Bruna es una mujer luchadora que enfrenta un dilema: invertir en su carrera sin descuidar a su hija Melissa, y vive el gran desafío de ser madre soltera.
Daniel Colatto, heredero de la mayor constructora del país, reacio a los niños y al matrimonio, ve su vida marcada al conocer a una persona que cambia sus convicciones y su destino...
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Capítulo 19
Bruna:
Cada segundo que pasaba amaba más a ese hombre, él no solo me conquistó por amarme sino por lo que está haciendo por Melissa, ya no lo reconozco, a cada segundo una novedad, ahora dijo que somos una familia
— ¿Familia papá?
— Sí princesa, tú, yo y mamá somos una familia
— No papá, aún falta un abuelito y una abuelita, yo ya tengo pero mamá aún no puede llevarme a conocerlos
— ¡Ah!, sí, tú tienes un abuelo y una abuela, yo te llevaré a conocerlos el fin de semana y también hay una tía pija, y el otro fin de semana vamos a conocer a esos que mamá no puede llevarte a ver todavía
— Gracias papá, eres el mejor papá del mundo.
Ella lo abraza y le da un beso en la mejilla
— Iii hija mira quién está llorando otra vez, ya sabes qué hacer
— Ay no, otra vez no.
Me hacen cosquillas otra vez
— Listo hija, ¿ya estás mejor?, ahora vamos conociendo algunas escuelas para ver cuál te gusta más
— ¿Es en serio?
— ¿Quieres que ella pase por todo lo que pasó otra vez?
— No es eso, es que estás siendo muy intenso y rápido
— Nada es demasiado rápido cuando se trata del bien de nuestra hija y aún hay más, vamos a buscar un abogado para poner mi nombre en su certificado de nacimiento, quiero que se llame Melissa Almeida Colatto, y más adelante tú también tendrás mi apellido, no quiero que en el acta esté escrito padre desconocido, tú no eres cualquier mujer
— Te amo, ¿lo sabías?
— Lo sabía, pero siempre es bueno escucharlo de nuevo
— Te amo, te amo.
Repetí dándole varios besos mientras Mel cerraba los ojos con las manos, y así fuimos a 5 escuelas hasta que Melissa eligió la que más le gustó.
— Hija, me voy a casa y tú te quedarás con Daniel hoy hasta que te busque
— No es Daniel mamá, es papá
— Es verdad, cuando te refieras a mí para ella soy el papá y nada más, soy amor, lindo, príncipe.
— ¡Ah!, está bien entonces, un beso princesa, compórtate en casa de tu papá.
— Lo haré mami, vamos a ver la película de Ana la 2 ¿Puedes creer que aún no la ha visto?
— Lo creo, un beso mi amor, hasta luego.
— Beso amor, prepárate que dormirás en casa otra vez, estoy segura de que Mel no va a extrañar la casa y tú podrás dormir en nuestra cama.
Incluso pensé "guau", pero sería como quejarme al viento ya que a él no le importan mis quejas, los dos hacen lo que quieren, soy voto vencido.
Llego a casa y le cuento todo a Carol, que se pone eufórica.
— No puedo creerlo, lo que un té bien dado no le hace a un hombre, de arrogante se ha vuelto el más meloso.
— Agradécele a Mel, ella fue quien derritió el corazón de hielo de Daniel Colatto.
— Estoy tan feliz, pero no por mí sino por ti, te mereces toda la felicidad.
Nos abrazamos y fui a arreglarme para la reunión que no duró tanto y cuando llego a su apartamento me emociono de nuevo, me había dado una copia de la llave y cuando entré estaban los dos abrazados viendo la princesa Sofía y debatiendo la historia.
— Para ser tú papá solo faltan los hermanitos gemelos.
— ¡Ah!, no señorita, con que estés tú ya es suficiente, apenas te conozco y tengo mucho que disfrutar, pero dentro de un tiempo quién sabe, tengo que hacer muchas cosas antes de pensar en agrandar la familia, apenas he arreglado tu habitación ya la aprovechaste, aquí no caben más personas, tendría que mudarme de casa.
— Un castillo.
— ¿Quieres un castillo?
— Quiero.
— Entonces los dos vamos a dibujar un castillo que será nuestra futura casa.
— No exageres mi amor, se va a volver una niña muy consentida.
Se asustan con mi presencia.
—Pero yo quiero mimar a mi hija y darle todo lo que no ha podido tener hasta hoy.
— Y tú ya le has dado lo que más quería, el amor de un padre, y eso vale más que cualquier otra cosa.
— Vamos a vivir juntos y tenemos que tener una casa más grande y va a ser el castillo de mi princesita.
Me uní a ella en el sofá y nos quedamos viendo la película hasta que se quedó dormida y cuando llegamos a la habitación que él diseñó para ella...
— Creo que ya no me quedan lágrimas para llorar.
— Todo lo que hago es para la felicidad de ustedes, ustedes dos me hicieron descubrir el amor y todavía no sé cómo manejarlo.
— Lo estás haciendo muy bien....