El Retorno De La Princesa.

La duquesa mostró una sonrisa nerviosa, levantó la taza de té y bebió un sorbo.

—Qué horror ¿Cómo es eso posible?

—No lo sé madre, las doncellas pueden generar rencores y matar a sus amos, deberías tener cuidado —bajo su mirada y negó con la cabeza —Mara fue mi doncella desde niña y me traicionó, nada garantiza que ellas puedan ser fieles para siempre.

—Yo no creo que Mara hiciera tal cosa, pero igual sabía que necesitarías doncellas, por eso te enviare una nueva.

—No es necesario madre, por ahora con Silvia estaré bien, no quisiera que alguna nueva doncella tuviera malestar hacia mi y me envenene. Se que por ahora Silvia no lo hará —Andrea miró a Silvia.

—Jamás lo haría señora.

—De eso habló —Andrea sonriendo volvió a mirar a la duquesa. —¿Madre te pasa algo? Estás más blanca de lo normal —se levantó y estiró su mano para tocar la frente de la duquesa pero ésta se levantó antes de lograr hacerlo.

—Estoy bien, me alegra que tengas una doncella y espero que realmente sea fiel a tí —mostró una sonrisa ladina —no quisiera que te envenenaran de nuevo.

—No lo creo madre, no todas las mujeres son avariciosas y dañinas, no a todas les interesa matar a otras por ser concubinas o esposas —Andrea se quedó pensativa —¿Será que Mara quería ser concubina?

La duquesa tosió varias veces tras las palabras de Andrea.

—¿De qué hablas? Eso es imposible —la duquesa arregló su ropa y miró con altivez a Andrea. —por cierto, ya la envíe fuera. No creo que la veas de nuevo, nos vemos en el almuerzo. —volvió su mirada al frente hacia la puerta y camino.

—Hasta luego madre —dijo Andrea haciendo una leve reverencia y sonriendo. —tus padres deben ser enviados a otro lugar hasta que esto acabe.

Silvia miraba a Andrea mientras pensaba en lo que se había metido, sintió la pesadez en la mirada de la duquesa y en la forma amenazante en la que dijo que esperaba que realmente fuera fiel, era clara su intención con eso y lo único que Silvia amaba eran sus padres.

—¿Señora?

—Tus padres estarán bien, yo hablaré con Max, necesito que recuerdes estar a mi lado hasta destruir a esta mujer y luego serás libre.

Silvia se quedó en silencio. Andrea salió del salón siendo seguida por Silvia hacia la habitación.

La duquesa en el camino hacia su habitación pensaba y pensaba en lo dicho por Andrea tratando de adivinar qué tanto sabía, las indirectas que envió le daban una idea de que sabía más de lo que mostraba.

“Asesinar a otras mujeres para ser esposas o concubinas” —esto era lo que más pensaba, lo relacionaba directamente a la mamá de Max, sabiendo de primera fuente lo sucedido —”¿Ellos lo saben? No lo creo, es imposible que sepan algo como eso”

La duquesa estaba extremadamente nerviosa, ahora más que nunca debe desaparecer a Andrea.

—Busca al cochero, necesito hablar con él —le dijo a su doncella de confianza, está que siempre camina tras ella y es la mayor entre todas.

—Cómo diga, señora. —Vane hizo una reverencia y se apartó de la duquesa a hacer lo que le pidió

Mientras Vane hacía lo que le pedía la duquesa, Andrea llegaba a la habitación con Silvia quien estaba evidentemente nerviosa, no sabía lo que le esperaba pero tampoco esperaba sentirse amenazada el primer día.

—Bueno Silvia, quizás no estés muy acostumbrada a esto —dijo Andrea al entrar pidiéndole cerrar la puerta —yo quería conseguir una doncella diferente ya que no quería exponer a alguien que no supiera defenderse, sé que la duquesa ya no usará los trucos que acostumbra por eso… ¡No se que pensaba Max! —suspiro antes de continuar —tendre que encontrar a otra chica que sepa defenderse, no te preocupes que no te despediré.

—No se preocupe. —dijo Silvia alzando la mirada —yo se defenderme, es solo que pensé que sería un trabajo tranquilo, quizás solo ayudarla al baño, servir su comida, no sé quizás cosas normales, pero con lo que escuché lo dudo y fue una sorpresa.

—¿Es en serio lo que dices? —Silvia asintió. —Entonces Max sí sabía lo que necesitaba.

Andrea estaba confundida en ese momento, Silvia era la mujer que necesitaba su esposa antes ¿Por qué no la busco para ella? Tenía esa duda y seguro que preguntaría en cuanto tuviera oportunidad.

En aquella habitación Andrea verificó un poco las habilidades de Silvia, aunque no era tan hábil como ella tenía lo necesario para defenderse.

—Intentaremos practicar seguido, te ayudaré a ser mejor.

—Gracias, señora —dijo Silvia haciendo una reverencia.

—Vamos, tengo que ir al comedor —salieron de la habitación hacia el comedor, llegó un poco antes por lo que solo estaban las esposas de sus cuñados la miraban sonriendo y cuchicheando entre ellas.

(Mauricio, el primer hijo de la duquesa y Keila su esposa)

(Edgar el segundo hijo de la duquesa y cuarto del Duque, junto a su esposa Soila)

Andrea intentó ignorarlas mirando a la puerta esperando la entrada de Max quien no llegaba.

—Es que se cree mucho. —esto si lo escucho claramente.

—¿Qué dijiste? —dijo sin mirarlas con sus ojos fijos en la puerta, ya estaba molesta al recordarle a las idiotas de sus hermanas.

—Es una estúpida, siempre fingiendo enfermedad para atraer a su esposo.

—¿Es conmigo? —volvió la mirada a ellas quienes no dejaban de sonreír, Keila y Soila son sus nombres, dos jóvenes señoritas de veinte años.

—Seguro, nadie más en esta casa tiene que fingir estar muriendo para atraer a un hombre. —dijo Keila sin dejar de sonreír.

Andrea soltó una carcajada, y golpeó la mesa con ambos puños. Ambas mujeres quedaron pálidas ante esto ya que el ruido fue estrepitoso. Se calmó y las miró fijamente.

—Son unas tontas que no saben nada y si no quieren que les corte la lengua espero que no vuelvan a decir algo como eso. —las miro directo a los ojos —tengo suficiente irá contenida para cumplirlo.

—¿De qué demonios hablas? —dijo Soila levantándose de la silla de golpe y señalándola —tu eres solo la hija de un comerciante ¿Cómo te atreves? Discúlpate ahora.

Andrea se levantó colocando las manos en la mesa y mirándola fijamente.

—¡Oblígame! —mostró una sonrisa ladina, hasta que un carraspeo en la puerta llamó la atención de las tres chicas.