La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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22 - Aunque No Fueras Nuestra Compañera
— Ven, mi diosa, tenemos algo que mostrarte — dijo Ian, extendiendo la mano para que la tomara.
Kattie, con el corazón acelerado, aceptó su invitación. Los cuatro hermanos la guiaron hacia el primer piso, estando Ian y Axel a sus costados y Sam y Alex por detrás.
El primer piso era un área a la que ella tenía terminantemente prohibido subir. Hasta ese momento, solo había visto las habitaciones de los cuatrillizos desde lejos: la de Alex, frente a la de Axel, y más allá, las de Sam e Ian. El resto eran habitaciones vacías y dos estudios.
Al llegar a la cima de las escaleras, sus ojos se posaron en la puerta de Ian, y una pequeña sonrisa melancólica cruzó su rostro.
Recordó una noche en la que el mismo pasillo había sido testigo de una de las experiencias que habían marcado su infancia.
Tenía apenas once años y se había escondido en una pequeña habitación en la planta baja, temblando mientras escuchaba los pasos de Sam y Axel buscándola. La oscuridad de ese rincón la envolvía mientras su corazón latía desbocado. De repente, Ian apareció como un rayo de esperanza en medio de su desesperación. Con una expresión decidida, entró en la habitación sin que nadie lo viera y, en un susurro casi inaudible, le dijo:
— Ven conmigo, no puedes quedarte aquí. Ellos te encontrarán si te quedas.
La tomó de la mano y la condujo sigilosamente a través de pasillos y escaleras, hasta llegar a su propia habitación. Allí, Ian cerró la puerta con cuidado y se sentó junto a ella, asegurándose de que estuvieran a salvo.
En la mayoría de los recuerdos buenos que tenía de Ian, también se encontraban recuerdos crueles de sus hermanos.
Axel notando su cambio, se detuvo y la miró preguntando:
— ¿Bebé estás bien?, ¿pasó algo? — En su voz se notaba su desconcierto.
Negando con la cabeza Kattie respondió con su voz apenas audible.
— Solo un recuerdo, que había olvidado — respondió alejándose un poco de él sin darse cuenta.
Los hermanos se tensaron al escucharla. El ambiente se volvió tenso al instante.
— Está bien, ya pasó. Eso no volverá a suceder — la consoló Ian envolviéndola en sus brazos.
...POV Kattie...
Todo esto era una locura. Tenía tantas cosas en mi cabeza dando vueltas. Este día fue casi tan intenso como el de ayer, primero los cuatrillizos festejando mi cumpleaños, ya casi no recordaba cuándo fue la última vez que me cantaron el feliz cumpleaños o tuve mi propia torta.
Luego Emma, algo estaba pasando con los príncipes Krell, se veía muy afligida y eso me estaba comiendo la cabeza. Emma siempre fue un ser de luz, parecía iluminar todo a su alrededor. Su sonrisa era contagiosa y nada podía deprimir o hacerla enojar, siempre viendo el lado bueno de las cosas. Pero esa luz parecía haberse apagado de un momento a otro y eso me preocupaba muchísimo. Ella, Lara y Andrew estuvieron para mí en mi momento difícil, y yo también quería estar para ellos.
Por otro lado, Alex. Siempre lo creí el Alfa más serio, imperturbable, casi sin sentimientos, verlo perder el control de esa manera. Saber que a pesar de lo difícil que es para él hablar de sus sentimientos lo haya hecho conmigo de esa manera, realmente tocó una fibra muy sensible. Ese beso fue tan intenso, tan lleno de sentimientos, tan excitante. ‘diosa, ¿En qué estoy pensando’ me reprendí mentalmente.
También estaba Luna Ivy, sabía que no le caía bien, me tenía odio, y no podía entender por qué. Ver cómo los cuatrillizos me defendían fue inesperado, no pensé que pudieran llegar a enfrentar a su madre por mi.
Por último ese recuerdo que había olvidado era tan vivido, como si hubiera sido ayer.
Salí de mis pensamientos mientras llegábamos a la habitación que me habían preparado.
La habitación estaba casi terminada, era evidente que había sido decorada con cuidado y atención. Las paredes estaban tapizadas de un suave color verde menta, y el suelo, cubierto con una alfombra blanca y esponjosa, ofrecía una sensación de calidez.
En una esquina de la habitación, una gran ventana permitía que la luz natural iluminara el espacio, realzando los detalles de los muebles con olor a nuevos. Había una cama gigantesca como si hubieran juntado dos camas King con un edredón de lino blanco y cojines decorativos en tonos verde y dorado. Aunque aún no estaba completamente amueblada, ya había un par de estantes montados en la pared con algunos libros y objetos decorativos.
Un pequeño rincón estaba reservado para un área de lectura, con una silla cómoda y una lámpara de pie que proporcionaba una luz cálida. A un lado, una mesa de noche con una lámpara de diseño sencillo y una planta en maceta añadía un toque de frescura al ambiente.
— pensar que por ser su compañera ahora sí merezco una habitación. — dije de forma sarcástica, para mí misma. Pero es evidente que escucharon.
A veces nuestros sentidos desarrollados eran un fastidio.
— Lo siento — dije agachando la cabeza.
Realmente no quise decirlo para ellos, solo se me escapó.
— ¡No lo hagas, no lo vuelvas a hacer!
Fue Sam quien habló con voz firme y enojado. Desde hace casi dos días que no me hablaba en ese tono.
‘Se rompió el hechizo’ pensé para mí misma, mientras veía como Alex se iba.
— Cachorra, mírame. — Dijo acercándose, tomándome del mentón y haciendo que lo mirara a los ojos.
— No vuelvas a disculparte. Con ninguno de nosotros. — dijo suavizando la voz. — y mucho menos por decir lo que piensas.
— Entendemos lo que sientes, Kattie. Son muchas cosas y estuvo mal que mamá y papá te dejarán en ese cuarto de almacenaje. No mereces ser tratada de esa manera. — Dijo Axel
— Diosa, eso iba a cambiar justo después de que tomáramos el control de la manada; seas o no nuestra compañera — continuó Ian. — Solo… no tuvimos tiempo de hacerlo, todo se precipitó.
Vi cómo Alex regresaba a la habitación y una sensación de alivio se apoderó de mí, al darme cuenta de que no estaba enojado.
— Luna, mira esto — Dijo entregándome una libreta
— Por suerte a Alex le gusta anotar y dejar registro de todo — Dijo Axel tratando de aligerar el ambiente — pese a como nos llevábamos en ese momento, los cuatro siempre estuvimos de acuerdo, en que el trato que estabas recibiendo no era el adecuado. — continuó diciendo Axel mientras yo lo único que hacía era mirarlos incrédula.
Al ver que no abría la libreta, Alex se acercó, la tomó nuevamente y me mostró páginas específicas.
— Antes no podíamos intervenir en cuanto a las decisiones que tomaban nuestros padres. Pero ya habíamos establecido varios cambios que se realizarían bajo nuestro liderazgo. El principal era transferirte a una habitación de verdad. Luego que tuvieras todas las comodidades y necesidades básicas cubiertas. — Continuó mostrándome sus escritos donde estaba detallado, la fecha en que tuvieron esa conversación y de quien fue la idea.
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Kattie:
> Nueva vivienda / Habitación - Decisión unánime
> Comodidad y necesidades básicas - Decisión unánime.
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Kattie:
> Teléfono - Ian
> Computadora - Alex
> Transporte personal - Axel
> Departamento / casa propia - Sam - Denegado Alex.
> Trabajo pago - Decisión unánime
Cuando me mostraba la última fecha se notaba un poco incómodo. Entonces lo escuché susurrar.
— Ya era invisible a tus ojos, si dejaba que te fueras tal vez te olvidarías hasta de mi existencia. — Su voz denotaba una mezcla de vergüenza y tristeza. — Lo siento — se disculpó mirándome a los ojos.
Autora la haga mate de los cuatrillizos