Tras perder a su padre y su madre terminar con graves lesiones, Violeta se ve obligada a conseguir mucho dinero para salvarla. Es entonces que logra un trato con el CEO para ser su esposa por un año. Las cosas parecen sencillas hasta que él empieza a preguntarse por qué debe dejarla ir ahora que tiene lo que deseó por tanto tiempo. Sin embargo, el pasado regresa para poner a prueba su matrimonio.
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Ella es mi muñequita
Capítulo Cuatro
Ella entró a la iglesia luciendo un vestido en forma de princesa, aunque no parecía que se sintiera cómoda, ya que para nada era su gusto, sino el de Alisé. Sin embargo, se veía hermosa, parecía esas muñequitas de los pasteles de boda. Violeta era una bella mujer por naturaleza y cualquier cosa que usara la hacía verse bien, incluso esos tontos overoles con los que ya la había visto caminar en la mansión. Aun así, me sorprendió un poco lo elegante que lucía, mi madre había entrenado bien a Alisé para buscarme una esposa trofeo para callar a la prensa.
Caminó por el pasillo como si no temiera a las críticas de esos malditos que mis padres habían invitado a nuestra boda. Una vez que Violeta estuvo a mi lado, sonreí, empezaba a disfrutar de este espectáculo.
–Respira o te desmayarás –le dije al darme cuenta de que contenía la respiración por los nervios. Ella era una muchacha obediente por lo que hizo lo que le pedí y su rostro poco a poco fue recuperando el color.
Una vez que pasamos por todos los ritos religiosos me di cuenta de que me había olvidado del beso, esta iba a ser la primera vez que lo hiciéramos y no lo habíamos hablado siquiera. Ella podía llegar a rechazarme y todo el circo que hacíamos podría estropearse; por lo que cuando el rabino dio la indicación de que ya podíamos besarnos y noté como sus ojos se abrían por el susto, tomé con mis manos su rostro.
–Será solo una vez –le aseguré en su oído y le pedí que lo resistiera.
La besé tratando de contemplar que éramos solo desconocidos cumpliendo un contrato, pero teniendo en cuenta que otros debían pensar que nos amábamos. Fui suave y solo hubo contacto entre nuestros labios, los suyos eran muy suaves y despedían un olor dulce; supongo que era por el labial que estaba usando. Noté que empezaba a temblar y me detuve, la abracé y le aseguré que la peor parte había terminado.
–Gracias –dijo con un hilo de voz.
–Gracias a ti –le respondí, ya que para mí tampoco era agradable hacer todo este teatro, pero no podía enojarme con ella porque no tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo.
Le pedí que se agarrara de mi brazo y al finalizar la boda salimos fingiendo que nos amábamos. Mi madre parecía satisfecha, aunque era una mujer difícil de conformar. Por lo que aún teníamos que convencer a los demás en la fiesta para que no nos molestaran. Mario y yo la ayudamos a subir a la limusina y después fui del otro lado para poder hacerlo también.
–Disculpe señor –dijo Mario dándose prisa para abrirme la puerta, no le dije nada, ya que se había quedado atorado con la puerta y el tul del vestido de Violeta.
Ya cuando estábamos de camino a la fiesta empecé a responder unos mensajes de trabajo y revisé los tabloides, mi familia estaría conforme con lo que se decía. Eso me daba puntos para poder seguir administrando la empresa. Puesto que mi madre me había amenazado con quitarme la presidencia si no contraía matrimonio antes de que se cumplieran los dos años desde que esa mujer me dejó. Aún no podía dejar de pensar en ella, no entendía la razón de su partida, ya que habíamos sido muy felices juntos.
–¿Estuvo bien? –me preguntó Violeta sacándome de mi burbuja.
–Claro que sí, perdón por no avisarte que debía besarte –le dije y ella se sonrojó, le quedaban lindas las mejillas así.
Noté lo incómoda que estaba con el vestido por lo que le pedí a Mario que nos llevara a la mansión y llamé a Alise para que llamara a la modista para que viniera con vestidos más cómodos para que Violeta se probara.
Ella parecía no entender lo que ocurría y le expliqué que tendríamos que pasar por lo menos cinco horas en la fiesta, por lo que lo mejor era que usara un vestido que no pesara tanto y le permitiera moverse con comodidad. Pareció feliz con mi sugerencia y se probó unos cuantos.
–Te ves muy bella con ese –le dije después de que se probara uno que le tapaba apenas las rodillas y no tenía mangas.
–Entonces me quedaré con este –le indicó a Alisé.
Volvimos a la limusina y fuimos hasta el salón donde se haría la fiesta. Ella se comportó acorde con la situación y saludó cordialmente a mis colegas y sus esposas. Había aprendido sus nombres en algún momento, algo que me dejó sorprendido. Todo parecía ir bien hasta que mi madre llegó a saludarnos. Le dijo algo al oído que hizo que Violeta se pusiera seria, esa mujer no tenía paz.
–Madre, podemos hablar en cualquier momento. Si nos disculpas ahora debemos seguir con el espectáculo e ir a nuestro primer baile –dije y aparté a Violeta del lado de mi progenitora.
Fuimos al centro de la pista y al verla me di cuenta de que llevaba los mismos aretes que yo le había obsequiado a mi anterior esposa para nuestro primer aniversario. Estaban en mi alcoba por lo que no habría podido tomarlos.
–¿Quién te dio esos aros? –le pregunté tratando de conservar la calma.
–Creí que me los había dado usted, es decir, tú. Estaban en mi cuarto esta mañana –dijo ella y supe que había sido obra de mi madre–. ¿Quieres que me los quite?
Ella se había dado cuenta de que no me gustaba que los llevara. Aun así, le aseguré que no había problema ahora, debíamos terminar con esto primero. La tomé de la cintura y ella al mismo tiempo mi mano; bailamos un vals. Me miraba como si tuviera temor de algo, sonreí y apartó la mirada de mí apoyando su rostro en mi pecho.
–¿Quieres que nos vayamos después de terminar con esto? –le pregunté.
–Estoy bien, cumplamos con todo lo que sea necesario –dijo ella y le aseguré que ya no hacía falta que nos quedáramos más ahí.
–¿A dónde te gustaría estar ahora? –le pregunté y su respuesta me sorprendió un poco.
Autora: Osaku
Pero que a caso el señor De La Torre no se a dado cuenta que la chica no es su anterior esposa? O se niega hacerlo? 🤔🤔