Cuando Sophie Dubois, una joven de 25 años con dependencia emocional, comienza a sospechar la infidelidad de su esposo, Ricardo Conti, su mundo se desmorona. Sophie hace de todo por mantener su matrimonio, preparando cenas a las que su esposo no llega. En vez de eso, él se dedica a recalcar que Sophie ha desmejorado su aspecto.
Decidida a salvar su matrimonio, Sophie acude a una terapia de pareja aconsejada por su mejor amiga. Sin embargo, el terapeuta que la recibe no es quien dice ser.
Lorenzo Moretti, un mujeriego y adinerado empresario de 30 años adicto al trabajo, se hace pasar por su hermano, el terapeuta, cuando este no llega. Desde el momento en que ve a Sophie, él se siente atraído por ella.
A través de las falsas terapias, él intenta que Sophie aprenda a amarse a sí misma y deje la dependencia que tiene hacia Ricardo. Entre risas, lágrimas y situaciones inesperadas, Sophie deberá decidir si vale la pena luchar por un amor que la ha traicionado o es momento de volver a amar
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Tiene un hijo
Sophie se despertó a la mañana siguiente con un dolor de cabeza muy fuerte; le dolía todo; estaba con resaca. Isabella se reía de ella, aunque no estaba mejor que Sophie.
"¿Qué hora es?", pregunta Sophie buscando su teléfono.
"Aquí dice las siete y media", dice Isabella mostrando su teléfono y Sophie sale corriendo a bañarse.
"Por Dios, Alejandro me va a matar" dice entrando al baño. La joven se baña y sale corriendo a vestirse con una falda de tubo blanca por encima de la rodilla y una blusa negra de cuello redondo sin mangas y una chaqueta a juego. Sus zapatos eran negros y su cartera igual.
"Estoy lista, ISA, nos vemos más tarde", dice saliendo de la casa apurada. Isabella se quedó arreglándose; ella era su propia jefa; podía darse ese lujo pronto. Sophie haría lo mismo, pero quería primero adaptarse a trabajar primero, ya que hace mucho no lo hacía.
El teléfono de Sophie tenía varias llamadas y mensajes; descartó los de Ricardo y llamó a L por manos libres mientras conducía.
"Buenos días, L, voy camino al trabajo, me quedé dormida" dice y él se ríe. Ya sabía que no había llegado, pues, aunque Sophie trabaja en una empresa de Alejandro, él era socio de allí y tenía una oficina con un vidrio blindado que, por un lado, parecía un espejo y por el otro, él podía ver todo desde allí… Lorenzo disfrutaba verla trabajar; la tenía cerca siempre.
"Ves lo que pasa por tomar entre semana; recuerdas todo lo que hiciste", pregunta Lorenzo riendo.
"No mucho, solo que Isabella y yo cuando llegamos de la fiesta, ella ligó, whisky, vodka, tequila y no sé qué más tenemos suerte de estar vivas", dice apenada.
"No fue nada grave; me enteré de que estás enamorada locamente de alguien y que querías ir a buscar hombres anoche", suelta aguantando la risa.
"¿Qué? Dime que no dije eso, por Dios, lo siento, L, son cosas de borrachos, yo… No estoy enamorada de ti, es que, ¡qué pena! —dice hablando muy rápido y Lorenzo se ríe.
"Tranquila, no dijiste quién era, pero veo que piensas que fui yo". Se ríe descaradamente.
"Por Dios, que pena, Leonardo, voy tarde, adiós" dice y corta la llamada, dejando a Lorenzo muerto de risa.
Sophie estaba nerviosa y muy apenada al llegar a saludar a Alejandro que la estaba esperando para hablar de un proyecto; ella se puso al día rápidamente mientras seguía pensando en L.
Lorenzo a media mañana la llama de nuevo y ella no le contesta. Aún estaba apenada y aparte tenía mucho trabajo. Ricardo había dejado muchas notas de voz donde trataba de convencerla; solo escuchó una, pero ignoró cada palabra que salía de su boca.
A su cabeza llegó el momento en que el doctor a dónde la llevó L le dijo que ella no tenía ningún problema para quedar embarazada, ella estaba totalmente sana y que si no podía tener hijos ella no era la del problema. La impotencia la ganó y respiró para no volver a llorar. Ese día casi cayó en un hoyo. Como le pudo mentir de esa manera, ella era un payaso fácil de burlarse; estaba muy mal, pero L estuvo allí para apoyarla y pudo salir de ese gran hueco donde estaba sumida.
A la hora del almuerzo ella bajó a la cafetería y en el ascensor se encontró con una mujer muy hermosa con un bebé en los brazos. Ella se perdió en esa hermosa escena. La mujer pasó directo a la oficina de Alejandro, y ella solo sonreía por tan hermosa escena.
«No sabía que el arquitecto tenía esposa e hijos; Isabella se va a poner muy triste cuando lo sepa», pensó Sophie; ella sabía que a Ida le gustaba Alejandro, aunque dijera lo contrario.
Sophie bajó hasta la cafetería y varias mujeres se sentaron en la misma mesa de ella. Estaban hablando del pequeño bebé y ella se metió en la conversación.
"¿No sabía que el señor Caruso tuviese hijo y esposa?", preguntó sonriendo y las mujeres se vieron entre sí y comenzaron a reírse.
¿Alejandro con hijo y esposa? Eso si es un chiste; Alejandro tiene miedo al compromiso; es igual a Lorenzo.
¿Lorenzo? Preguntó ella intrigada.
"Sí, el otro jefe, ellos son socios, como Alejandro es socio de las empresas de él o al menos de algunas", dijo y Sophie abrió sus ojos: no conocía a ese hombre.
"No lo he visto o tal vez sí y ni he sabido", dijo y ellas rieron.
"Qué extraño, de hecho ha estado trabajando aquí, cosa que casi no hace; él siempre está en sus empresas, pero bueno, ya lo conocerás", dice y Sophie sonríe.
"¿Entonces ese bebé que vi con la mujer hermosa no es nada del señor Caruso?", preguntó curiosa y la asistente de Alejandro negó.
"Para nada, ella es Lizzie, la esposa del hermano de Lorenzo Moretti, el doctor Leonardo Moretti, y el pequeño es su hijo, apenas tiene un mes de nacido", dijo sonriendo y a Sophie le faltaba el aire; trató de respirar, pero no podía, así que se disculpó con una sonrisa y fue al baño, pero este estaba ocupado así que subió hasta su oficina, allí se encerró y comenzó a llorar.
Sophie se miró en el espejo que tenía enfrente e hiperventilaba. Estaba impactada: el tenía hijos, el doctor del que se enamoró estaba casado, y ella se hizo una película en su cabeza.
Lorenzo apenas entraba a su oficina con cuidado de no ser visto por Sophie y al pararse en el espejo la vio; estaba llorando a cántaros, así que se preocupó; pensó que estaba mal por Ricardo y eso le dolió, así que la llamó, pero ella miró el teléfono y no contestó. Sophie no podía haber sido una tonta por imaginarse cosas.
En la cabeza de ella, luego de las terapias, cuando no tuvieran nada que ver, intentaría algo con él. Le gustaba, pero primero quería terminar las terapias para que él supiera que no lo estaba agarrando de tabla salvavidas. Sophie no aguantó y tomó sus cosas y se fue. Luego le explicaría a Alejandro.
Sophie estaba mal, así que llamó a Isabella; necesitaba desahogarse.
Lorenzo estaba de manos atadas; no sabía qué hacer; sintió impotencia y gritó.
Él pensó que era por Ricardo y el aludido lo convenció más al aparecerse buscando a Sophie con gritos; Lorenzo salió a enfrentarlo.
"Donde está mi esposa", dijo entrando y no podían detenerlo.
"¿Qué demonios haces en mi empresa Conti?", preguntó Alejandro molesto y Lorenzo venía detrás.
"Lárgate de aquí Conti", habló Lorenzo.
"No sin mi esposa, ya decía yo, su cambio, todo el circo; ustedes están detrás de todo esto, pero no dejaré que ganen imbéciles", dijo y Lorenzo se le fue encima, pensando que el estado en el que acababa de ver a Sophie era su culpa y lo golpeó.
"Lorenzo, cálmate, sáquenlo de aquí", ordenó Alejandro a los guardias que apenas habían llegado.
"No me toquen, yo bajo solo" Espetó molesto.
"Y ustedes…" Esto no se queda así, malditos, desgraciados", salió maldiciendo y Lorenzo se calmó para luego ir por ella. Debía hablar ahora o todo se iría a la mierda.