Angie Beltran es una hermosa y tierna muchacha que conoce a Pablo Aragón en un accidente , dónde el amor entre ellos surge al instante , haciendo la promesa que después de terminar cada uno su carrera se casarían y formarían una familia , Pero la obsesión de una mujer por Pablo los separa dos años , ella sin saber porque no llego el día de si boda y el pensando en ella cada dia . ¿qué pasará cuando se vuelvan a ver?¿ella lo escuchará?.
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CAPITULO 4
Después de las clases de la universidad, Angie se fue con Pablo toda la tarde para pasar la noche juntos en su pequeño apartamento que su padre le había regalado, pero ella lo tenía a nombre de Pablo.
Sabía muy bien que si su mamá se enteraba, la tendría ahí encima de ellos, jodiendo la vida, como dice Angie a su mamá. Simplemente, le mandó un mensaje a su padre diciendo que ella no llegaría esa noche a dormir.
Pablo, como todo hombre caballeroso, preparó la cena con velas, rosas, un buen vino y arregló la mesa para dos de manera muy romántica, mientras que ella se daba un buen baño.
También le escribió un hermoso mensaje a su mamá donde le decía que pasaría la noche con su amada.
Marcela sabía que tarde o temprano algo sucedería, conocía muy bien a las personas, como la madre de Angie ; esa mujer estaba esperando cómo atacar a su hijo y eso le daba mucho miedo. Pablo le contó por qué esa mujer lo empezó a odiar de un día para otro, por eso Marcela sabía y sentía que algo malo pasaría. — Mamá, deja de preocuparte tanto, todo estará bien - le decía Valeria a su madre intentando calmarla.
Mientras tanto, en el apartamento, Angie salió del baño lista para disfrutar de la cena romántica que Pablo había preparado. Se quedó impresionada al ver la mesa tan bien decorada y se sintió realmente especial. Juntos, disfrutaron de la cena, del vino y de la compañía el uno del otro. Hablaron, rieron y se sintieron realmente felices.
En medio de la cena, Pablo se levantó y se arrodilló delante de Angie : "Princesa, mi reina, te amo más que a mi vida y hoy te pregunto: ¿te quieres casar conmigo?".
—Mi amor, contigo voy hasta el fin del mundo. ¡Claro que sí, acepto ser tu esposa!—Angie se levantó de la silla con la mano en el pecho .
Con lágrimas de emoción en los ojos, Pablo le colocó delicadamente el anillo en el dedo y la abrazó con fuerza.
La noche se llenó de risas, brindis y planes para el futuro juntos.
Pablo y Angie supieron que estaban destinados a vivir una vida llena de amor y felicidad.
Después de la cena, se acurrucaron en el sofá, viendo una película y disfrutando de su amor. Angie pensaba en lo afortunada que era de tener a Pablo a su lado, compartiendo momentos tan especiales. Se sintió feliz y completa.
Ella, en medio de la película, le dio un beso en la mejilla a Pablo. Después, le dio un leve mordisco en el lóbulo de la oreja, susurrando en su oído: "¡Quiero que me hagas el amor, cariño!" Él la miró con una sonrisa, la besó y la llevó alzada como a una princesa a la habitación. Ella le rompió los botones de la camisa, se la quitó y lo llenó de besos por todo su pecho, mientras Pablo disfrutaba y su piel se erizaba con cada beso y caricia que ella le daba.
Después de un apasionado intercambio de caricias, Angie se arrodilló frente a él y lentamente desabrochó su pantalón, liberando su deseo contenido. Sin decir una palabra, lo tomó con firmeza en sus manos y comenzó a darle placer con movimientos expertos, haciendo que Pablo se estremeciera de deseo. Con cada roce y cada gemido, la intensidad del momento crecía hasta que ambos alcanzaron el éxtasis en un arrebato de pasión desenfrenada.
Él la alzó, la besó con tanta pasión, la llevó a la cama y se posicionó encima de ella, repartiendo besos desde el cuello, hasta lo más oculto de su cuerpo.
Sus manos acariciaron cada parte de su cuerpo. Entre besos y caricias, él entró en ella. Los gemidos llenaron el aire mientras se entregaban mutuamente a la pasión y el deseo. El tiempo pareció detenerse mientras se fundían en un abrazo apasionado, compartiendo un momento de intimidad que los envolvió por completo.
Cada caricia, cada beso, cada movimiento estaban llenos de amor y deseo mutuo, creando una conexión única entre ellos. Se sentían en sintonía, como si fueran uno solo en ese momento de pura intensidad y entrega.
El placer los invadió, haciéndolos perderse el uno en el otro mientras alcanzaban un clímax arrebatador que los dejó sin aliento. Se miraron a los ojos, con una mezcla de amor, deseo y complicidad, sabiendo que ese momento quedaría grabado en sus memorias para siempre.
Se abrazaron con fuerza, sintiendo el calor de sus cuerpos fundiéndose en uno solo, sabiendo que juntos eran invencibles. En ese instante, se juraron amor eterno, prometiendo entregarse el uno al otro para siempre en cada gesto, en cada mirada y en cada beso.
Prometieron no dejar que nada ni nadie se interpusiera entre ellos, que juntos serían capaces de superar cualquier obstáculo que la vida les pusiera en el camino. Se prometieron lealtad, respeto y complicidad, sabiendo que juntos eran más fuertes y que su amor era la fuerza que los mantendría unidos en todo momento.
Se miraron una vez más, con una sonrisa compartida que reflejaba la felicidad y la plenitud que sentían en ese momento. Se fundieron en otro apasionado beso, prometiendo seguir amándose y cuidándose el uno al otro por el resto de sus vidas.
Así, envueltos en esa burbuja de amor y pasión, se entregaron el uno al otro en cuerpo y alma, sabiendo que habían encontrado en el otro su razón de ser y su mayor fuente de felicidad. Juntos, se prometieron vivir cada día como si fuera el último, disfrutando de cada instante y creando recuerdos imborrables que los acompañarían por siempre.
Y así, en medio de susurros y suspiros de amor, se entregaron nuevamente a la pasión, sabiendo que habían encontrado en el otro el amor verdadero y eterno que siempre habían anhelado. Esa noche, se fundieron en un amor profundo y sincero que los llenaba de felicidad y gratitud por haberse encontrado en medio de la inmensidad del universo. Y juntos, se prometieron amarse y protegerse en cada paso del camino que tenían por delante, sabiendo que juntos eran invencibles y que su amor era infinito.
Mientras tanto, en casa, Marcela seguía preocupada, por su hijo. Sin embargo, en el fondo sabía que Pablo era feliz y eso era lo más importante. Decidió confiar en él y dejar de preocuparse tanto. Sabía que Angie lo adora y es fuerte su amor por su hijo.
Finalmente, Pablo y Angie se quedaron dormidos abrazados, felices y enamorados. Al día siguiente, enfrentarían juntos lo que fuera que el destino les tuviera preparado. Pero por ahora, solo querían disfrutar de su amor y de la felicidad de estar juntos...
Continuara...