Maktub

Capítulo 5

Mahtob había estado meditando sobre la situación actual de su hijo, y después de muchos años. Comenzó a orar a Allah. Se sentía extraña, pero tal vez todo lo que estaba sucediendo era su llamado.

—Madre ¿puedo pasar?.—preguntó Khaled

—Adelante mi pequeño.—respondió Mahtob

—Vine a pedir que me perdones, es que tengo celos del gran cariño que hay entre tú y Emir.—se disculpaba Khaled

—A los dos los amo por igual, aunque aún no te decides por un camino. Yo te amo igual, yo te di la vida. Jamás los he comparado, a mis ojos son lo más valioso que Allah me dio. Eres parte importante de nuestra familia. Pero ahora que pase tu graduación, viajaremos juntos al Cairo y pasaremos tiempo juntos mi pequeño.—respondió Mahtob, el la abrazó como cuando era pequeño

Después de ese momento tan hermoso, pasaron los días y como habían planeado después de la graduación de Khaled. Todos viajaron al Cairo, la familia Rashid estaba feliz de recibirlos en casa.

Habían pasado años sin que sus mellizos regresaran a la casa donde nacieron, había música y todas las servidumbres celebraban la llegada. Aysel estaba emocionada de regresar, Khaled se sentía extraño. Él estaba acostumbrado a su vida en Milán, todo lucía tan primitivo a sus ojos.

—Salam Aleikum, han traído luz a esta casa.—saludó Mohamed

—Aleikum Salam padre, tu bendición.—respondió Mahtob

—Que Allah siempre esté contigo, me hace tan feliz que hayan vuelto y todos juntos. Pero mira nada más, Emir eres todo un hombre. ¿Listo para que te busquemos una esposa?.—pregunto Mohamed

—No, aún no llega la mujer correcta. Además no soy musulmán abuelo, su bendición por favor.—respondió Emir

—Que Allah llene tus días de alegría y felicidad.—respondió Mohamed

Después de saludar a todos incluido a Pedro, Khaled se acercó a Mohamed.

—Te convertiste en un muchacho, felicidades por tu graduación, me recuerdas a tu padre cuando lo conocí. No debes sentirte extraño, somos tu familia no debes temer.—decía Mohamed

—Es bueno saludarlo abuelo, y a todos.—respondió Khaled muy fríamente

—Su bendición abuelo.—saludo Aysel

—Que Allah llene tus días de alegría, eres dulce como la miel, al igual que Zeynep. Cómo le dije a tu hermano, somos su familia no teman de nosotros.—respondió Mohamed

—Padre, ¿y mi madre?.—pregunto Mahtob

—No se ha sentido bien, y no quiere ir al doctor.—respondió Mohamed

—Si me permiten, subiré a revisarla.—dijo Mahtob

—Que les parece si vamos a que conozcan el Cairo, eran muy pequeños cuando lo visitaron la última vez.—sugirió Zeynep

—Zeynep, recuerda cuidar a tu hermana. Yo me sentiría más tranquilo si Lobato los acompaña.—dijo Pedro

—Si papá, que él nos acompañe. ¿Emir nos acompañas?.—preguntó Zeynep

—Me quedo, necesito hablar con mi abuelo, vayan y tenga cuidado.—respondió Emir

Salieron Zeynep y los mellizos a recorrer el Cairo, Mohamed observaba detenidamente a Khaled. Algo sospechaba sobre su actitud por un momento le recordó a Samuel, en su manera tan fría de saludarlo y su manera tan despectiva de mirarlo

Zeynep, Aysel y Khaled paseaban por la Ataba, su hermana mayor les explicaba que eran dueños de más de la mitad de locales en ese lugar. Llegaron a saludar a sus tíos Amin, Mustafa y Abdul, también saludaron a Amin su primo.

—Salam Aleikum, ¿Samira no vino con ustedes?.—preguntó Amin

—No, Samira estaba terminando su especialidad. tal vez la próxima vez venga con nosotros, va a volver a vivir a nuestra casa y va a trabajar en el grupo.—respondió Zeynep

—Me alegra escucharlo, tanto tiempo sin verlos.—saludó Amin

—Ya no recordamos a todos, primo. Espero seguir viajando para visitarlos con más frecuencia.—respondió Aysel

—Podemos seguir, necesito algo de beber.—dijo Khaled y avanzó

—Discúlpalo Amin.—dijo Zeynep

—No te preocupes prima, para él somos desconocidos. Y tal vez hasta le generamos cierta apatía, por nuestras costumbres. Más tarde iré a acompañar a papá a casa de los abuelos. Para saludar a mi tía.—le decía Amin

Khaled caminó por los pasillos de aquel enorme mercado buscando una tienda, todo le parecía desagradable. Lobato lo perdió de vista ya que no podía cuidar a las señoritas y a él al mismo tiempo. Unos supuestos comerciantes le ofrecían su mercancía, pero él los rechazaba para que se alejaran

—No quiero nada, que no entiendes mugroso.—respondió Khaled

—Dame todo lo que traes, niño bonito.—lo amenazaron con una daga

—No tengo efectivo, solo tarjetas.—les decía Khaled, ellos querían la cadena de oro en su cuello y el reloj que le había regalado su padre

De pronto se escuchó un silbido. El de inmediato pensó que era Lobato sus guardaespaldas. Pero no, frente a él estaba un hombre alto, con mirada asesina y sus acompañantes.

—Lárguense ratas inmundas, ya saben que tienen prohibido merodear por aquí.—les dijo el extraño

Al parecer ellos sabían de quien se trataba, corrieron asustados de él. Khaled no tenía miedo, aún así se mostró tranquilo

—Le agradezco, hay una forma de compensarlo.—dijo Khaled

—No pareces árabe, pareces un niño millonario que está aquí de turista, ¿de donde aprendiste el idioma?—pregunto

—Mi madre nació aquí, yo también. Pero toda mi vida crecí en Milán, Italia.—respondió—Un gusto soy Khaled Ruiz Velasco.—se presentó

—Mucho gusto, soy Anatoli Sherbina.—respondió—Ahora que lo recuerdo, ¿eres hijo de Pedro Ruiz Velasco Vidal?.—preguntó Anatoli

—Si, es mi padre. ¿Lo conoces?.—preguntó Khaled

—Lo conocí, cuando era un adolescente. Es amigo de mi padre.—respondió Anatoli

A lo lejos se escuchaba que lo buscaban, poco a poco se acercaban los gritos a donde se encontraban ellos.

—Khaled!.—gritaba Zeynep

Anatoli observaba a la joven que venía hacia su búsqueda, era muy bonita. Y refinada.

—Me alegra encontrarte no puedes merodear solo, no conoces la ataba. Lo lamento si te generó algún problema.—se disculpaba Zeynep

—Te das cuenta que me estás avergonzando.—le reclamó Khaled

—No hay problema Khaled, es un gusto conocerla señorita.—se acercó para saludar a Zeynep, ella por cortesía extendió la mano, Anatoli le dio un beso en ella.

—Gracias por encontrar a mi hermano, debemos irnos.—dijo Zeynep

—Ten Khaled si necesitas algo llámame.—le dio una tarjeta con sus datos, Anatoli no dejó de seguirlos con la mirada

—¿La seguimos señor?.—le preguntó su guardaespaldas

—No es necesario, sé cómo encontrarlos. Ellos son hijos de nuestro ex líder en la organización. Así que no se tocan, su padre es aún una leyenda. Muchos de los jefes, incluido al nuevo líder lo respetan, ni que se diga de mi padre. Incluso Khaled no tuvo miedo de los asaltantes, eso quiere decir que heredó a su padre las agallas.—respondió Anatoli

Zeynep iba asustada, la atemorizó. Pero más la atemorizaba que le haya dado su tarjeta con sus datos a su hermano

—Dame la tarjeta de ese tipo o tírala.—le ordenó Zeynep

—Tranquila, es de confianza me ayudó con los ladrones y además conoce a nuestro padre.—respondió Khaled

—¿cuales ladrones? Ves no debes separarte de nosotros. Crees que sea verdad que conoce a papá, aún así mantente lejos de él. No sabemos qué tipo de hombre es.—le sugirió Zeynep

—Tu le gustaste.—agregó Khaled

—Como crees, solo nos vimos un segundo. Ya vamos aún faltan cosas por recorrer, y no quiero hablar más de ese tipo.—respondió Zeynep

Continuaron con su recorrido, se hacía tarde y tenían que volver para convivir con la familia, Khaled era el único que ya quería irse del Cairo.

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