Romance Prohibido II

Celeste.

Suspiro y leo el documento que tengo en mis manos, la audiencia ya lleva una hora, las cosas están en un punto medio, en el que no se sabe con seguridad a favor de quien va a fallar el juez.

Miro a el abogado Ivanov y este se nota tranquilo, llamo su atención y me mira.

— ¿Qué haremos para convencer al juez de fallar a nuestro favor? — él guarda silencio por varios segundos, luego me mira interrugante.

 — ¿Qué es lo que la señora Rubios repite constantemente acerca de su esposo? — pienso por varios segundos la respuesta a esa pregunta.

— Bueno, ella dice muchas cosas, pero la principal es que su esposo no sabe nada sobre sus hijos. — él asiente, entonces una idea cruza por mi cabeza.

La mejor forma de convencer al juez es demostrarle que a este hombre no le interesan sus hijos, que lo único que desea al obtener la custodia total es poder mantener todo su dinero intacto.

Después de varios minutos en los que la abogada interroga a la señora Rubios, yo llamo al estrado a el señor Jhonatan Sweet.

— Dígame algo señor Sweet, ¿Sabe usted que edad tienen sus hijos?

— Por supuesto, 14 y 12 años. — responde mirándome con superioridad.

— ¿Qué grado están haciendo cada uno? — al escuchar esa pregunta su semblante cambia.

 — Quinto y séptimo. — responde y sonrió.

— Error, el mayor está haciendo octavo y el menor sexto, son unos niños muy aplicados e inteligentes, estan bastante adelantados.

 — ¿Sabe ea qué escuela van?

—Por supuesto, asisten a unos de las mejores escuelas de la ciudad. — sonrió.

— ¿ El nombre?

— Berklin Internacional school. — su sonrisa se vuelve a anchar.

— Muy bien, una última pregunta, ¿Dígame la fecha esacta del cumpleaños de sus hijos? — su sonrisa se vuelve a borrar y se renueve inquieto en la silla. — estoy esperando su respuesta señor Sweet.

— E.. enero... 5, no 4 y septiembre ..... — el hombre guarda silencio por varios segundos.

— ¿Así que no sabe la fecha de cumpleaños de sus hijos? — Tengo muchas cosas en mente niña, administro una compañía, es normal que se me olviden algunas fechas especiales.

— Son sus hijos señor, esos que alega amar, y exige la custodia total, es un poco irónico que no sepa en qué grado están, ni la fecha de cumpleaños de cada uno. — término y miro al juez. — Eso era todo.

Doy media vuelta y vuelvo a mi lugar, el abogado Ivanov me mira y da un asentimento de cabeza.

Minutos después el juez anuncia su sentencia.

— Resolución del caso, disuelvo este matrimonio a partir de la fecha, anulo el contrato prenupcial, señor Sweet, usted tendrá que dar el 50% de todo lo adquirido desde el matrimonio a la señora Angélica Rubios, la custodia de los niños Ricardo Sweet rubios y Néstor Sweet rubios, quedara de la siguiente mamera, estarán toda la semana con su madre y fines de semana con su padre y más le vale señor que comparta tiempo con su6 hijos, una trabajadora social se encargara de que esto se esté haciendo, de lo contrario, la custodia será permanentemente para la la Señora Angélica Rubios. — el juez golpea su martillo y da por terminado el juicio.

Respiro aliviada, porque todo salió bien, es decir la custodia fue compartida pero en si no es tan malo, los hijos necesita estar con su padre.

Un rato más tarde todos salimos del resinto, el hombre se nota molesto, y cruza por nuestro lado sin inmutarse, mientras que su abogada se acerca a nosotros con una sonrisa coqueta.

— Bueno, Damiqnq, otro triunfo para tu lista. — la mujer mira a mi jefe de arriba a bajo. — Lo dicho, Yovana tiene mucha suerte. ¿Me preguntó si eres así de eficiente y bueno en todo?

La mujuer.

¡Dios que mujer tan descarada!

— Bueno, eso es algo que solo nos conviene a los dos, ahora con tu permiso, debo hablar con mi cliente. Señorita Cruz, venga.

Com semblante molesto el abogado pasa por su lado y lo sigo.

Una sonrisa se asoma en mis labios al pensar que la rubia tipa elegante y coqueta no es de su agrado.

______

Una hora después llegamos al bufet, somos recibidos por Brittany que nos sonríe.

— Buenas tardes abogado Ivanov y abogada Cruz.

— Buenas tardes. — saluda él abogado y camina directamente hacia su oficina, miro a Brittany quien mueve su labios preguntandome como nos fue, le sonrió y muestro mi dedo pulgar, ella sonríe y pronuncia un hablamos luego, asiento y entro a la oficina del abogado.

— Señorita Cruz, Acérquese un momento. — me habla apenada entró al lugar, camino directamente hacia el y como estoy siendo escrudiñada por sus increíbles ojos, siento un revoltijo en mi estómago.

— Dígame, abogado.

— Quiero felicitarla por el buen trabajo que hizo con el caso de la señora Rubios. — sonrio al escuchar aquello y una emoción invade mi pecho. — Fue muy elocuente y perpicaz, eso muestra que tiene futuro en esta profesión. Aquello me emociona aún más.

— Gracias, señor, que usted me diga eso me hace muy feliz.

— Bien, vuelva a su lugar continuemos trabajando. — asiento y doy media vuelta, sonrio abiertamente y camino hacia mi lugar, tomo asiento y lo volteo a ver, dándome cuenta que me está mirando, eso me pone nerviosa, el baja la mirada a su computadora y yo tomo aire profundamente.

_________

Un rato más tarde salgo de la oficina para ir al baño, pero primero hago una parada al puesto de Brittany.

— Bueno, entonces, cuéntame mujer, ¿Como estuvo el juicio?

Le sonrió. — Bueno, al principio estuvo complicado pero...

Le cuento todo los pormenores del juicio y lo que me dijo el señor Ivanov, ella me mira curiosa.

— ¡Vaya! Es raro, nunca imaginé que el fuera de los que felicitan.

— ¿Es la primera vez que tiene una pasante a su cargo?

— Así es, de hecho sé que no quería, pero ni modo, fueron órdenes del gran jefe.

— ¿el cual también es su suegro? — ella hace un asentimiento.

— cambiando de tema, ¿Te animas a ir con las chicas y yo a tomar algo después del trabajo? — la miro curiosa.

— ¿A dónde van?

— Al bar que queda a una cuadra de aquí.

Pienso por varios segundos su propuesta, la verdad no me vendría mal despejar la mente un poco, además, me sirve como celebración por el caso ganado.

Sonrió. — Está bien.

Ella da palmaditas mientras sonríe muy emocionada. — ¡Que bien le diré a las chicas! La vamos a pesar muy bien, ya verás. — me sonrió y asiento.