Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 9
La noche había caído, y la gala había terminado, dejando a Olivia y Ethan en el parking del lujoso hotel. La atmósfera de lujo y sofisticación se había desvanecido, reemplazada por un aire pesado de tensión y anhelo. Cuando se subieron al coche, Olivia podía sentir el silencio incómodo que se había instalado entre ellos. No podía dejar de pensar en Clara y la forma en que había mirado a Ethan, lo que había avivado sus inseguridades.
Al encender el motor, una tormenta repentina se desató, y la lluvia comenzó a golpear con fuerza el parabrisas, como si el cielo estuviera reflejando el tumulto dentro de ella. Ethan maniobró el coche por las calles, pero pronto un estruendo retumbó en el aire, y el vehículo se detuvo de golpe.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Olivia, alarmada.
Ethan frunció el ceño, tratando de encender el coche nuevamente. Pero nada. La luz del tablero se apagó, y el sonido del motor murió. —Parece que tenemos un problema —respondió, con una mezcla de frustración y resignación.
La lluvia caía con furia, y después de varios intentos infructuosos de reiniciar el motor, Ethan se dio por vencido. —Vamos a tener que esperar a que pase un poco la tormenta —dijo, mirando por la ventana, mientras las gotas corrían como lágrimas por el cristal.
Olivia sintió un impulso de abrirse, de hablar sobre lo que había estado pesando en su corazón. —No puedo seguir así, Ethan. Todo esto, la gala, Clara... —su voz se quebró—. No puedo dejar de sentir que siempre habrá alguien mejor que yo.
Ethan giró su cabeza para mirarla, la intensidad de su mirada la desarmó. —¿De verdad crees eso? —su voz era suave, pero la urgencia detrás de sus palabras era palpable.
Olivia asintió lentamente, sintiendo la presión en su pecho intensificarse. —No estoy segura de que esto funcione. —Las palabras salieron de sus labios como un susurro desesperado—. A veces, siento que estoy a un paso de perderte.
Un rayo iluminó el interior del coche, y la lluvia se intensificó. Ethan cerró los ojos por un momento, como si la tormenta lo envolviera en recuerdos. Cuando los abrió, su rostro estaba marcado por una tristeza profunda. —A veces, la vida te lanza situaciones que no puedes controlar. —Sus palabras resonaban con un eco de dolor que hizo que Olivia se sintiera vulnerabilidad.
—¿A qué te refieres? —preguntó, la curiosidad mezclándose con la preocupación.
Él tomó una respiración profunda. —Hubo un tiempo en mi vida en que pensé que todo estaba bajo control. Tenía amigos, sueños, y creía que el futuro era brillante. Pero todo cambió en un instante... —su voz se rompió ligeramente—. Un accidente.
El silencio que siguió fue pesado, como si la lluvia estuviera atrapando sus secretos en un capullo de tensión. Olivia lo observó, la angustia en su mirada. —¿Qué pasó?
Ethan se pasó una mano por el cabello, sus ojos reflejaban un dolor profundo. —Era joven, imprudente. Un accidente de coche, uno que podría haberse evitado. Un amigo estaba al volante, y yo estaba en el asiento del pasajero. Él murió, y yo... —se detuvo, su voz quebrándose. —Yo sobreviví.
Las palabras cayeron entre ellos como gotas de lluvia, y Olivia sintió una oleada de compasión. —Ethan, lo siento tanto...
Él negó con la cabeza, como si intentara deshacerse del peso de la culpa. —No es solo eso. Desde entonces, he luchado con la sensación de que no merecía vivir. Todo lo que me gusta, lo que amo, siempre parece alejarse de mí.
La tormenta exterior seguía rugiendo, pero en el interior del coche, el aire se volvía pesado de emociones. Olivia se acercó más a él, sintiendo la necesidad de consolarlo. —No puedes seguir así. Mereces ser feliz, Ethan.
Él la miró, sus ojos llenos de vulnerabilidad. —¿Y si te pierdo a ti también? Lo único que tengo es este matrimonio, y a veces, siento que incluso eso está a punto de desmoronarse.
Olivia sintió una punzada en su pecho. La idea de perderlo la llenaba de terror. —No me perderás, Ethan. Estoy aquí, y quiero esto tanto como tú.
La lluvia siguió cayendo, y Ethan giró hacia ella, acercando su rostro. Sus ojos eran oscuros y profundos, llenos de un dolor que ambos habían sentido. —Entonces, ¿estás dispuesta a quedarte, incluso con mis cicatrices?
—Estoy dispuesta a conocer cada una de ellas —respondió, su voz firme a pesar del tumulto que la rodeaba. —No tienes que cargar con esto solo.
El mundo exterior desapareció cuando se miraron, y un nuevo entendimiento se forjó entre ellos, como un hilo invisible que los unía. La tormenta rugía afuera, pero en su pequeño refugio, encontraron un momento de paz, un espacio para compartir sus miedos y esperanzas.
Sin pensarlo, Ethan inclinó su cabeza hacia adelante, y Olivia se encontró atrapada en un beso lleno de promesas. Las palabras que habían compartido, las confesiones de sus pasados, crearon un nuevo vínculo entre ellos, un pacto de que no se rendirían el uno al otro.
La lluvia seguía cayendo, pero en su corazón, Olivia sabía que este era solo el comienzo de una nueva etapa, una donde ambos se enfrentarían a sus demonios juntos, bajo la lluvia, y donde las confesiones se convertirían en el preludio de algo más profundo.
La tormenta continuaba su furia, pero dentro del coche, el aire estaba cargado de una intensidad nueva. Olivia sintió que el beso de Ethan la envolvía en un calor que había estado ausente desde que empezaron a conocerse. Sus labios se movían con una urgencia casi desesperada, como si cada caricia pudiera desvanecer las cicatrices del pasado.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, el corazón latiendo desbocado. Olivia se recostó contra el asiento, sintiendo la electricidad que aún brillaba entre ellos. Las palabras de Ethan resonaban en su mente, y comprendió que había mucho más que compartir, que descubrir el uno del otro.
—Dime más —susurró, su voz suave, casi temerosa de romper el hechizo que los había unido en ese instante.
Ethan se pasó una mano por la cara, y sus ojos reflejaban la lucha interna que había estado atravesando. —No sé si debería... No quiero que me veas como un lastre.
Olivia se inclinó hacia él, determinada a romper las barreras que los separaban. —Ethan, no soy la mujer que se asusta por un pasado difícil. Te elijo, cicatrices y todo.
Él se quedó en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Finalmente, asintió, su mirada profunda y sincera. —Después del accidente, me perdí. Sentí que no podía confiar en nadie. Mis amigos se alejaron, y me quedé atrapado en un ciclo de culpa. A veces, me despertaba por las noches, sintiendo el peso de su pérdida. Esa culpa se convirtió en una sombra que me siguió a todas partes.
Olivia sintió un nudo en la garganta. Sabía que esa culpa era un monstruo complicado, que no se podía erradicar con palabras simples. —¿Y cómo lo manejaste?
Ethan miró por la ventana, observando las gotas de lluvia que se deslizaban por el cristal. —No lo hice. Solo intenté seguir adelante, hacer como si nada hubiera pasado. Pero cuando llegué a este punto de mi vida, sentí que todo estaba al borde de desmoronarse nuevamente. La idea de perderte... eso me asusta más que nada.
—No vas a perderme —le aseguró Olivia, su voz firme y decidida. La determinación brillaba en sus ojos. —Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.
Él la miró, la vulnerabilidad brillando en su mirada. —¿Estás segura de eso? ¿De que puedes lidiar con un hombre roto?
Olivia extendió la mano, posándola sobre la de él. —No estoy buscando a un hombre perfecto. Estoy buscando a alguien real, alguien que esté dispuesto a abrirse y a dejarme entrar.
La sinceridad de sus palabras pareció calar hondo en Ethan. Su mirada se suavizó, y por un instante, las sombras que lo rodeaban parecieron disiparse un poco. —Nunca pensé que alguien pudiera ver más allá de mis fallos, más allá de mi pasado.
Olivia sonrió, sintiendo que una conexión más profunda se estaba formando entre ellos. —Es porque nunca te he dejado de lado. He visto la luz que hay en ti, Ethan.
Un rayo iluminó el cielo, seguido de un trueno que resonó como un eco de sus corazones. Se miraron intensamente, y en ese momento, Olivia supo que habían dado un paso crucial en su relación. Las confesiones compartidas no solo habían destapado viejos heridas, sino que también habían creado un camino hacia la sanación.
Ethan se inclinó hacia ella, su voz un susurro tembloroso. —Si me dejas, quiero intentar sanar, no solo por mí, sino por nosotros.
Olivia sintió un escalofrío recorrer su columna. —Entonces hagámoslo juntos. No tienes que cargar con esto solo.
La lluvia seguía cayendo, pero el tumulto en el corazón de Ethan comenzaba a calmarse. Sabía que el camino no sería fácil, pero la certeza de que Olivia estaba a su lado le daba la fuerza que necesitaba para enfrentar sus demonios.
Con un suspiro profundo, Ethan tomó la mano de Olivia, entrelazando sus dedos. En medio de la tormenta, en un coche detenido y bajo un cielo gris, se sintió más vivo que nunca, más dispuesto a enfrentar el futuro que les esperaba.
Y así, bajo la lluvia que parecía purificar sus almas, hicieron un pacto silencioso: no se rendirían el uno al otro. Cada confesión, cada lágrima, cada rayo de luz que compartieran, los llevaría más cerca de la esperanza.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES