"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
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El Llamado de los Antiguos
La mañana siguiente, después de horas de marcha a través del renacido Valle de las Sombras, Lucas se detuvo en seco. Habían llegado a un punto elevado desde el cual podían ver una vasta extensión de colinas y montañas. En el horizonte, más allá del verde paisaje que se extendía ante ellos, las cumbres nevadas de las Montañas del Viento se elevaban imponentes.
—Ahí es donde tenemos que ir —dijo Lucas, señalando las montañas.
Mara y Torak se acercaron, siguiendo la mirada de Lucas hacia el distante macizo.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Mara, con curiosidad.
Lucas cerró los ojos por un momento, buscando la fuente de la sensación que lo había guiado hasta allí. Desde que el portal fue sellado y la llave se fusionó con él, había comenzado a experimentar visiones, pequeños destellos de un conocimiento antiguo. Era como si los Antiguos intentaran comunicarse con él, susurrándole en los momentos más silenciosos.
—Lo siento dentro de mí —respondió finalmente—. Los Antiguos están allí. O al menos, lo que queda de ellos. Si hay respuestas, estarán en esas montañas.
Torak no parecía convencido, pero no discutió.
—Si eso es lo que crees, entonces vamos. Pero nos llevará varios días llegar hasta allí, y no sabemos qué más podríamos encontrar en el camino.
Lucas asintió, sabiendo que el viaje sería largo y probablemente peligroso. Aunque el Valle de las Sombras estaba comenzando a sanar, todavía había muchos lugares donde la oscuridad podría haber dejado su huella. Aún así, no tenían otra opción.
Emprendieron la marcha al amanecer. El camino hacia las Montañas del Viento era difícil, y cuanto más se acercaban, más sentía Lucas el peso de la oscuridad dentro de él. Era como si algo se estuviera resistiendo a su avance, como si la sombra que aún lo seguía tratara de disuadirlo de llegar a su destino.
—¿Sientes eso? —preguntó Mara, rompiendo el silencio mientras ascendían una de las colinas más empinadas.
Lucas asintió. El aire se volvía más denso, más pesado, a medida que se acercaban a las montañas. Una sensación de amenaza latente flotaba en el ambiente, como si algo estuviera acechándolos.
—Es la oscuridad —dijo Torak, observando a su alrededor—. Aún está aquí. No sé cómo, pero no ha desaparecido del todo.
Lucas se detuvo un momento para recuperar el aliento, sintiendo el tirón de esa energía oscura dentro de él. Sabía que Torak tenía razón. El portal podía estar sellado, pero la oscuridad todavía tenía una presencia en el mundo. Y si los Antiguos no podían ayudarlo a entender qué estaba ocurriendo, entonces la amenaza podría volver a manifestarse.
—No estamos solos —susurró Lucas, mirando hacia el horizonte donde las montañas comenzaban a alzarse.
En ese momento, una brisa fría los envolvió, y un susurro apenas audible llegó hasta sus oídos. Lucas se giró hacia Mara y Torak, quienes también habían sentido la presencia.
—Eso... eso es real, ¿verdad? —preguntó Mara, buscando alguna confirmación.
Lucas cerró los ojos y trató de concentrarse en el susurro, en los ecos distantes que ahora llenaban el aire. Era una voz, o tal vez muchas voces, hablando en un idioma que no reconocía, pero cuyas palabras vibraban en su mente. Entonces, una frase se hizo clara, como si hubiera sido destinada solo para él.
"Ven a mí."
—Es una llamada —dijo Lucas, abriendo los ojos de golpe—. Los Antiguos. Nos están llamando.
Mara frunció el ceño.
—¿Los Antiguos? Pero dijiste que eran solo un eco de lo que fueron. ¿Cómo pueden llamarnos?
Lucas no tenía respuestas claras, pero sabía que el llamado que sentía no era una ilusión. Era real, una conexión directa entre él y las fuerzas que habían creado el portal.
—No lo sé —admitió—. Pero tengo que ir. Ellos saben algo que nosotros no, algo sobre lo que me está ocurriendo y lo que se avecina.
Torak observó el camino hacia adelante, sus ojos recorriendo el paisaje rocoso y desolado que rodeaba la base de las Montañas del Viento.
—Entonces no perdamos más tiempo —dijo, ajustando la correa de su espada—. Si los Antiguos tienen respuestas, debemos alcanzarlos antes de que sea demasiado tarde.
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Las siguientes horas transcurrieron en un silencio tenso mientras avanzaban por senderos serpenteantes que ascendían las montañas. A medida que subían, el clima se volvía más frío y el viento más fuerte, soplando ráfagas que les dificultaban el avance. Cada paso se volvía más pesado, y con cada kilómetro que recorrían, Lucas sentía que la conexión con los Antiguos se hacía más fuerte.
Cuando finalmente alcanzaron una meseta a mitad de camino hacia las cumbres, se encontraron con una visión que los dejó sin aliento. Delante de ellos, tallado en la roca de la montaña, se encontraba un vasto santuario. Las piedras eran antiguas, cubiertas de musgo y grabados que parecían vibrar con una energía ancestral. Columnas enormes sostenían el techo de una estructura abierta que se alzaba sobre un precipicio.
—Este lugar… —murmuró Mara, observando los grabados en las paredes—. Es más antiguo de lo que jamás hubiera imaginado.
Lucas avanzó con cautela, sintiendo que cada paso lo acercaba más al centro de la llamada que lo había estado guiando. Sabía que este era el lugar que buscaban, el Santuario de los Antiguos. Pero también sabía que no estaban solos.
—Nos están esperando —dijo, su voz apenas un susurro.
Al llegar al centro del santuario, Lucas sintió una vibración en el aire. De repente, las columnas que rodeaban el lugar comenzaron a brillar con una luz tenue, y una figura apareció en medio de la sala, formada por la misma energía azul que había visto cuando selló el portal. La figura no tenía forma clara, solo un contorno humanoide, pero su presencia era poderosa.
—Has respondido al llamado —dijo la figura, su voz resonando en la mente de Lucas, aunque sus labios no se movían—. Sabíamos que vendrías.
—¿Quién eres? —preguntó Lucas, sintiendo una mezcla de temor y respeto.
—Somos los guardianes del equilibrio —respondió la figura—. Aquellos que sellaron la oscuridad originalmente. Y tú, Lucas, eres ahora parte de ese equilibrio. Pero el sacrificio que hiciste al sellar el portal no ha terminado. Aún queda un precio que debes pagar.
El corazón de Lucas se detuvo por un momento. Sabía que había algo más, algo que no le habían revelado antes.
—¿Qué precio? —preguntó, con un nudo en la garganta.
La figura se acercó, y la luz azul que la rodeaba comenzó a intensificarse.
—La llave que usaste no solo cerró el portal. Creó un vínculo entre tú y la oscuridad. Ahora, eres el guardián del sello, pero también el portador de la sombra. Si no logras controlar esa oscuridad, se apoderará de ti y reabrirá el portal desde adentro.
Lucas sintió que el suelo bajo sus pies temblaba. Ahora entendía por qué había sentido la sombra persiguiéndolo, por qué la oscuridad aún lo acechaba.
—¿Cómo puedo detenerlo? —preguntó, desesperado.
La figura lo miró fijamente.
—Debes purificar la llave que llevas dentro de ti. Y para hacerlo, necesitarás algo que solo puedes encontrar en las profundidades del Templo de la Luz, más allá de las Montañas del Viento. Ahí reside la única fuerza capaz de contrarrestar la oscuridad que has sellado dentro de ti.
Lucas asintió, aunque el miedo lo envolvía como una manta. Sabía lo que debía hacer, pero la pregunta era: ¿podría realmente sobrevivir al desafío que lo esperaba?
—Ve al Templo de la Luz, Lucas —dijo la figura—. Solo allí encontrarás la salvación para ti y para el mundo.
Con esas palabras, la figura se desvaneció, dejando al grupo en silencio.