Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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Las leyendas del mar
El oleaje era suave para los estándares de un barco pequeño como La Tetera del Mar, pero para Daniel, cada movimiento del casco era una batalla contra su estómago. Agarrado a la barandilla del barco, con la vista fija en el horizonte para evitar que el mareo empeorara, se inclinaba constantemente, vomitando lo poco que quedaba en su estómago.
--Esto… esto es un infierno…-- murmuró entre jadeos, su rostro pálido y empapado de sudor. Nunca había imaginado que su aventura, o lo que fuera esto, incluiría sentirse tan miserable.
El aire salado no ayudaba, ni tampoco la risa burlona de los marineros a lo lejos, quienes claramente disfrutaban del espectáculo del "gran capitán Steven" reducido a un desastre humano.
--¿Así que este es el famoso Steven, capitán del legendario Leviatán Negro?-- Una voz firme y fría lo sacó de su miseria. Giró la cabeza lentamente para encontrarse con Dalia, la mujer de cabello amarillo, quien lo observaba con los brazos cruzados y una ceja arqueada.
Dalia era todo lo que Daniel no era en ese momento: fuerte, serena, y absolutamente en control. Su postura rígida y su mirada calculadora hacían que cualquier intento de disimulo por parte de Daniel fuera casi imposible.
--¿Qué quieres decir con eso?-- intentó responder, pero su voz temblaba por el malestar.
Dalia no se molestó en ocultar su incredulidad. --Lo que quiero decir es que el hombre que tengo frente a mí no se parece en nada al Steven que conozco. El Steven que se unió hace dos años tenía carisma, determinación y un estómago fuerte, no alguien que se desploma en la barandilla como un novato en su primer viaje.--
Daniel tragó saliva, intentando encontrar una respuesta que no delatara su verdadera situación. --Bueno, todos tenemos nuestros… días malos, ¿no?-- dijo con una sonrisa forzada.
Dalia soltó una risa seca, pero su mirada seguía siendo crítica. --¿Días malos? Steven, no sé qué te pasó allá afuera, pero desde que regresaste, no eres el mismo. ¿Sabes lo que pensé cuando te vi? Pensé: “El gran Steven está irreconocible.” Incluso parecía que olvidaste cómo camina un capitán.--
Daniel intentó reírse para aligerar la tensión, pero solo consiguió que un nuevo ataque de náuseas lo hiciera inclinarse de nuevo sobre la barandilla. Mientras vomitaba, escuchó a Dalia suspirar detrás de él.
--Déjame adivinar… también olvidaste por qué te uniste a nosotros, ¿verdad?-- Dalia preguntó, su tono cargado de sarcasmo.
Daniel alzó la vista, limpiándose la boca con el dorso de la mano. --Claro que no. ¿Cómo olvidaría algo así?--
--Ah, entonces dime-- dijo ella, dando un paso más cerca, su mirada ahora penetrante. --¿Por qué te uniste?--
El corazón de Daniel comenzó a latir con fuerza. No tenía ni idea de qué responder. Si decía algo incorrecto, no solo levantaría sospechas, sino que podría perder lo poco de autoridad que tenía. Inspiró profundamente, tratando de ganar tiempo.
--Por la aventura, por la gloria… ya sabes, todo lo que un capitán busca.--
Dalia chasqueó la lengua, como si estuviera decepcionada por su respuesta. --Eso es lo que todos decimos al principio. Pero tú eras diferente, Steven. Tú no te uniste solo por la aventura. Tú querías más. Querías fama, reconocimiento, querías ser una leyenda.--
Daniel asintió lentamente, como si recordara algo. --Sí, claro. Eso tiene sentido.--
Dalia lo observó con desconfianza, pero antes de que pudiera interrogarlo más, un grito desde la cubierta interrumpió su conversación.
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Mientras tanto, Josh en la cubierta
En otra parte del barco, Josh observaba desde las sombras cómo Uriel, el joven de piel oscura y movimientos ágiles, trabajaba en el mástil principal de La Tetera del Mar. Uriel parecía estar reparando una grieta en la madera con un cuidado casi obsesivo, como si el mástil fuera algo más que una simple pieza de equipamiento.
--Ese mástil tiene historia, ¿verdad?-- comentó Josh, acercándose con cautela.
Uriel, sin apartar la vista de su trabajo, respondió con una sonrisa. --Más de la que podrías imaginar, comandante Naou.--
Josh se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyándose en la barandilla. --¿Por qué no me refrescas la memoria? Digamos que… he estado un poco distraído últimamente.--
Uriel dejó de trabajar por un momento y lo miró con curiosidad. --¿De verdad no recuerdas? Este mástil estuvo a punto de romperse durante la tormenta del Cabo de las Lágrimas. Fue cuando el capitán Steven y tú decidieron navegar a través del ojo de la tormenta en lugar de rodearla.--
Josh parpadeó, sorprendido. --¿Nosotros hicimos eso?--
Uriel asintió, su expresión ahora más seria. --Sí, ustedes dos. Y fue una locura. Todos pensamos que estábamos muertos. Pero Steven insistió en que era la única forma de escapar de los barcos que nos perseguían. Y tú… bueno, tú nunca dejas que nadie dude de Steven, incluso cuando sabes que está equivocado.--
Josh tragó saliva, sintiendo una extraña mezcla de admiración y desconcierto. --Parece que hemos tenido una buena racha juntos, ¿eh?--
Uriel volvió a su trabajo, pero no sin lanzar una última mirada a Josh. --Sí, comandante. Una racha peligrosa, pero buena. Aunque… últimamente no pareces tú mismo. Ni Steven tampoco.--
Antes de que Josh pudiera responder, otro grito resonó desde la popa del barco. Era Dalia, quien llamaba a ambos para una reunión improvisada con los demás tripulantes.
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La reunión en cubierta
Cuando todos se reunieron en la cubierta, la atmósfera estaba cargada de tensión. Daniel y Josh intercambiaron miradas rápidas, intentando mantener la compostura. Dalia tomó la palabra primero, cruzando los brazos mientras observaba a todos con dureza.
--Escuchen bien, porque esto es importante. Hemos estado fuera de Marine demasiado tiempo, y nuestra ausencia ha levantado sospechas. Necesitamos asegurarnos de que todos estén en la misma página cuando lleguemos a puerto.--
--¿Y cuál es esa página?-- preguntó Uriel, limpiándose las manos de grasa mientras se unía al grupo.
--La historia oficial es que estábamos en una misión secreta. Nadie fuera de este barco debe saber más detalles. ¿Entendido?--
Los tripulantes asintieron, aunque Daniel y Josh apenas lograron contener su confusión. Todo esto era un teatro, pero ellos no conocían el guion.
Dalia se giró hacia Daniel, su mirada más severa que nunca. --Y tú, Steven, más te vale comportarte como el capitán que todos esperan. Ya tienes suficiente que explicar después de tu… actuación en la barandilla.--
Daniel asintió rápidamente, sin atreverse a contradecirla. --Claro, lo haré. No te preocupes.--
Cuando la reunión terminó, los tripulantes comenzaron a dispersarse. Daniel y Josh se quedaron en la cubierta, observando cómo el horizonte cambiaba a medida que La Tetera del Mar avanzaba hacia Marine.
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Reflexiones al anochecer
Esa noche, mientras los demás dormían o trabajaban en silencio, Daniel y Josh se reunieron en la pequeña cabina del capitán. Estaban sentados frente a una mesa de madera desgastada, tratando de armar las piezas de este complicado rompecabezas.
--Esto no tiene sentido, Josh-- dijo Daniel, pasando una mano por su cabello. --¿Cómo terminamos aquí? ¿Y quiénes se supone que somos realmente?--
Josh se encogió de hombros, mirando el mapa náutico extendido sobre la mesa. --No lo sé, pero una cosa está clara: Steven y Naou eran tipos importantes, y tenemos que descubrir qué demonios hicieron para ganarse el respeto de esta tripulación.--
--¿Y si simplemente les decimos la verdad?-- sugirió Daniel.
Josh lo miró como si hubiera perdido la cabeza. --¿Decirles que no somos quienes creen que somos? No, eso no va a funcionar. Por ahora, tenemos que jugar este juego hasta que encontremos una salida.--
Daniel suspiró, sintiendo el peso de su nueva identidad. Aunque no lo admitiera, una parte de él empezaba a sentir curiosidad por la vida de Steven y Naou. Tal vez, al comprender mejor quiénes eran esos hombres, también encontrarían respuestas sobre cómo regresar a su realidad.
Pero por ahora, lo único que podían hacer era sobrevivir un día más en este extraño mundo flotante.