LEILA sufrió toda su vida simplemente por ser el reflejo de su padre, por lo que tomo la decisión de vengarse de todos los que la lastimaron incluyendo a su hermano gemelo
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CAPÍTULO 2
NARRADOR
Leila despertó al escuchar los gritos de su hermano, así que salió corriendo de la cama hasta la habitación de su mamá, de donde provenían los gritos.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- Mi mamá no reacciona, quédate con ella, voy por ayuda - dijo su hermano, saliendo corriendo. Leila se acercó a su mamá.
Había visto muchos videos médicos y leído muchos libros, así que se acercó y tomó su pulso. No podía sentirlo, ahí supo que estaba muerta y sus lágrimas salieron por sí solas. Se sentó en el piso a llorar y el médico llegó con el señor Villarreal y su hermano.
- Lo siento, no puedo hacer nada, ya está muerta. Murió por un aborto mal practicado, así que tuvo una hemorragia durante la noche - habló el doctor después de revisarla.
- Es su culpa, usted la obligó a hacerlo, lo odio - le gritó Leila al señor Villarreal. Cuando el doctor se fue, sintió un fuerte golpe en la cara y cayó al suelo.
- Escúchame bien, mocosa. Tu madre no dejó que te golpeara nunca, pero ella ya no está, así que mantente callada y en tu habitación. Aún no sé qué haré contigo, ya que Leonor no está - la tomó del cabello y la llevó hasta su habitación, cerrando la puerta con llave. Golpeó la puerta, pero nunca la abrió.
Lloró todo el día y parte de la noche hasta que se quedó dormida. A la mañana siguiente, despertó muy débil y la puerta seguía cerrada, así que siguió llorando hasta que al mediodía se abrió y entró su hermano con un plato de comida y jugo. Alguien cerró la puerta en cuanto entró.
- Come, no lo haces desde hace mucho - dijo su hermano.
- ¿Quién está en la puerta? - preguntó mientras comía.
- Un guardia que el señor Villarreal puso - dijo Leo.
- ¿Y mi mamá? - preguntó a punto de llorar.
- La sepultamos hace un momento - dijo su hermano.
- No me dejó despedirme, ¿qué va a hacer conmigo? - indagó mientras volvía a llorar.
- Él quería llevarte a un orfanato, pero lo convencí de que no lo hiciera - dijo Leo.
- ¿Y entonces me tendrá aquí encerrada hasta que muera? - preguntó.
- No, te enviará a estudiar a un internado fuera del país. Dejará todos tus gastos pagos hasta tu mayoría de edad y luego tendrás que defenderte sola. Traté de convencerlo de que cuando salieras del internado te diera un apartamento para que tengas donde vivir, pero no accedió -
dijo Leo.
-"Entonces, ¿ya no te veré?" - hablo con un nudo en la garganta.
-"No, pero es lo mejor. Te prometo que algún día nos encontraremos y vengaremos la muerte de nuestra madre. Pero es mejor que estés lejos de ese hombre y te prepares. Estudia mucho y nos volveremos a ver. No sé cuándo, pero te encontraré y entonces nadie podrá separarnos nunca", respondió Leo.
-"¿Y contigo qué va a pasar?" - quise saber.
-Habló con su esposa por teléfono y la convenció de adoptarme. Seré un hijo adoptivo. Le mintió a la señora y le dijo que tú y mamá murieron en un accidente, así que quedé muy solo", dijo Leo.
-"Lo odio demasiado", hablé con tristeza.
-"Yo también lo odio, pero algún día pagará por todo el daño que nos causó. Ahora come. Él vendrá a llevarte al internado pronto. No sé dónde es, pero lo averiguaré y volveremos a estar juntos. Después de todo, somos gemelos", dijo Leo.
Mi hermano se quedó conmigo hasta que el señor Villareal me sacó de la casa por los cabellos y me metió al auto. Luego subió y arrancó. Volteé a ver atrás y ahí estaba mi hermano despidiéndose con la mano y llorando, al igual que yo.
Todo el camino estuve llorando mientras el señor Villareal conducía.
-"Ya cállate", me dio un golpe con su mano y me asusté mucho. Además, me dolió.
Cuando llegamos al lugar donde estaba su avión privado, me sacó del coche por los cabellos y me subió al avión. Luego me lanzó a uno de los asientos.
-"Escúchame bien, te vas a olvidar de tu hermano, de mí y de mi familia. Quiero que olvides quiénes somos y que alguna vez nos conocimos. A dónde te voy a llevar van a enseñarte a comportarte y cuando seas mayor de edad te lanzarán a la calle a tu suerte y tú verás qué haces. Pero a Nueva York no regresas porque si lo haces, te mueres", me advirtió el señor y yo me quedé callada en mi asiento.
El viaje fue demasiado largo y no me dieron nada de comer en el vuelo. El señor sí comió, pero yo no. En cuanto aterrizamos, me volvió a sacar de los cabellos y me subió a un auto con chófer. A este paso voy a quedar calva. El chófer condujo por dos horas hacia mucho frío y yo no tenía un abrigo ni nada. Me estaba congelando, pero al señor no le importaba. Llegamos a una gran construcción muy lujosa. Al igual que me bajó del avión, me bajó del auto. Ya me duele la cabeza por su culpa.
-Esta es la mocosa de la que quiero que se encarguen. No puede tener comunicación con nadie de afuera, no puede salir y mucho menos usar el teléfono o algún aparato electrónico. Si tienen que golpearla, háganlo, no me importa. De aquí no puede salir hasta su mayoría de edad, que es cuando la lanzarán a la calle - indica el señor Villarreal antes de irse y dejarme tirada en el piso como un trapo viejo.
-"Sígueme", me ordena una señora y lo hago.
"Esta será tu habitación. Todas se levantan a las cinco de la mañana. El desayuno es a las seis y la comida a las doce. La cena a las siete. Si no estás en el horario correcto, no comerás. Ahora duerme en el armario. Aquí está tu uniforme y lo que necesitas. Recuerda estar en el comedor a las seis o no habrá desayuno", habla la señora en un perfecto inglés.
'Disculpe, ¿en qué país estamos?", pregunto antes de que se vaya.
-"En Rusia", responde y se va. Me quedé helada al escuchar eso. Me trajo lo más lejos que pudo. ¿Cómo volveré con mi hermano? ¿Cómo lo volveré a ver estando tan lejos?
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