El Demonio De Altamar

Me encontraba solo, en aquella inmensa playa, aunque siendo realista estaba donde quería, cuando una voz de saco de mi ensoñación.

No esperaba encontrarte aquí- era Félix Rist, un capitán con muy mala reputación, sobre todo por la de juntarse con piratas que robaban nuestras embarcaciones y mataban nuestros soldados, pero como tenía el favoritismo del Rey, ninguna acusación en su nombre había llegado a ningún lado.

Capitán Rist ¿qué lo trae por estos lados?- pregunte con el tono más frío y sin emoción posible, era evidente el desagrado que tenía por esta persona.

Pues hay muchas cosas que me traen a este pueblo, sobre todo las bellas damas que aquí habitan- no termino de decir esa frase que dirigí mi mirada a donde él estaba mirando y lo comprendí, sus ojos se posaban lujuriosos en Isabella y algo dentro de mí empezó a hervir.

No debería comerse con la mirada a las jóvenes de aquí, no es propio de un caballero- le dije devolviendo mi mirada al mar.

¿Participará en la competencia?- me pregunto obviando mis palabras.

No es algo que me interese, aparte dudo que en este pueblo haya alguna persona que pueda superar mis expectativas- otra vez mi lengua era más rápida que mi cerebro y me condenaba a nuevamente ser odiado.

¿No sabía que consideraba a todos inferiores a usted, teniente Black?- cerré los ojos al oír esa voz, diablos ¿acaso debía ser tan oportuna? Voltee a verla y en sus ojos había una furia bien dirigida hacia mí.

Me presento señorita, mi nombre es Félix Rist, capitán de navíos franceses- dijo extendiendo su mano y por primera vez esperé que ella fuese tan desafiante como lo era conmigo.

Encantada, soy Isabella Lewis- dijo estrechando su mano, y pude ver como se tensaba al momento de recibir un beso de mi conocido en sus nudillos -ella es mi amiga, Dana Jill- la mencionada solamente hizo una reverencia y no levantó la vista, era como si se hubiese dado cuenta del raro personaje que estaba a mi lado.

Deberíamos volver al hotel, su padre puede estar preocupado por su ausencia- dije poniéndome delante de ella, con un porte de autoridad que esperaba que por primera vez en todos nuestros encuentros entendiera y obedeciera.

Puede regresar sin mí por el momento, aún faltan 2 concursantes más y prometí encontrarlos- me dijo desviando su mirada.

Entonces anóteme a mí y solo le faltará uno- dije sin pensar.

Yo seré el otro, aunque sé que contra el teniente no tengo ninguna oportunidad- dijo Rist riendo a mi lado.

Guau hijo, no pensé que te gustaría participar, decidimos venir a buscarlos porque ya se habían demorado mucho, pero ahora entiendo lo que tanto los entretuvo- decía mi padre sorprendiéndonos a todos, venía hacia nosotros con los señores Lewis por detrás.

Bien, entonces ya que están todos, síganme hasta donde deben cambiarse- dijo Dana, sin mirar una sola vez a Félix, es como si ella supiera que él era malo.

Nosotros estaremos alentando por ustedes- dijo la señora Lewis, mientras apoyaba su mano en el hombro de Isabella quien ni siquiera me miraba. Su indiferencia me estaba doliendo en lo más profundo de mi corazón.

Gane la carrera sin ningún esfuerzo adicional y mi padre recibió el premio porque ni bien salí del agua, me cambie y me fui al hotel sin hablar ni mirar a nadie.

¿qué ocurre hijo?- pregunto mi padre preocupado, mientras me alistaba para la fiesta que se daría a la noche en casa del alcalde.

Lo intento padre, juro que lo intento, pero esa niña caprichosa, no tiene ninguna intención de siquiera mantener una charla conmigo- le dije ya exasperado por toda la situación, debo reconocer que nunca había estado tan alterado.

Deberías darle tiempo, recuerda que tus palabras durante el velorio de su hermana no fueron bien tomadas por ella y creo que a pesar de ser un hombre orgulloso, sabes en tu interior que merece una disculpa. Deberías intentar empezar la charla de esa manera- su consejo era acertado, ella estaba reaccionando a las palabras que la habían herido y que para muy mala suerte mía habían salido de mi boca.

Lo intentaré padre- dije terminando de acomodarme el cinturón.

La fiesta comenzó sin darme muchos ánimos de quedarme, la verdad es que no estaba de humor para eso. Pero todo cambió cuando la vi entrar con su padre y su madre, estaba hermosa, su cabello ondulado, atado en una media cola, dejando libre todo el resto que le caía como una cascada por sus hombros y su espalda, un vestido de color celeste a juego con el tono azul de sus ojos y un ligero maquillaje que pasaba desapercibido. Los guantes cortos de color blanco con un ligero bordado en sus muñecas haciendo juego con el chal que llevaba sobre sus hombros, era una diosa y aunque no quisiera aceptarlo, a sus 17 años, levantaba miradas por todo el salón, no solamente de envidia de otras mujeres, sino también de lujuria en los hombres que se la querían comer cruda.

¿Me concedería una pieza señorita?- dije dándole la reverencia que una reina como ella merecía. Pude ver un leve sonrojo en sus mejillas.

Si teniente- me dijo posando su mano sobre la mía. La llevé sin pensarlo al medio de la pista y comenzamos a danzar como si estuviésemos solos en todo el salón. Debía admitirlo, la sutileza de sus movimientos sumada a su imponente belleza hacían que me perdiera en los pasos que debía dar, aunque no lo demostrará y gracias a sus guantes no sabría cuan nervioso estaba con su presencia.

Llámeme Eric por favor- le dije mientras la acercaba a mi pecho en un rápido movimiento.

No tenemos aún esa confianza Teniente- y ahí estaba otra vez, yo bajaba mi orgullo solamente para demostrarle que mis sentimientos hacia ella eran verdaderos y ella ponía esa soberbia al contestar que me hacía hervir la sangre.

Terminada la música, pude ver como ella, con mucha discreción se iba de mi lado, sin dejarme pedirle otra pieza más. Me fui hasta la barra de bebidas y tomé de un trago el whisky que me habían dado, no lograba calmar mi enojo y mis nervios ¿qué tenía que hacer para que me perdonara? Por primera vez desde que me había enterado de este compromiso estaba pensando en que quizás no era una buena idea.

Buenas noches, teniente Black, ni nombre es Lady Gisel soy la hija del alcalde- me dijo la señorita que se sentaba a mi lado y me extendía la mano. Debo reconocer que por mi mente paso el darle celos a la chiquilla, pero luego lo vi como algo tonto si ella no correspondía a mis sentimientos.

Encantado de conocer la señorita- dijo tomando su mano y besándola con respeto.

Le concedí el pedido de bailar conmigo, sinceramente no vi nada de malo en eso, aunque para el resto, más precisamente para mi padre y los señores Lewis, fue una falta de respeto a si prometida. Así que el reto me lo lleve en el cuarto de hotel que compartía con mi padre, gracias a mis acciones durante la velada, al día siguiente anunciarían mi compromiso con Isabella.