Muy buenas tardes queridas lectoras. Aquí les traigo la secuela de VENDIDA.
En esta nueva novela veremos la participación de Daniel y Los hijos de Sienna y Edgar. Espero la disfruten tanto como la anterior y le den todo su amor y apoyo. Les dejo un saludo desde Argentina su autora NARY.
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Segundo castigo. Daniel vuelve.
Es una sensación completamente nueva. Connor me hace sentir cosas que jamás antes crei que podía sentir.
Sus besos, sus caricias. Sus dulces palabras y sincera preocupación me llenan de felicidad.
Pierdo la noción del tiempo en sus brazos, cada movimiento que damos nos llena de placer.
Sus gemidos logran que me estremezca por completo.
Hasta que siento como una descarga eléctrica recorre todo mi cuerpo y un placer enorme se apodera de mí.
Esto debe ser un orgasmo, fue mi primero y fue increíble.
Poco después mi cuerpo reconoce que Connor también llegó al clímax al sentir su semen caliente en mi interior.
_ Estás bien Rebeca.
Me dice mientras acaricia mis mejillas, tomo su mano y la beso.
_ Mejor que nunca. Gracias Connor por todo.
_ Yo no he hecho nada por ti. Aún estas aquí no he podido liberarte.
Siento que sus palabras las dice con mucho pesar y angustia.
_ Pero lo harás ¿Verdad?
_ Claro que lo haré y ahora que fuiste mi mujer mucho más.
_ Con eso me basta.
Nos quedamos abrazados por un largo momento que quisiera que fuera infinito.
No me atrevo a confesarle que por entregarme a él sufriré en manos de Daniel.
No quiero que lo confronte y poner su vida en peligro.
Cómo desearía poder salir de este maldito lugar tomada de su mano y olvidarme de todo.
Pero tal como el nombre lo dice. "Aquí no hay salida"
El tiempo se nos acabó y antes de despedirnos nos besamos como dos locos enamorados.
ÉL me jura que me sacará de aquí y yo le creo. Sé que Connor me ayudará a volver a la vida.
Yo salgo primero para no levantar sospechas y 20 minutos después lo veo marcharse junto a su amigo que estaba cuidando de la puerta para no ser interrumpidos.
Después de realizar todos mis deberes solo queda esperar a que me lleven de regreso a mi otra prisión.
Para mi sorpresa el hombre que me trajo no está en su lugar uno nuevo me abre la puerta del carro.
Al llegar las luces se encuentran apagadas y todo está en silencio.
Tomo una ducha recordando lo vivido solo hace pocas horas.
Quiero grabar en mis recuerdos cada beso, cada caricia, cada sensación que me regaló Connor.
Sin más me voy a la cama a dormir, por la mañana lo primero que veo es a Daniel sentado junto a mi cama.
Su mirada se posa fría en mí. Tartamudeo de los nervios que tengo.
_ Se .. Señor cuándo llegó.
Este que no me quita la vista de encima frunce sus cejas y con la voz más aguda y filosa me dice.
_ Sabía que fallarías, pero jamás imaginé que de tal manera Rebeca.
Te di un poco de libertad para probarte y me has decepcionado profundamente.
¿Qué? Entonces todo fue una prueba para ver que aria. Maldito bastardo.
Antes de siquiera decir algo siento sus fuertes manos sujetar mi cabello.
Comienzo a gritar asustada mientras este me arrastra hasta su cuarto y me azota contra la cama.
_ Así que así quieres jugar muy bien Juguemos Rebeca ronald's.
_ No por favor.
Sin más se lanza sobre mí y destroza mi ropa dejándome en cuestión de segundos desnuda ante sus ojos.
Comienza a besarme con furia haciendo que mis labios sangren y luego muerde mi cuello y hombros.
_ ¿Aquí te besó ese bastardo? ¿Aquí te tocó?
_ No señor, no haga esto.
Le suplicaba aterrada por su brutalidad.
_ ¿Yo no puedo usar lo que es mío y otro hijo de puta sí puede?
Ahora entiendo por qué me trajo a su cuarto.
Tiene esposas y cadenas en cada esquina de la cama con las cuales me ata como si fuera un animal.
Me amordaza para que no grite y sin piedad alguna abusa de mí.
Lo hace una y otra vez hasta que cae la noche.
Fueron horas de puro dolor y sufrimiento.
Horas en la que lo único que deseaba era morir. Cada parte de mi cuerpo quedó marcado por su sadismo.
No hubo ni un solo rincón que él perdonara. Yo solo podía llorar, ya no sentía mis manos de la presión que las esposas ejercían en estas.
Mi cintura parecía que se rompería y sentía como de mis piernas escurría mucho líquido.
Lo sentía todo, pero no podía decir nada era como un animal sin vos.