narra la intensa y misteriosa historia de dos poderosos empresarios en Seúl. Gael Kim, un enigmático y carismático magnate que oculta su identidad, y Jinwoo Lee, un frío y calculador multimillonario con conexiones en el mundo criminal. A pesar de sus diferencias, ambos se sienten atraídos de manera inexplicable tras un primer encuentro. Mientras enfrentan a sus enemigos, Seo-jun y Minji, que buscan separarlos por venganza y ambición, Gael y Jinwoo luchan contra sus propios demonios, descubriendo que sus destinos están entrelazados por algo mucho más profundo que el poder.
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Jugando con el Fuego
El día avanzaba rápido. Jinwoo y Gael se movían en silencio por las calles de Seúl, cada uno absorto en sus pensamientos. La amenaza de Minji había acelerado sus planes. Ya no podían permitirse el lujo de la calma; el juego había cambiado de ritmo y ellos debían adaptarse o caer.
Jinwoo estaba acostumbrado a ser un paso más rápido que sus enemigos, pero esta vez las cosas se sentían diferentes. Minji era una amenaza con la que no contaba. Su habilidad para moverse en las sombras, infiltrarse en sus sistemas, y ahora, amenazar con exponer tanto a él como a Gael, ponía a prueba su habilidad para manejar la presión. A su lado, Gael parecía estar inmerso en sus propios cálculos. A pesar de su semblante frío y sereno, Jinwoo sabía que también sentía el peso de la situación.
Subieron al edificio de oficinas de Jinwoo, un rascacielos de vidrio que dominaba el horizonte. A pesar de la altura, el lugar parecía un fuerte impenetrable. Jinwoo había invertido millones en mantener su privacidad y seguridad, y aún así, ahora se sentía vulnerable.
—Necesitamos reforzar la seguridad —dijo Jinwoo mientras cruzaban las puertas del ascensor—. Minji hackeó uno de mis servidores. No sé hasta dónde ha llegado, pero no voy a subestimarla de nuevo.
Gael lo miró de reojo, su mente trabajando rápidamente.
—Eso no es lo que más me preocupa —comentó Gael, apoyándose en la pared del ascensor—. Si Minji sabe que estamos colaborando, es posible que también tenga algo sobre mí. Y eso no lo puedo permitir.
Jinwoo lo observó en silencio, comprendiendo la magnitud de las palabras de Gael. No era solo su imperio lo que estaba en juego, sino su anonimato, el mayor activo que tenía en su vida. Perder eso sería fatal, no solo para su seguridad, sino también para su poder.
—No lo permitiremos —dijo Jinwoo, finalmente—. Pero necesitamos estar un paso por delante. Ya tengo a mi equipo trabajando en un cortafuegos más fuerte, pero también necesitamos información. Minji no está actuando sola. Seo-jun está detrás de esto, lo sé. Necesitamos saber cuál es su próximo movimiento antes de que nos golpeen de nuevo.
El ascensor se detuvo en el último piso, las puertas se abrieron y ambos hombres caminaron hacia la sala de reuniones privada de Jinwoo. Allí, su equipo más cercano los esperaba, listos para recibir instrucciones.
—Kim, quiero un informe completo sobre la brecha de seguridad —ordenó Jinwoo mientras se sentaba en la cabecera de la mesa—. No quiero suposiciones. Necesito saber exactamente qué información tiene Minji.
Kim, un hombre delgado pero eficiente, asintió rápidamente y comenzó a teclear en su portátil.
Gael se sentó junto a Jinwoo, observando con interés cómo este manejaba a su equipo. Sabía que Jinwoo era un hombre de control, y esa precisión era lo que más admiraba de él. Sin embargo, en situaciones como esta, donde la incertidumbre reinaba, se preguntaba cuánto tiempo podría mantener ese control.
—Tenemos a un equipo investigando las cuentas bancarias de Seo-jun —informó Kim—. Hasta ahora, no hay movimientos inusuales, pero hemos detectado comunicaciones encriptadas entre él y una entidad no identificada. Creemos que es Minji, pero no podemos confirmarlo.
Jinwoo asintió, manteniendo su mirada fija en la pantalla.
—Desencripta esos mensajes —ordenó—. Y si encontramos alguna conexión con Minji, quiero que me informen de inmediato.
Gael se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.
—El problema no es solo la información que tiene Minji —dijo, dirigiéndose a Jinwoo—. Es la jugada que hará con ella. Si decide revelarlo, estaremos en problemas. Pero si la está guardando como moneda de cambio, eso nos da algo de tiempo. Necesitamos algo más que defensiva; necesitamos atacarla antes de que lo haga.
Jinwoo lo miró, sabiendo que Gael tenía razón. Era una estrategia arriesgada, pero en su situación, lo arriesgado era lo único que les quedaba. Minji era inteligente, pero también ambiciosa, y las ambiciones tenían una forma de volverse vulnerabilidades.
—¿Qué sugieres? —preguntó Jinwoo, interesado en la respuesta de Gael.
Gael sonrió de lado, ese tipo de sonrisa que solo aparecía cuando tenía un plan.
—Minji es codiciosa. Siempre lo ha sido. Si jugamos bien nuestras cartas, podemos usar su propio deseo en su contra. Démosle lo que quiere, o al menos, hagámosla creer que lo tiene.
Jinwoo se reclinó en su asiento, considerando la propuesta.
—Estás sugiriendo que tendamos una trampa —dijo Jinwoo—. ¿Cómo exactamente?
—Le daremos una pista falsa —explicó Gael—. Hacemos que parezca que estamos cometiendo un error, que hemos bajado la guardia. Algo lo suficientemente jugoso como para que no pueda resistirse a morder el anzuelo. Cuando lo haga, estaremos listos.
Jinwoo asintió lentamente, viendo el mérito en el plan de Gael. Era un movimiento arriesgado, pero si lograban hacerlo bien, Minji caería en la trampa.
—Kim —dijo Jinwoo—, necesitamos crear un señuelo. Algo que parezca real, pero que nos permita monitorear a Minji cuando se acerque. ¿Puedes hacerlo?
Kim asintió, sus dedos ya volando sobre el teclado.
—Dame unas horas —dijo, sin apartar la vista de la pantalla.
Gael y Jinwoo intercambiaron una mirada. Sabían que no tenían mucho tiempo, pero si este plan funcionaba, no solo pondrían a Minji en una posición vulnerable, sino que también ganarían tiempo para descubrir qué estaba planeando Seo-jun.
—Si vamos a hacer esto —dijo Gael, volviéndose hacia Jinwoo—, necesito saber algo. ¿Qué es exactamente lo que Minji tiene sobre ti? Porque si vamos a pelear juntos, necesito saber todos los riesgos.
Jinwoo lo miró fijamente durante un largo momento, sopesando si debía o no revelar una parte de sí que había mantenido oculta durante años. Gael había sido honesto sobre su situación, y si iban a trabajar juntos, era justo que él hiciera lo mismo.
—Minji sabe algo sobre mi pasado —confesó Jinwoo, su voz más baja de lo habitual—. Algo que, si lo revela, podría destruir no solo mi empresa, sino mi reputación. He trabajado años para que nadie lo descubra. Y ahora, ella lo tiene en sus manos.
Gael asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
—Entonces, tenemos que asegurarnos de que no tenga la oportunidad de usarlo —dijo Gael, con determinación—. Si vamos a pelear, pelearemos para ganar.
Jinwoo lo miró, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba solo en esta guerra.