Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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capitulo 22
El aire en la oficina de Nicholas era tenso, cargado de expectativas y secretos a punto de ser revelados. La elegante mesa de madera pulida se erguía entre él y su rival, un hombre astuto que había estado acechando su imperio. La luz que entraba por las ventanas resaltaba las sombras en los rasgos de su oponente, haciendo que cada palabra sonara como un eco de advertencia.
—No puedo permitir que sigas manipulando mi negocio, James —declaró Nicholas, su voz firme, pero en su interior, una tormenta de emociones se desataba. La última confrontación con James no solo amenazaba su imperio, sino también su relación con Emma. La presión de ambos frentes lo desgastaba, y sabía que debía elegir con cuidado.
James sonrió, pero no era un gesto amistoso. Era una mueca de desafío que despertó un fuego en el pecho de Nicholas. —¿De verdad crees que tienes el control, Nicholas? Este juego no se trata solo de negocios. Se trata de Emma. Ella es la clave para mantenerte en la cima.
Nicholas sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. La mención de Emma era un recordatorio de lo que estaba en juego, de lo que sentía por ella. Era más que una simple socia; era el latido de su corazón, la única persona que le había hecho cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor y la lealtad.
—No la toques —respondió Nicholas, sus ojos fijos en los de James, el peligro chisporroteando entre ellos. No se trataba solo de proteger su imperio; era su deber proteger a Emma de la manipulación y las artimañas de un hombre que no se detenía ante nada.
James dio un paso adelante, la sonrisa se desvaneció, sustituida por un brillo calculador. —Pero, Nicholas, ¿y si ella no es tan leal como crees? La presión puede hacer que todos revelen sus verdaderas intenciones. Tal vez deberías preguntarte si ella realmente te ama o si solo está buscando una salida de su vida anterior.
Las palabras de James golpearon como una bofetada. Nicholas sintió un torrente de emociones: rabia, miedo y una profunda incertidumbre. La idea de que Emma pudiera estar involucrada en un juego tan complicado lo consumía. ¿Acaso había algo que no sabía sobre ella? ¿Alguna parte de su pasado que pudiera poner en peligro su relación?
Nicholas tomó aire, la lucha interna era feroz. Sabía que debía concentrarse en la batalla que estaba librando en ese momento. Pero no podía evitar preguntarse si, al final, el verdadero enemigo no era James, sino su propia falta de confianza en lo que había construido con Emma. Con cada movimiento que hacía, la presión aumentaba, y con ello, el riesgo de perderla.
—No subestimes mi lealtad hacia Emma —dijo, su voz un susurro bajo, lleno de determinación—. Te garantizo que haré lo que sea necesario para protegerla.
Las palabras resonaron en la habitación, un recordatorio de que su amor por ella era la única verdad que podía sostener en medio de la tormenta. Y aunque sabía que los juegos de poder a menudo llevaban a traiciones y pérdidas, estaba dispuesto a luchar por lo que amaba, sin importar el costo.
Nicholas mantuvo su mirada fija en James, sintiendo cómo la tensión en la habitación se intensificaba. La amenaza en el aire no provenía solo del rival que tenía delante, sino de la posibilidad de que su propia inseguridad pudiese comprometer lo que había construido con Emma.
—Me estás subestimando, James —dijo Nicholas, su tono firme. No podía permitirse dudar, ni en sus decisiones ni en sus sentimientos. Había llegado a un punto en su vida donde el amor y el poder se entrelazaban de manera peligrosa, y estaba decidido a salir victorioso.
James soltó una risa burlona, como si la determinación de Nicholas le resultara patética. —¿Realmente crees que puedes protegerla de mí? Ella es solo una pieza en este juego. Puede que pienses que la tienes bajo control, pero una pequeña chispa puede encender un incendio que tú no podrás apagar.
La provocación de James era deliberada, diseñada para hacer que Nicholas titubeara. Pero en lugar de dejarse llevar por la ira, sintió que la claridad se apoderaba de él. Emma no era una pieza en su juego, y eso lo hacía más fuerte. Su conexión con ella era un vínculo que iba más allá de las estrategias y las manipulaciones.
—No se trata de control, James. Se trata de amor —respondió, su voz resonando con una sinceridad que sorprendió incluso a él mismo. Era un concepto que James no podía comprender. En su mundo, el amor era solo un medio para un fin, pero para Nicholas, era el motivo por el cual luchaba.
El rostro de James se endureció. —Amor. ¿Y qué es eso en comparación con el poder? No olvides que los poderosos siempre hacen sacrificios. ¿Estás dispuesto a sacrificar a Emma por tu imperio?
Nicholas sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Esa pregunta lo atravesó como un rayo. Era cierto que el poder exigía sacrificios, pero no iba a permitir que el miedo dictara sus decisiones. Emma era su prioridad, y cualquier amenaza que surgiera tendría que enfrentarla juntos.
—Haré lo que sea necesario para mantenerla a salvo —declaró, su voz sonando como un juramento. Sabía que estaba desafiando las normas del juego, pero ya no podía contenerse. La lucha de poder no solo involucraba a él y a James, sino también a Emma, y estaba decidido a protegerla de cualquier daño.
James pareció evaluar sus palabras, la burla en su expresión se desvaneció momentáneamente. —Eres un idealista, Nicholas. Pero recuerda que en este mundo, la lealtad es una ilusión. La gente cambia, y a veces, el amor no es suficiente.
Las palabras de James flotaron en el aire, y Nicholas sintió que cada una de ellas golpeaba su mente. ¿Y si Emma se encontraba en una situación en la que tenía que elegir entre él y su propia seguridad? El pensamiento lo atormentaba. Pero, en el fondo de su ser, sabía que la confianza y la verdad eran lo que realmente los unía.
—Quizás tú no entiendas el amor, pero yo no puedo y no voy a renunciar a lo que siento por Emma. Mi relación con ella es más fuerte que cualquier amenaza que tú puedas presentar. —Nicholas se inclinó hacia adelante, la determinación marcando su rostro—. Así que, si quieres jugar, deberías saber que este juego es mucho más peligroso de lo que crees.
Con esas palabras, Nicholas dio la vuelta y salió de la oficina, dejando atrás el aire pesado de la confrontación. Se encontró en un pasillo que lo llevó hacia el jardín de su casa, donde la luz del sol comenzaba a caer, bañado en un suave resplandor dorado. A cada paso, la imagen de Emma llenaba su mente. Era su fuerza, su luz en medio de la oscuridad que amenazaba con consumirlo.
No podía dejar que el miedo lo dominara, y estaba decidido a demostrarle a Emma que el amor podía superar cualquier obstáculo. Era hora de dejar atrás las sombras del pasado y enfrentarse al futuro juntos. Su matrimonio merecía la pena, y él haría lo que fuera necesario para protegerlo.