Volvi de la muerte, solo para vengarme de los que me lastimaron, tuve que cambiar y volverme fuerte para no sucumbir ante el amor, ese amor que nunca fue y nunca será, mi único objetivo es recuperar lo que un día fue mío.
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Capitulo V El accidente
Emir salió de la tienda algo molesto y no se fijó por donde caminaba tropezando con otra persona, para que la mujer con la que tropezó no cayera al piso, Emir la tomo de la cintura y la atrajo hasta él quedando frente a frente y con sus miradas entrelazadas.
— Puede por favor soltarme?. — dijo Diana fríamente.
— Lo siento señora Sandoval no fue mi intención tropezar con usted. — respondió Emir soltando su agarre sobre ella.
Diana se acomodó su vestido y miro a Emir con desdén.
— Debería tener más cuidado y ver por dónde camina, podría lastimar a alguien. — dijo Diana molesta.
Cuando Emir le fue a contestar, una dulce voz llegó a sus oídos, el volteo a ver de quién se trataba y ahí estaba, una pequeña de unos seis años con la carita más tierna que había visto y esos ojos azules que tanto le recordaban a Ana.
— Mami el tío Alejandro no me quiere comprar un helado. — dijo la niña haciendo pucheros y caminando hacia Diana.
— Pequeña ya has comido muchos dulces por hoy, mejor dile al tío Alejandro que te compre otra cosa. — respondió Diana dulcemente a su hija.
Emir quedó sorprendido al ver que esa pequeña era hija de la fría Diana, pero más le sorprendió al ver cómo aquella fría mujer cambiaba su expresión y tono de voz frente a la niña, al parecer está pequeña sacaba algo bueno de esa mujer.
— Mami, quién es ese señor?. — pregunto la niña dulcemente.
— Solo una persona que no se fija por dónde camina, ven mejor vayamos a regañar al tío por dejarte andar sola en el centro comercial. — contesto Diana ignorando a Emir y siguiendo su camino.
Emir se quedó ahí parado viendo cómo Diana se alejaba con su pequeña hija, hasta que llegaron con el abogado, al parecer esos dos eran más que abogado y cliente, Emir siguió su camino, pero ahora más molesto ni él sabía por qué esa mujer lo inquietaba tanto.
— Tenemos que hablar. — dijo Diana a Alejandro quien se veía molesto.
— Ya veo de quién tenemos que hablar!. — respondió Alejandro mirando en dirección a Emir.
Diana no quería que su hija Abigail viera la mala actitud de Alejandro, así que terminó su día de diversión y volvieron a casa, Abi se había quedado dormida en el camino, Diana al ver a su pequeña tan dulcemente dormida la llegó en brazos hasta su habitación acostando a la pequeña en su cama, unos minutos después fue a la sala a hablar con Alejandro, quien tenía una mala actitud.
— Y bien qué hacías hablando con ese hombre?. — pregunto Alejandro apenas vio a Diana entrar en la sala.
— Primero baja el tono de voz, no permito que ni tú ni nadie me hable así y segundo solo fue una casualidad, ni que lo hubiera citado en ese lugar. — Diana estaba realmente molesta, a pesar de estar en una relación con Alejandro ella no sentía esa conexión que en su momento sintió por el amor de su vida.
— Siempre tan arrogante, sabes que mejor me voy, simplemente te hice una pregunta no era para que actuaras así. — respondió Alejandro agarrando sus cosas y saliendo de casa de Diana.
Diana estaba estresada por tantos problemas, a ella le parecía ridícula la manera tan exagerada de actuar de Alejandro, no entendía que pasaba con ese hombre, últimamente andaba muy posesivo, y no quiso darle más importancia al asunto y se fue a descansar, ese día había sido bastante fuerte así que se fue a descansar.
POV
— Qué tienes hija?. — pregunto Aída preocupada.
— No es nada mamá solo estoy cansada. — respondió Ana contenido las lágrimas.
— Sabes que no me puedes engañar, dime qué es lo que tienes. — insistió Aída.
Ana no tuvo otra opción que contarle todo a su mamá, Aída estaba muy molesta por lo que estaba escuchando, así que decidió llamar a Ernesto desde el avión.
— Tu hijo lastimó a mi hija, jugó con sus sentimientos, esto no se puede quedar así. — grito Aída furiosa.
— Mi hijo no tiene la culpa de que tu hija sea una regalada, ella solita se le ofreció. — respondió Ernesto mostrando su verdadero rostro.
— Eso quiere decir que ya sabías de esto?. — pregunto Aída conmocionada.
— Si yo lo sabía y sabes algo más, despídete de tú querida hija, ya que no la volverás a ver nunca más y bueno ella a ti tampoco. — se burló Ernesto riendo.
Ernesto colgó la llamada dejando a Aída confundida, de que estaba hablando este hombre, como que no vería nunca más Ana, se preguntó Aída, regresando a su puesto, cuando de repente se escuchó una fuerte detonación y el avión empezó a caer, madre e hija se abrazaron fuertemente y en un susurro Aída le dijo a Ana que el culpable era Ernesto.
Ana quedó impactada ante aquella revelación, el avión finalmente se estrelló contra el agua, Aída y Ana perdieron el conocimiento y ya no supieron nada más la una de la otra.
Varios días después Ana despertó en la sala de un hospital, estaba toda adolorida, no podía mover un solo músculo.
— Ana!, no te muevas voy a llamar al doctor. — dijo un hombre extraño que ella no conocía.
El desconocido salió de la habitación dejando a Ana sola por unos segundos, un momento después regresó con un doctor.
— Bien, estamos muy felices de que hayas despertado, ahora te voy a hacer algunos estudios para saber si todo va bien. — explico el doctor.
— Dónde está mi mamá?. — pregunto Ana en un hilo de voz.
— Lo siento Ana, no la encontramos. — contesto el desconocido.
Ana empezó a llorar, su mamá ya no estaba ahora que sería de su vida.
— Debes calmarte, no le haces bien a tu bebé si sigues llorando así. — explico el doctor.
Ana quedó en shock, ella no sabía que estaba embarazada, pensó que lo más seguro es que fuera un error.
— Tu bebé es un milagro, después de semejante accidente pudo sobrevivir. — comento el doctor.
— Así es Ana, estás embarazada, no tienes mucho tiempo así que por eso debió sobrevivir tu bebé — explico el desconocido.
— Embarazada!, y sola. — comento Ana con tristeza al recordar a su mamá.
— No estás sola, yo te voy a ayudar. — intervino el desconocido.
Ana estaba triste por todo lo ocurrido, lo único que la reconfortaba era saber que tendría un hijo.