Después de una tarde de amor pasión Hannah desaparece de la vida de Sebastián, dejándolo sumido en la más cruel desesperación. Pero él no escatimará en gastos, ni en esfuerzos para traerla de regreso a su vida. ¿La traerá para amarla o para hacerle pagar todo su dolor?
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CAPÍTULO 5
Hannah se levantó de golpe y señaló al hombre frente a ella con el dedo.
—Ni lo sueñes, no moriré por salvar a alguien que me odia.
El hombre, frente a ella, le mostró una sonrisa macabra y se inclinó hacia adelante, para mostrarle un vídeo en su teléfono.
Hannah sintió su corazón desgarrarse al ver a Hans ser golpeado por cuatro hombres.
—¿Y por él? ¿Por tu hermano del alma, tampoco lo harías? Vamos, Hannah no has pensado en él, cuando intentas suicidarte. Por lo menos, esta vez lo harías por una verdadera causa justa. Salvarías la vida de tus dos hermanos. ¿No te parece una manera muy heroica de morir? —le terminó de preguntar el maldito de Alexei. Sin disimular que estaba disfrutando el dolor de esta idiota.
Hannah no pudo evitar llorar, Pero inmediatamente limpió sus lágrimas, antes de responder
—Está bien lo haré, solo por Hans lo haré. Porque tu maldita hija puede irse al infierno. Ojalá y muera conmigo en la operación. —le dijo Hannah y el hombre le sonrió. Definitivamente, esta mujer no es una Fisher, era una Philips.
En realidad, no se sentía cómodo de tener que sacrificarla, pero Alexia era su vida y ella estaba por encima de todo.
Alexei se levantó hacia ella y se acercó. Hannah volteó su cara para evitar su repulsivo olor a tabaco.
—Ya estamos de acuerdo en algo. Hannita en señal de agradecimiento contigo. Te voy a dar seis meses para que te despidas de Hansito. ¿Sabías que soy su padrino? Yo adoraba a ese pequeño, él me decía "Tío Ale" solía jugar conmigo y sentarse en mis piernas. Pero el destino es cruel.
—Eres un maldito —le gritó Hannah y le escupió la cara a su padre.
Alexei sacó su pañuelo y se limpió el rostro antes de soltar una carcajada.
—Eres toda una fiera, una Philips. Haces sentir muy orgulloso a tu padre. Ahora lárgate. Ni un día más. Yo te llamaré para avisarte donde y cuándo nos veremos.
Alexei apenas terminó de hablar, le hizo señas a Hannah, para que saliera. Hannah salió hacia su auto y un hombre le abrió la puerta. Ella aceleró hasta el fondo y salió de la propiedad.
Hannah esperó estar un poco lejos, para detener el auto y comenzar a llorar. Definitivamente, la palabra felicidad no estaba en su vida. Jamás ella conocerá el significado de esa palabra que para todos es tan hermosa y para ella es un sueño inalcanzable.
Hannah buscó su celular y llamó a su hermano. Al tercer repique, le respondió una enfermera y el corazón de Hannah se contrajo.
—Señorita Hannah es Lili
—¿Cómo está mi hermano? —le preguntó Hannah, preocupada.
La mujer del otro lado suspiró y le respondió:
—Muy bien, está en quirófano ahora. Me dejó el teléfono solo para que le diera un recado de su parte.
—¿Estás segura de que está bien? ¿No me estás mintiendo? —le preguntó Hannah realmente desconcertada.
—Sí, señorita Hannah, e incluso me atrevo a decirle que está enamorado.
—¿Qué? ¿Cómo qué enamorado? Lili, voy para allá, necesito los detalles. —le dijo Hannah y colgó antes de acelerar hasta el fondo.
Hannah llegó a la clínica y se encontró con su hermano saliendo de una cirugía. Hannah corrió a sus brazos y le dio muchos besos en las mejillas.
—Vaya, vaya. Parece que alguien me extrañó. —Le dijo Hans, sonriendo y besando su frente. Mientras su hermana se aferraba a su cuerpo musculoso.
—Sí, Hans, te extrañé muchísimo. Quiero que sepas que te amo y que eres lo más importante en mi vida.
Hans le apartó el cabello del rostro y le dio un beso en la nariz. Ellos se quedaron un rato más abrazado y después caminaron hasta el consultorio. Hans invitó a su hermana a pasear y pasarían la tarde juntos.
Hannah decidió olvidar todo el asunto y disfrutar cada segundo de su vida, junto a su hermano. Esa noticia de que su hermano estaba enamorado, la llenaba de tranquilidad y de paz, al menos, no dejará solo a su tonto consentido.
Los hermanos Fisher pasaron el resto del día juntos y Hans terminó por confesarle a su hermana, su enamoramiento por una paciente terminal que atendía su amigo Dominico.
Hannah borró la sonrisa de su rostro. No era posible, que este tonto tuviese tan mala puntería. Ella quería dejarlo con una mujer que lo amara y lo consolara, cuando ella no estuviera y ahora, tal vez, ella tenga que consolarlo primero.
—¿Por qué estás tan pensativa? Hannah, Hannah que ronda esa loquita cabeza.
Hannah soltó una pequeña risa y volvió a abrazarlo.
—Tu tino para enamorarte. Definitivamente, eres un tonto. Pero vamos a tener fe, en qué tu amada sobreviva.
—Ya está curada, solo le falta recuperarse.
Hans soltó una sonora carcajada y levantó a su hermana en brazos. Antes de girar con ella.
Los días siguientes, Hannah no se despegaba de su hermano. Hasta que llegó el momento de conocer a su posible cuñada. El corazón de Hannah se contraía al ver que estaban a pocos días del plazo de marcharse para siempre.
Ellos viajaron juntos y llegaron a un lujoso hotel. Esa misma noche estaban invitados a cenar con su posible cuñada y su viejo amigo Dominico.
Hannah disfrutaba de acosar a ese hombre. Sobre todo por las amenazas de su hermano hacia su amigo de castrarlo si la tocaba.
Hannah se puso hermosa, estaba en sus últimos días de vida y quería robarle una sonrisa a la vida.
Ellos llegaron al Restaurante y ahí se encontraba Dominico con una mujer realmente hermosa. Hannah sonrió al ver a su hermano, literalmente, babear por la mujer. Ella le dio disimuladamente un codazo, para sacarlo de su trance y de su embobamiento.
Hans sonrió y abrazó a su hermana para pellizcarle la espalda. Ya estaban por llegar a la mesa y ella no paraba de burlarse de él.
Los hermanos Fisher al fin llegaron y saludaron a los presentes. Hannah coqueteó un poco con Dominico y lo hizo sonrojarse.
Hans miraba de reojo a su hermana y reía internamente. Definitivamente, Hannah era una adolescente rebelde en un cuerpo de mujer adulta.
De pronto, una voz se escuchó detrás de ellos y dos hombres muy guapos se acercaron. Hannah fijó su mirada en el primero, que tenía una actitud hostil hacia su hermano. Pero de reojo, observaba al otro. Este era quien, realmente, había atrapado su atención.
Pero ella, no tenía tiempo para andar con amoríos. Aunque podía sentir la mirada penetrante del hombre hacia ella. En toda la noche el hombre no dejo de mirarla. Ella incluso coqueteó con el otro, para desviar la atención de ese sexy hombre que la derretía con su mirada.
Pero el hombre, solo fijaba su mirada más en ella e incluso entrecerraba los ojos para tratar de intimidarla.