Monserrat Hernández es una respetada abogada defensora⚖️. Una tarde como cualquiera otra recibe una carta amenazante📃, las palabras la aterraron; opción 1: observar como muere las personas a su alrededor☠️, opción 2: suicidate.☠️
¿Que tipo de persona quiere dañar a Monserrat con esta clara amenaza mortal?✉️.
Descubre el misterio en este emocionante thriller de suspense😨😈
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(CAPITULO 18) DE PRESA A CAZADORA
Monserrat, ahora conocida como Sarah, decidió tomar una caminata por la playa cerca de donde quedaban las cenizas de su antiguo hogar. Era un día soleado de tarde, y el viento fresco del mar la acompañaba mientras caminaba por la orilla.
Llevaba una gorra, lentes oscuros y ropa oscura, precauciones que tomaba para evitar ser reconocida. Aunque había pasado tiempo desde que abandonó su vida anterior, siempre existía el riesgo de ser descubierta.
Al acercarse a la zona donde se encontraba su antigua casa, Sarah sintió un nudo en la garganta. La casa que una vez fue su refugio, su hogar, ahora era un montón de cenizas y escombros. La realidad de su pérdida la golpeó con fuerza.
Todo estaba hecho polvo, todo estaba hecho cenizas, todo estaba muerto. La casa que una vez resonaba con risas y lágrimas, ahora era un recuerdo lejano.
Sarah se detuvo en la orilla, mirando hacia el mar. El sonido de las olas la calmó, y por un momento, se permitió recordar. Recordó las noches que pasó en esa casa, las mañanas que despertó con el sol brillando a través de las ventanas.
Pero la melancolía no la consumió. Sarah sabía que debía seguir adelante. Su nueva vida dependía de ello.
Con un suspiro, continuó su caminata, dejando atrás las cenizas del pasado. La playa se extendía ante ella, un camino desconocido pero lleno de posibilidades.
En ese momento, supo que estaba lista para enfrentar lo que viniera. La muerte de su antigua vida había dado paso a una nueva oportunidad, y Sarah estaba decidida a aprovecharla.
Después de alejarse de las cenizas de su antigua casa, Sarah se sumergió en un estado de reflexión. Su mente comenzó a trabajar en una nueva estrategia, una que la llevaría a descubrir la verdad sobre el hombre que había estado involucrado en su pasado.
Ese hombre, que vivía en la mansión de Harrison Foster y sus hijos Caleb y Olivia, era un enigma. Sarah no sabía su nombre, pero sabía que estaba conectado a la familia Foster y a la misteriosa figura conocida como Lucifer.
Sarah decidió que era hora de conocer más sobre él. Sabía que no podía acercarse a él directamente, pero podía observarlo desde lejos.
Así que se dirigió hacia la mansión de los Foster, ubicada en un barrio exclusivo de la ciudad. Al llegar, se detuvo a una distancia prudente, mirando la mansión con detenimiento.
La arquitectura era impresionante, con columnas y ventanas grandiosas. El jardín estaba perfectamente cuidado, con flores y árboles que parecían haber sido colocados con precisión.
Sarah tomó nota mental de la disposición de la casa, de las entradas y salidas, de las ventanas y puertas. Era información valiosa que podría ser útil en el futuro.
Sabía que el hombre probablemente estaría en su trabajo en ese momento, pero eso no importaba. Hoy era solo el primer día de observación.
Sabía que al día siguiente tendría día libre en la librería, lo que significaba que podría dedicar todo el día a estudiar al hombre. Observar su rutina, sus movimientos, sus hábitos.
Con una sonrisa silenciosa, Sarah se alejó de la mansión, sabiendo que mañana sería el primer día de una nueva etapa en su búsqueda de la verdad.
Regresó a su departamento, ansiosa por planificar su estrategia para el día siguiente. ¿Dónde comenzaría? ¿Cómo se acercaría a él sin ser vista?
La noche se extendió ante ella, llena de preguntas y posibilidades. Pero Sarah estaba lista. Estaba lista para descubrir los secretos que se escondían detrás de la fachada de la mansión Foster.
La madrugada era oscura y silenciosa en Miami. A las 4:00 am, los taxis comenzaban a circular, y Sarah estaba lista. Se levantó, tomó su mochila y la llenó con provisiones para el día: panecillos, galletas y un termo de café.
También agregó unos lentes nocturnos de visión nocturna que había conseguido de un vecino. La oscuridad no sería un obstáculo para ella.
Se vistió con ropa negra, desde la cabeza hasta los pies, y salió de su departamento. La ciudad estaba en silencio, pero Sarah sabía que pronto estaría llena de vida.
Tomó un taxi en la esquina y le dio la dirección de la mansión Foster. El taxista la miró por el espejo retrovisor, pero Sarah mantuvo su expresión neutra.
Durante el trayecto, Sarah revisó su plan. Sabía que el hombre misterioso probablemente estaría en casa, y ella estaba lista para observarlo.
Al llegar a la mansión, Sarah pagó al taxista y se bajó del vehículo. La oscuridad la envolvió, pero con sus lentes nocturnos, podía ver claramente la mansión.
Se acercó a la verja y se escondió detrás de un árbol. Desde allí, podía ver la entrada principal de la mansión. La espera comenzaba.
Sarah se preparó para un largo día de vigilancia, lista para descubrir cualquier secreto que el hombre misterioso pudiera estar escondiendo. La mansión Foster estaba a punto de ser observada como nunca antes
Sarah se mantuvo curvada bajo el árbol, observando su alrededor. Las casas cercanas a la mansión estaban en silencio, sumidas en la oscuridad de la madrugada. La mayoría de los residentes de la zona aún dormían.
Mientras esperaba, Sarah decidió tomar un descanso y sacó su termo de café y algunos panecillos y galletas de su mochila. El café caliente la ayudó a mantenerse despierta y alerta.
A medida que pasaba el tiempo, la oscuridad comenzó a desvanecerse, y el cielo se tiñó de un tono azulado. Sarah miró su reloj y vio que eran las 5:50 am.
De repente, una luz se encendió en la mansión. Sarah se enderezó y miró hacia la ventana iluminada. Anotó en su libreta:
"6:00 a.m. - El señor que vive en la mansión de los Foster despierta a esta hora."
Sarah sonrió para sí misma. Había comenzado a obtener información valiosa. Ahora sabía cuándo el hombre se despertaba y podría planificar su siguiente movimiento.
Se preguntó qué haría el hombre después de despertar. ¿Se dirigiría al gimnasio? ¿Desayunaría en casa? ¿Saldría de la mansión?
Sarah se preparó para seguir observando, lista para descubrir más secretos sobre el hombre misterioso que vivía en la mansión Foster. La mañana estaba llena de posibilidades..
El hombre se subió a su coche y arrancó el motor. Sarah y el taxista lo siguieron a distancia, cuidando de no ser vistos.
El hombre se dirigió hacia el centro de la ciudad, donde se detuvo en una cafetería exclusiva. Sarah anotó en su libreta:
7:30 a.m. - Desayuna en la cafetería "El Punto"
Después de 30 minutos, el hombre salió de la cafetería y se dirigió hacia su oficina, ubicada en un edificio de lujo en el corazón de la ciudad.
9:00 a.m. - Llega a su oficina
Sarah y el taxista se mantuvieron a distancia, observando cómo el hombre trabajaba en su oficina durante varias horas.
12:00 p.m. - Almuerza en el restaurante "La Vista"
El hombre comió solo en el restaurante, disfrutando de una vista impresionante de la ciudad.
1:30 p.m. - Regresa a su oficina
La tarde transcurrió sin incidentes, con el hombre trabajando en su oficina.
5:00 p.m. - Sale de su oficina y se dirige hacia el gimnasio
Sarah se sorprendió al ver que el hombre era un apasionado del fitness.
6:30 p.m. - Cena en el restaurante "El Cielo"
El hombre cenó con un grupo de hombres de negocios, discutiendo temas financieros.
8:30 p.m. - Asiste a una reunión en un club privado
La reunión duró varias horas, con el hombre discutiendo con otros hombres de poder.
11:30 p.m. - Sale del club y se dirige hacia su casa
Finalmente, el hombre regresó a su mansión, apagando las luces a medida que entraba.
12:00 a.m. - Se retira a dormir
Sarah se sintió satisfecha al haber seguido la rutina del hombre durante todo el día. Ahora sabía más sobre su vida y sus hábitos.
Pero todavía quedaban muchas preguntas sin respuesta. ¿Qué era lo que el hombre estaba buscando? ¿Qué secreto escondía?
Sarah se dispuso a analizar la información recopilada, buscando patrones y conexiones. La noche sería larga, pero estaba lista para descubrir la verdad.
Durante varios días, Sarah repitió el mismo ritual. Cuando no trabajaba en la librería, seguía al hombre misterioso, observando su rutina y anotando cada detalle.
Descubrió que el hombre era metódico y predecible, siguiendo un patrón establecido de actividades diarias. Sin embargo, también notó algunas variaciones interesantes.
El tercer día, el hombre se reunió con una mujer en un café apartado. La conversación parecía tensa, y Sarah se preguntó quién era esa mujer y qué relación tenía con el hombre.
El quinto día, el hombre recibió una llamada telefónica en su oficina. La conversación fue breve, pero el hombre parecía nervioso y agitado después.
Sarah anotó cada detalle, buscando patrones y conexiones. Comenzó a sospechar que el hombre estaba involucrado en algo más grande que una simple vida de negocios.
Mientras seguía al hombre, Sarah también investigaba sobre la familia Foster y su pasado. Descubrió que Harrison Foster había sido un hombre poderoso y respetado, pero también había rumores de corrupción y escándalos.
La curiosidad de Sarah crecía con cada nuevo descubrimiento. ¿Qué secreto escondía el hombre? ¿Qué relación tenía con la familia Foster?
Después de una semana de vigilancia, Sarah se sintió más cerca de la verdad. Pero también sabía que debía ser cuidadosa. Si el hombre descubría que lo estaban siguiendo, podría ser peligroso.
La noche del séptimo día, Sarah regresó a su departamento, exhausta pero determinada. Sabía que debía continuar su investigación, no importaba el riesgo.
Se sentó en su sofá, revisando sus notas y planificando su próximo movimiento. La búsqueda de la verdad la había consumido, y no se detendría hasta descubrir todo.
Sarah se levantó del sofá, su mirada fija en la pared mientras pensaba en todo lo que había descubierto. La rabia y la determinación ardían en su interior.
Pase de ser la presa a ser la cazadora, se dijo a sí misma. Haré lo mismo que ellos me hicieron a mí, pero ahora a este hombre.
Se dirigió a su computadora y comenzó a escribir. Las palabras fluían de su mente como un río de venganza. Una carta amenazante, diseñada para sembrar miedo y duda en el corazón del hombre.
Sarah sonrió para sí misma, sabiendo que había comenzado una guerra. Una guerra que no terminaría hasta que el hombre estuviera destruido.
Con dedos rápidos y precisos, terminó de escribir la carta. La imprimió y la guardó en un sobre, listo para ser enviado.
La noche se cerraba sobre la ciudad, pero para Sarah, la verdadera oscuridad apenas comenzaba.