Emma lo tenía todo: un buen trabajo, amigas incondicionales y al hombre que creía perfecto. Durante tres años soñó con el día en que Stefan le pediría matrimonio, convencida de que juntos estaban destinados a construir una vida. Pero la noche en que esperaba conocer a su futuro suegro, el mundo de Emma se derrumba con una sola frase: “Ya no quiero estar contigo.”
Desolada, rota y humillada, intenta recomponer los pedazos de su corazón… hasta que una publicación en redes sociales revela la verdad: Stefan no solo la abandonó, también le ha sido infiel, y ahora celebra un compromiso con otra mujer.
La tristeza pronto se convierte en rabia. Y en medio del dolor, Emma descubre la pieza clave para su venganza: el padre de Stefan.
Si logra conquistarlo, no solo destrozará al hombre que le rompió el corazón, también se convertirá en la mujer que jamás pensó ser: su madrastra.
Un juego peligroso comienza. Entre el deseo, la traición y la sed de venganza, Emma aprenderá que el amor y el odio
NovelToon tiene autorización de Lilith James para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 16
Stefan
Entro a la casa de mi madre y lo primero que siento es ese aroma dulzón a rosas mezclado con un perfume caro que se aferra a cada rincón. Madison, mi madre, aparece en cuanto cierro la puerta, con los brazos extendidos y una sonrisa impecable.
—¡Hijo!— Me envuelve en un abrazo cálido y casi teatral.
—¿Cómo estás, mamá?— Pregunto, aunque ya conozco la respuesta.
—Trato de estar lo mejor posible— Suspira, dramatizando cada palabra. —Pero las cuentas se acumulan cada vez más.
Me detengo un segundo, desconcertado. Hace apenas unas semanas le transferí una suma considerable.
—¿Qué pasó con el dinero que te di?— Pregunto, arqueando una ceja.
—Oh, hijo… es mucho lo que debo pagar. La mansión, los empleados. Todo lleva dinero, ya sabes. Además…— Se mira las uñas perfectamente esmaltadas. —Arreglarse, comprar ropa para estar con las tendencias, tampoco es tarea fácil.
Cierro los ojos, me pellizco el puente de la nariz y camino hacia la sala. Tomo asiento en uno de los sofás de terciopelo, sintiendo cómo la paciencia se me escapa entre los dedos. Por momentos actua como una niña.
—Mamá, tienes que ser un poco más cuidadosa. No puedo estar girando tantas sumas de dinero así como así.
Ella se sienta a mi lado, inclinándose hacia mí como si quisiera suavizar la tensión.
—No te enojes, por favor.
—No estoy enojado— La miro fijo. —Solo quiero que entiendas que esto no puede seguir así.
—Lo sé, hijo, lo sé…— Pone cara de arrepentimiento. —Pero tienes que entender que tengo una reputación que mantener.
Suelto un resoplido de incredulidad.
—Mamá, nadie te va a tratar como menos si alquilas una mansión más pequeña para ti sola.
Hace como si le hubiera dicho la peor ofensa. Se pone de pie de inmediato, con la barbilla en alto y los brazos cruzados.
—¡De ninguna manera!— Exclama. —Estoy acostumbrada a estar rodeada de lujos y así planeo morir.
Respiro hondo, tratando de no perder la calma. No sé qué más decirle. La obstinación corre por sus venas.
Finalmente, vuelve a sentarse, con un aire más calculador.
—¿Y bien? ¿Pudiste hablar con tu padre?
Asiento lentamente. Ella espera, expectante, como si mi respuesta pudiera cambiarlo todo.
—Sí, hablé con él. Pero aún rechaza cualquier cosa que tenga que ver contigo.
Madison suelta un bufido cargado de fastidio.
—Ahg, ¿Es que tu padre nunca va a superar el pasado? Fue un pequeño error, nada más. Ya le pedí perdón mil veces por eso.
—Mamá— Digo con firmeza. —El orgullo de papá es algo que nunca lo dejará perdonarte. Hazte a la idea: ya no tienes ninguna oportunidad con él.
Ella se cruza de piernas, adoptando de inmediato una pose segura, como si no hubiese escuchado lo que dije.
—Tu padre me amó, Stefan. Yo fui su primer amor, la madre de su único hijo. Así como lo enamoré una vez, lo volveré a hacer.
La miro incrédulo, sin saber que decirle. No quiero que se siga humillando con papá por su perdón.
—Mamá…
—Para eso...— Interrumpe con voz firme, casi desafiante. —Necesito que me ayudes.
Me quedo en silencio, con la mandíbula apretada. Siempre que creo que no puede pedirme más, Madison encuentra la forma de exigirme lo imposible.
—No puedo ayudarte con eso, mamá. Mi padre no...— Comienzo, pero me falta decisión.
—Hijo, escúchame— Se inclina hacia mí. —Solo así volveremos a ser una familia.
Una familia. La palabra me golpea con fuerza. ¿Cuándo fue la última vez que esa palabra tuvo algún sentido para nosotros?
Intento mantenerme firme, pero ella alarga la mano y toma la mía, apretándola con un gesto de cariño que logra calarme.
—Esto es lo mejor para todos, Stefan— Susurra. —Si yo regreso con tu padre, ninguna arribista detrás de sus millones podrá quitarte lo que te pertenece.
Levanto la mirada y de pronto estoy prestándole toda mi atención.
—Solo piénsalo— Continua, con ese tono persuasivo que mezcla con ternura. —Que tu padre no haya vuelto a casarse hasta ahora no significa que no lo vaya a hacer más adelante. ¿Te imaginas? La mitad de su fortuna sería para ella.
Siento un nudo en el estómago. Mis labios se presionan en una línea tensa. No lo había visto de esa forma… pero ella tiene razón.
—Además— Añade, bajando un poco la voz, como si compartiera un secreto prohibido. —Imagina que se case y tenga otro hijo. ¡Que Dios no lo permita! ¿Qué quedaría de herencia para ti?
Mi mandíbula se tensa. Sé que lo dice con intención, que cada palabra busca manipularme, pero aun así no puedo evitar que la idea se plante en mi cabeza. Un hermano. Otro heredero. Compartir lo que siempre pensé que sería solo mío.
Niego con la cabeza, seguro, como si al repetirlo en voz alta pudiera borrar la posibilidad.
—Eso no va a pasar— La miro directo. —Mi padre solo sale con mujeres para entretenerse. Nada serio. Él no planea casarse, y mucho menos tener más hijos. Yo soy su único heredero y seguirá siendo así siempre.
Mamá sonríe, satisfecha con mi respuesta.
—Te ayudaré a volver con papá.
Stefan Falcone, 27 años