Precuela de la saga colores
Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.
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15. Una prueba con costo
...EMILIANA:...
— Lo sé y por eso debería estar agradecida de librarse de mí y de que Lord Sebastian sea su esposo, un hombre más apropiado y un caballero, lamentablemente yo no tengo todos esos atributos... Y si se hubiese casado conmigo entonces estaría odiando mi presencia en estos momentos — Continuó el duque, encogiéndose de hombros.
Tenía razón, él nunca fue un buen pretendiente.
Observé a Sebastian y apreté mis puños.
Tal vez casarme con él fue mejor que con el duque, pero él también jugó en contra de mí y me dolía que no me creyera, que hubiese pasado por encima de mis emociones solo para asegurarse de que yo estuviese diciendo la verdad. Puede que hubiese destruido su poca creencia en mí con mi comportamiento, pero estaba cansada de que manipularan mi vida.
Yo no estaba preparada para verlos ambos, a penas y podía tolerar a mi familia, ninguno comprendía que todo aquello era muy difícil para mí.
Quise escuchar de la boca de Dorian lo que faltaba, lo que ya sabía pero que necesitaba oír de él.
— Si eso es así ¿Entonces por qué Eleana se casó con usted?
— Ah, eso fue por causa de mis artimañas, amenacé al conde con matarlo, si no me la entregaba como esposa, estaba tan enojado de que mis planes fueran truncados, así que me dirigí a su casa y le puse una espada en el cuello, seguramente su madre y él le contaron, pero se empeña tanto en no creerle a su familia — Dijo, con expresión firme — ¿La palabra de un ser indigno si le convence?
Me quedé en silencio y observé a mi hermana con la barbilla elevada.
— Está bien, hablaré contigo a solas.
No podía seguir con el rencor, pero tampoco volvería a ver a mi hermana como antes.
Mi hermano y ella arreglaron un matrimonio que no estaba yendo bien, lo peor de todo es que por Sebastian si tendría un verdadero sufrimiento.
— Iré por un trago junto a Lord Sebastian — Dijo el duque.
Sebastian tomó una postura erguida y asintió con la cabeza.
— Claro, por supuesto.
Se alejaron juntos y los invitados se apartaron por la presencia de duque.
Todos tenían razón, Dorian nunca fue un buen hombre.
Caminé hacia un lugar apartado del jardín, sin esperar si Eleana me seguía, pero escuché sus pasos rencos.
Me detuve cuando quedamos en un sitio privado, donde no podían vernos ni escucharnos y donde la música de la celebración se oía poco.
— Emiliana, yo lo siento tanto — Suspiró ella, con rostro dolido — Todo esto ha sido muy difícil, no he dejado de cuestionar mis decisiones, no quería lastimarte.
Empecé a llorar y por nuestro lazo, por ser mi hermana, por todas las ofensas que le grité en mi momento de dolor, decidí ceder. Estaba harta de cargar con tanto rencor, tanta rabia, solo quería tener paz.
— No... No te preocupes, ya veo la clase de hombre con el que estaba a punto de casarme... Me dijeron tantas veces, pero no quería creerlo, no quería estar equivocada porque no iba permitirme haberte dicho tantas cosas crueles — Confesé con mi voz débil — Me porté tan mal.
Se acercó y tomó mi mano.
— No, tranquila, entiendo perfectamente que debía ser difícil para ti, Lean y yo jugamos con tu destino, tomamos decisiones sin consultarte, te obligamos a casarte con un completo extraño — Ella también derramó lágrimas — Entiendo lo horrible que es lidiar con eso.
Al menos lo reconocía.
— Descuida, Sebastian es un buen hombre, la verdad es que es fue muy paciente conmigo... Lo desprecié y lo humillé tanto que ya no me trata como antes — Me estaba doliendo más que Sebastian no confiara en mí, mi hermana abrió los ojos como platos — He hecho de todo para que vuelva a hacer el mismo, pero me está pagando con la misma moneda y no lo culpo, yo fui cruel y desconsiderada, no era su culpa, pagué mi rabia, mi dolor y todos mis problemas con él — Me cubrí el rostro con las manos — Quería separarse de mí y la verdad es que yo no quiero dejarlo — Tal vez Sebastian me volvería a pedir el divorcio.
Lloré con fuerza y mi hermana me abrazó, dejé que me abrazara y lloré contra su pecho.
— Emiliana, no tenía idea de esto... Lo siento mucho, en verdad lo siento.
Me alejé de ella.
— ¿Qué hago Eleana? ¿Qué hago para que no me deje?
No podía evitarlo sentirme desesperada, tenía miedo de que Sebastian me rompiera el corazón, que volviera a marcharse.
Ella sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió mis lágrimas. Me hizo recordar cuando éramos niñas y a pesar de ser ella la lastimada, yo acudía cuando me frustraban las lecciones o cuando me lastimaba con alguna aguja de tejer.
A pesar de no llevarnos mucha edad de por medio, ella me mimaba mucho.
Me arrepentía de humilarla tanto.
— No llores más, todo tiene solución.
— No lo creo — Susurré, muy triste — Eleana, hice todo para alejar a Sebastian — También fui tan desafortunada para que me hallara en situaciones en la que no podía defenderme, como con las cartas y el pronunciar el nombre de Dorian dormida, pero eso iba a reservarlo — para mostrarle mi desprecio al punto de que ya no me quiera cerca... Eso no tiene reparo.
Sostuvo mi barbilla.
— Si lo tiene, todo tiene solución y todavía estás a tiempo de recuperar el cariño de tu esposo.
— ¿Cómo?
— Muestrale la Emiliana que eres, la cariñosa, la amigable, la que tiene una sonrisa en el rostro — Me sonrió ¿Cómo le explicaba que yo siempre le mostraba esa parte a Sebastian? — Demuéstrale que lo quieres, con detalles y afectos — Mi esposo era un hueso duro de roer — Por ejemplo, hoy que es su cumpleaños ¿Por qué no lo invitas a bailar?
Acercarme a Sebastian no era mi problema, eso no era lo que faltaba en nuestro matrimonio, pero no iba a fastidiar a Eleana con mis problemas, cuando ella estaba casada a la fuerza también y con un ser peor que mi esposo.
Decidí seguirle la corriente.
— ¿Tu crees que acepte?
Tomé su pañuelo para terminar de secar mis lágrimas.
— No aceptes un no por respuesta, ve a retocar el maquillaje — Me sonreí y le devolví la sonrisa.
La abracé de nuevo.
— Muchas gracias, Eleana, te quiero tanto.
— Yo también te quiero y descuida, somos hermanas, siempre lo seremos.
— ¿Qué hay de ti? ¿Cómo vas con el duque? Si fingió ser un caballero conmigo, debe ser un idiota.
Se rió y luego suspiró.
— El duque me respeta, a pesar de su fama.
Recordé como se besaban y entendí, ellos si se querían.
Me acerqué y toqué su mejilla — Es un alivio.
Ya no había más que hablar, así que caminé hacia la mansión.
No podía desearle mal, era suficiente con saber que no estaba sufriendo un infierno, pero lamentablemente, no podría convivir con ellos como una familia feliz.
...SEBASTIAN:...
— ¿Por qué ha decidido hacer la fiesta al aire libre? — Preguntó el duque, mientras bebíamos vino debajo de un toldo.
Me estaba arrepintiendo de lo que hice, Emiliana se veía muy dolida y enojada. Fui demasiado egoísta, solo quería comprobar que ella no sintiera nada por el duque, no pensé en que la presencia de ellos le afectaría tanto.
— La mansión es muy pequeña y quería algo diferente, aprovechando que dejó de nevar — Dije, bebiendo otro trago.
— De no ser por la fogata, tendrías un montón de estatuas de hielo — Bromeó, pero no me reí, lo único que quería es que esa celebración terminara y que Emiliana no estuviera molesta conmigo, tampoco es que yo estuviera muy feliz con su reacción, pero ya no quería pelear, estaba cansado de estar en constante conflicto con mi esposa.
Debí tratarla mejor, debí consultarle antes de invitar a los duques.
— Me gusta — Dijo, con tono de lunático.
— Gracias, hasta ahora está yendo bien... — Me quedé un rato pensativo, necesitaba comprobar una última cosa, ver si el duque todavía tenía un interés en Emiliana — Debo aceptar que sus palabras fueron muy acertadas para hacer entrar en razón a mi esposa.
— Solo dije la verdad y al parecer funcionó — Noté que observaba hacia el jardín, la duquesa Eleana estaba saliendo de allí, pero Emiliana no volvió con ella.
— A pesar de que lo hizo no estuvo bien, le ha tocado una buena mujer como esposa.
No lo decía con alguna intención, solo quería ver si sacaba algún comentario sobre Emiliana.
Sentí su mirada amenazante.
— Eso lo sé, no es necesario que me lo diga, ahora quite sus ojos de ella o será la última vez los usará — Me amenazó sin reparo y me estremecí.
El duque estaba enamorado de Eleana y un alivio me recorrió.
— Su Gracia, tranquilo, yo solo estaba admirando a la duquesa, no la observo con ojos malintencionados — Le enseñé las manos.
Me dió una mirada asesina.
— Le aconsejo que no se tome la molestia de admirarla... Cencentrese en admirar a su esposa, vea las virtudes de la mujer que tiene a su lado y no de la que no posee.
Apreté mi boca.
El duque dejó la copa sobre la mesa y se alejó hacia su esposa. Alber estaba con ella, tal vez mi sangre no sería la que manchara la nieve.
Me sentí un poco enojado ¿Cómo era posible que un hombre como Dorian me diera consejos sobre como tratar a mi esposa?
No toleraba que fuese mejor esposo que yo y que defendiera a su mujer de forma más digna que yo.
Solo fui un egoísta, en mi empeño de probar sus palabras.
Me marché para ir a buscar a Emiliana.
No estaba en jardín, así que entré a la casa a buscarla.
Debí ponerme en sus zapatos, debí ser más considerado.
Subí las escaleras, pero ella apareció en la cima y se quedó quieta al observarme.
— Emiliana — Le tendí mi mano — Ven conmigo, vamos a la celebración.
No dijo nada, tomó mi mano y bajamos las escaleras.
— Debí hablarle con la verdad, decirle que planeaba invitarlos, pero solo pensé de forma egoísta, por favor...
— Pensé que querría separarse de mí después de esto — Me interrumpió, elevando su mirada hacia la mía, sus ojos tenían muestras de haber llorado.
— ¿Por qué?
— ¿Ya comprobó lo que quería comprobar? ¿Su experimento funcionó?
— ¿Mi experimento? — Me tensé y su garganta se agitó.
— ¿Me va a someter a este tipo de cosas cada vez que tenga dudas sobre mis palabras, cada vez que se sienta desconfiado?
— Emiliana, yo no haré eso, no pretendía ofenderla, pero es que era muy complicado para mí con todo lo que ha pasado.
— No me apoyó, solo me trató como todos me han tratado, como una niña berrinchuda, pero ninguno se pone en mis zapatos, a ninguno le importó como me sentía... Tampoco a usted le importó como me sentiría con la presencia de mi hermana y el duque, solo quería cerciorarse de que yo no estuviese mintiendo en cuanto a mis sentimientos — Dijo y me acerqué a ella — Descuide, tiene que estar tranquilo, no estoy enamorada del duque, nunca lo estuve, solo puedo sentirme decepcionada, pero no siento nada más allá, porque solo fue una ilusión... Aunque mis palabras no valen nada para usted.
— Emiliana, lo siento por lo que te hice pasar — Toqué sus mejillas y sus ojos brillaron — Lo lamento tanto, ya no dudo de ti... Me di cuenta en último momento de que fue un error ser tan duro contigo, de haberte expuesto de esa forma ante los invitados y ante tu familia, cuando estabas tan vulnerable — Me arrepentí mucho y sentí un nudo en la garganta, los labios de Emiliana temblaron — Déjame ser el esposo que debo ser, vamos a la celebración, te daré tu lugar y siempre te apoyaré, no te dejaré sola en ningún momento.
— Después hablaremos con más calma — Se zafó de mi agarre y me sentí desesperado — Vamos a la celebración, no podemos ausentarnos demasiado. Son sus invitados.
— Lo siento, perdóname.
— Perdóneme usted, por no saber demostrarle que estoy enamorada de usted.