En una pequeña ciudad dominada por las tradiciones, Helena se enfrenta a un futuro incierto cuando su padre es acusado injustamente de un crimen que no cometió. Desesperada por limpiar su nombre, acude a Iván del Castillo, un juez implacable y frío, conocido por su estricta adherencia a la ley. Sin embargo, lo que comienza como una simple búsqueda de justicia, rápidamente se convierte en un intenso enfrentamiento emocional cuando Iván, marcado por un oscuro pasado, se siente atraído por la apasionada Helena.
A medida que ambos luchan con sus propios demonios y los misterios que rodean el caso, Helena e Iván descubren que la verdad no solo pondrá a prueba sus convicciones, sino también sus corazones. En un mundo donde la justicia y el amor parecen estar en conflicto, ¿podrán encontrar el equilibrio antes de que sea demasiado tarde?
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Capitulo 7
Helena caminaba de un lado a otro en su apartamento, sosteniendo en sus manos una carpeta llena de documentos. Había pasado los últimos días revisando cada prueba, cada testimonio, sin descanso, hasta que finalmente algo llamó su atención: una pista, una conexión que todos habían pasado por alto. Sabía que esto podía cambiarlo todo, pero no sería fácil. Si bien la verdad estaba al alcance de sus manos, sabía que enfrentar a Iván del Castillo no sería sencillo.
Decidida, Helena salió rumbo al tribunal con la carpeta bajo el brazo. Esta nueva prueba podría salvar a su padre, y no iba a permitir que la desestimaran. Al llegar, encontró a Iván revisando algunos papeles en su despacho. La tensión era palpable desde el momento en que sus ojos se cruzaron.
—Necesito hablar con usted —dijo Helena, sin preámbulos, colocando la carpeta frente a él.
Iván levantó la vista, sin mostrar sorpresa, aunque el brillo en sus ojos indicaba que había esperado algo así. Con un gesto frío, tomó la carpeta y comenzó a revisar los documentos sin prisa.
—¿Qué es esto? —preguntó finalmente, con un tono distante.
—Es una nueva prueba que encontré. Algo que todos hemos pasado por alto. Esto puede exonerar a mi padre —dijo Helena, con la esperanza brillando en su voz.
Iván cerró la carpeta y la dejó sobre su escritorio, sin siquiera mirar a Helena. Su voz sonó más gélida de lo habitual cuando respondió:
—No puedo considerar algo que no ha sido presentado de manera formal. Sabes cómo funciona el sistema.
Helena sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. ¿Cómo podía ser tan indiferente? Sabía que Iván era rígido con las normas, pero esta vez no se trataba solo de procedimientos. Se trataba de la verdad.
—¿Qué está diciendo? —preguntó, sin poder ocultar su frustración—. Esto es importante, y usted lo sabe.
Iván la miró por primera vez desde que había entrado en la sala. Sus ojos oscuros no mostraban rastro alguno de la atracción que había entre ellos días antes.
—Lo que digo —respondió con calma, pero con una firmeza inquebrantable—, es que no me corresponde a mí decidir si esto es suficiente o no. Debes seguir el proceso adecuado. Así es como se hace justicia.
Helena apretó los puños, intentando no dejarse llevar por la ira. Sabía que discutir con él no la llevaría a ninguna parte, pero tampoco podía simplemente quedarse de brazos cruzados. Respiró hondo y tomó la carpeta de vuelta.
—Si no va a hacer su trabajo —dijo, sin poder evitar el resentimiento en su tono—, lo haré yo.
Sin decir nada más, giró sobre sus talones y salió del despacho, sintiendo la mirada de Iván clavada en su espalda. Sabía que había tocado un punto delicado, pero no se arrepentía. Si él no iba a escucharla, encontraría otra manera de hacer que la verdad saliera a la luz. Lo que aún no sabía era que Iván, a pesar de su aparente indiferencia, comenzaba a sentir el peso de esa verdad tanto como ella.
Helena salió del despacho de Iván con la respiración agitada, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de ella. Caminó rápidamente por los pasillos del tribunal, intentando calmarse. No podía creer que Iván, con todo su conocimiento y experiencia, ignorara una prueba tan crucial. “¿Por qué no quiere escuchar?”, pensaba mientras descendía las escaleras del edificio.
Al llegar a la salida, se detuvo en seco. Sabía que no podía rendirse. A pesar de la indiferencia de Iván, ella debía seguir adelante. Si él no iba a darle importancia a esa pista, entonces buscaría otra manera. **La verdad siempre encuentra un camino**. Esa frase, que su padre le había repetido tantas veces, resonaba en su mente.
De repente, una idea se le ocurrió. Había alguien que podría ayudarla. Alguien con poder e influencia dentro del sistema judicial, pero con la capacidad de actuar más allá de las restricciones formales de Iván. Helena sacó su teléfono y marcó rápidamente un número.
—¿Estás ocupada? —preguntó en cuanto la voz del otro lado respondió—. Necesito hablar contigo, es urgente.
Mientras se dirigía a su próxima reunión, Helena no pudo evitar mirar hacia atrás una última vez hacia el edificio. Sabía que Iván del Castillo estaba aún dentro, convencido de que su frialdad era sinónimo de justicia. Pero Helena tenía algo que él no: la certeza de que su padre era inocente. Y eso era todo lo que necesitaba para seguir luchando.
pero me aburrió la trama por qué es confusa o quizás sea yo🤷