Nunca imaginé que una simple prueba de embarazo cambiaría mi vida para siempre. Mi nombre es Elizabeth, y hace unos meses, mi vida era completamente diferente. Trabajaba como asistente ejecutiva para Alexander, el CEO de una de las empresas más importantes del país. Alexander era todo lo que una mujer podría desear: inteligente, carismático y extremadamente atractivo. Nuestra relación comenzó de manera profesional, pero pronto se convirtió en algo más. Pasábamos largas horas juntos en la oficina, y poco a poco, la atracción entre nosotros se volvió innegable.Nuestra relación terminó abruptamente cuando Alexander decidió que era mejor para ambos si seguíamos caminos separados. Me dejó con el corazón roto y una promesa de no volver a cruzar nuestros caminos. Pero ahora, con un bebé en camino, mantener ese secreto se vuelve cada vez más difícil.Decidí no decirle nada a nadie, especialmente a él. No podía arriesgarme a que esta noticia se filtrara y arruinara su carrera.
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CONTINUACIÓN
Elizabeth.
Javier me observaba con una expresión que combinaba preocupación y reproche.
—Elizabeth, actuaste de manera egoísta al alejarte sin comunicarte con nadie —expresó Javier, con un tono grave. —Particularmente al ocultar que estabas embarazada. Notamos que no te encontrabas bien, pero jamás imaginamos que la situación era tan seria.
—Lamento lo sucedido, Javier. No supe cómo afrontar la situación —dije, mirando hacia abajo.
—Al principio tuve mis sospechas, pero no creí que fueran ciertas —continuó Javier. —Luego desapareciste sin más, sin llamarnos, sin contarnos lo que realmente pasaba.
—Sé que estuvo mal, pero estaba asustada y no quería preocuparlos —dije, sintiendo un nudo en la garganta.
—Lo peor de todo es que nos ocultaste que mantenías una relación con tu jefe, quien resulta ser el padre de tus hijos —dijo Javier, visiblemente enojado.
—Lo sé, y lo siento mucho. No quería que se preocuparan más de lo necesario —respondí, con lágrimas en los ojos.
Tomás, que había estado escuchando en silencio, intervino.
—Estuvo muy mal lo que hiciste, Elizabeth. Pero tratamos de comprenderte, aunque se nos haga difícil —dijo, con un tono más suave.
Tomás levantó a Sofía en brazos y le preguntó su nombre.
—¿Cómo te llamas, pequeña? —preguntó Tomás, sonriendo.
—Sofía —respondió ella, tímidamente.
—Es un nombre muy bonito, Sofía —dijo Tomás, acariciando su cabello.
Lucas se acercó a Tomás y le dijo —Me parezco un poco a ti, aunque mis ojos no son del mismo color que los tuyos, tío.
Javier se mostró entusiasmado y le comentó a Tomás —¡Te ha llamado tío!
—Así es —respondió Tomás, sonriendo de manera amplia.
—Gracias por intentar comprenderme. Sé que no fue fácil para ustedes —dije, sintiendo una oleada de gratitud.
—Estamos aquí para apoyarte, Elizabeth. Siempre lo hemos estado —dijo Javier, tomando mi mano.
—Gracias, hermanos. No sé qué haría sin ustedes —respondí, sintiendo una oleada de alivio.
Pasamos el resto del día poniéndonos al día y disfrutando de la compañía familiar. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con el apoyo de mis hermanos y Clara, me sentía preparada para enfrentar cualquier desafío.
──────⊹⊱Alexander⊰⊹──────
Me encontraba en casa revisando algunos documentos cuando recibí una llamada del investigador que había contratado.
—¿Qué información tienes para mí? —pregunté, sintiendo la impaciencia apoderándose de mi voz.
—Señor, creo que la vi llegar al aeropuerto —contestó el investigador, manteniendo la mirada fija en mí.
—¿Estás completamente seguro de eso? —inquirí, frunciendo el ceño en señal de desconfianza.
—Sí, estoy absolutamente seguro, señor. Aunque lo que vi me pareció extraño —respondió, procurando justificar su afirmación—. Ella llegó acompañada de dos niños —añadió el investigador, evidenciando su sorpresa.
—¿Con dos niños? —repetí, sintiéndome asombrado por lo que estaba escuchando.
—Sí, señor. Parecían ser sus hijos —comentó el investigador con seriedad.
—Esto cambia radicalmente el panorama. Prosigue con la investigación y manténme informado —ordené, mientras desconectaba la llamada de manera abrupta.
Me quedé absorto en mis pensamientos, luchando por asimilar la nueva información que había recibido. Dos niños. Un escalofrío me atravesó el cuerpo al imaginar la posibilidad de que ella ya hubiera construido una nueva vida junto a otro hombre. ¿Realmente había la posibilidad de que esos niños fueran míos? La idea me resultaba abrumadora y confusa, como un torrente de emociones que se agolpaban en mi mente, dejando un inquietante sabor en mi interior.
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