrutando de la comida y la compañía.
—¡Aquí vienen las heroínas de Lumaria! —gritó el maestro de ceremonias, levantando su copa—. ¡Brindemos por su valentía y por la luz que han traído de vuelta a nuestro reino!
Todos levantaron sus copas, vitoreando a Isabella y Clara.
—¡Por las princesas! —gritaron al unísono.
Isabella sintió una oleada de felicidad. Era un momento de celebración, y todo el reino estaba unido en alegría.
—Vamos a sentarnos —sugirió Clara, mirando las mesas repletas de comida—. ¡Tengo hambre!
Se acomodaron en una mesa cercana, donde les sirvieron platos llenos de frutas, panes recién horneados y carnes asadas. Isabella miró a su alrededor, disfrutando de la atmósfera cálida y festiva.
—No puedo creer que todo esto sea real —dijo Clara, mientras llenaba su plato—. Me siento como si estuviera en un sueño.
—Es real, y lo hemos merecido. Todo el esfuerzo valió la pena —respondió Isabella, sirviéndose un poco de todo.
Mientras comían, los aldeanos comenzaron a contar historias sobre las hazañas de las princesas. Isabella escuchó a un anciano narrar cómo habían enfrentado a Morgana y cómo la luz había regresado al bosque.
—Me alegra ver que nuestros héroes están de vuelta —dijo el anciano, sonriendo—. La luz siempre prevalecerá en Lumaria.
Isabella sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de orgullo. Después de la cena, la música comenzó a sonar más fuerte, y la gente se levantó para bailar.
—¡Vamos a bailar, Isabella! —exclamó Clara, levantándose de su asiento—. ¡Esta es nuestra celebración!
Isabella rió y se unió a Clara en la pista de baile, donde los aldeanos se movían al ritmo de la música. La alegría era contagiosa, y pronto ambas estaban riendo y girando en medio de la pista.
—¡Esto es increíble! —gritó Clara, mientras danzaban.
—¡Sí! ¡Nunca había estado tan feliz! —respondió Isabella, sintiéndose libre y llena de energía.
A medida que la noche avanzaba, la música y la risa llenaban el aire. Isabella observó a su alrededor, viendo cómo todos disfrutaban del momento. De repente, sintió una mano en su hombro.
—Princesa Isabella —dijo un joven guerrero, acercándose a ella—. ¿Puedo invitarte a bailar?
Isabella se giró y sonrió, asintiendo.
—Claro, me encantaría —respondió, sintiendo una chispa de emoción.
El guerrero la llevó a la pista de baile, y comenzaron a moverse juntos al ritmo de la música. Isabella se sintió ligera y feliz, disfrutando del momento. Clara bailaba cerca, riendo y disfrutando de su propia compañía.
—Eres una gran bailarina, princesa —dijo el guerrero, sonriendo—. Me alegra que hayas regresado sana y salva.
—Gracias. Me alegra estar aquí —respondió Isabella, sintiendo que la conexión entre ellos crecía.
Después de un rato, el guerrero se inclinó un poco.
—¿Te gustaría dar un paseo por el jardín? La luna está hermosa esta noche —sugirió.
Isabella miró hacia el jardín, que estaba iluminado por la luz de la luna. Sin pensarlo dos veces, asintió.
—Sí, me encantaría —respondió, sintiendo que su corazón latía con emoción.
El guerrero la llevó hacia el jardín, donde las flores brillaban bajo la luz de la luna. El aire era fresco y fragante, y el sonido del agua fluyendo en la fuente cercana era relajante.
—Es un lugar hermoso —dijo Isabella, admirando las flores que decoraban el jardín.
—Sí, pero no es tan hermoso como tú —respondió el guerrero, sonriendo con timidez.
Isabella se sonrojó, sintiendo una mezcla de sorpresa y alegría.
—Gracias, eso es muy amable de tu parte —dijo, sintiendo que la conexión entre ellos se profundizaba.
Mientras caminaban, comenzaron a hablar de sus experiencias en el bosque y de las aventuras que habían enfrentado.
—No puedo creer que hayas derrotado a Morgana. Debes ser muy valiente —dijo el guerrero, mirándola con admiración.
—No lo hice sola. Clara y yo trabajamos juntas, y eso fue lo que nos dio fuerza —respondió Isabella, sintiendo que su vínculo con Clara era más fuerte que nunca.
—La amistad es una de las cosas más poderosas que existen —dijo el guerrero, asintiendo—. Estoy seguro de que Lumaria siempre será fuerte mientras tengan esa conexión.
Isabella sonrió, sintiendo que la conversación fluía naturalmente.
—Sí, y cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, ya sea en la batalla o en la celebración —dijo, mirando hacia el castillo iluminado.
De repente, un grupo de aldeanos se acercó, interrumpiendo su conversación.
—¡Princesa! ¡Ven a bailar con nosotros! —gritaron, riendo y disfrutando de la fiesta.
Isabella miró al guerrero y luego a los aldeanos, sintiendo una oleada de alegría.
—¡Vamos! —dijo, tomando la mano del guerrero y llevándolo de regreso a la pista de baile.
Juntos, se unieron a la multitud, riendo y disfrutando de la música. El ambiente era festivo, y la energía era contagiosa. Isabella sintió que su corazón se llenaba de felicidad al ver a su pueblo disfrutar de la celebración.
A medida que la noche avanzaba, la música se volvía más animada, y los aldeanos comenzaron a formar un círculo alrededor de Isabella y Clara. Las chicas se miraron, sintiendo que la alegría era abrumadora.
—¡Vamos a mostrarles nuestros mejores pasos! —gritó Clara, llena de energía.
Ambas comenzaron a bailar, moviéndose al ritmo de la música, mientras los aldeanos aplaudían y vitoreaban. Isabella sintió que la felicidad la envolvía, y por un momento, todo parecía perfecto.
De repente, el rey se acercó al centro del círculo, levantando su copa.
—¡Lumaria! —gritó, y todos se detuvieron para escuchar—. Esta noche celebramos no solo la victoria sobre la oscuridad, sino también la unión de nuestro reino. ¡Brindemos por nuestras princesas y por la luz que han traído de vuelta!
Todos levantaron sus copas, vitoreando y gritando en señal de apoyo.
—¡Por las princesas! ¡Por Lumaria! —gritaron al unísono.
El rey sonrió y, al ver la alegría en los rostros de su pueblo, sintió que su corazón se llenaba de orgullo. Isabella y Clara se miraron, sintiendo el amor y la unidad que las rodeaba.
Mientras la fiesta continuaba, Isabella se dio cuenta de que había aprendido una valiosa lección sobre la amistad, la valentía y la luz. Sabía que siempre habría desafíos en el camino, pero con el apoyo de su familia y su pueblo, estaban listas para enfrentarlos.
La música seguía sonando, y las risas llenaban el aire. Isabella sintió que, aunque la noche estaba llegando a su fin, el viaje apenas comenzaba. Con el Corazón de la Magia en su poder y el amor de su pueblo, estaba lista para cualquier aventura que el futuro les deparara.