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Alana

Alana

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Diferencia de edad
Popularitas:3.6k
Nilai: 5
nombre de autor: NELSI BLANCO

Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de

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capítulo 12

El apartamento de El Pinar no se parecía en nada a la mansión de los Fuente. Estaba ubicado en un edificio antiguo y discreto cerca del puerto, con vistas al gris y agitado Atlántico. No era lujoso, pero era un espacio funcional con una puerta de seguridad sólida.

​Alana aparcó el Mercedes blanco a unas cuadras, el corazón todavía latiéndole por la adrenalina de la huida. Subió dos tramos de escaleras, sus dedos rozando la pintura desgastada de las paredes, y se detuvo frente a la puerta del apartamento 12B.

​Tocó tres golpes rápidos, la clave que Catalina le había dado por teléfono.

​La puerta se abrió un centímetro. Un par de ojos marrones, idénticos a los suyos, se asomaron por la rendija. Eran los ojos de una extraña, pero se sentían, extrañamente, como un espejo.

​La mujer que abrió la puerta era unos centímetros más baja que Alana, con el pelo oscuro recogido en una trenza. Vestía ropa sencilla y barata, un contraste absoluto con la ostentación de los Fuente, pero emanaba una inteligencia aguda.

​"Alana," susurró Catalina.

​La puerta se abrió de golpe. Alana dejó caer la maleta y, por primera vez desde que tenía cinco años, se permitió un abrazo real, no forzado, no transaccional. Catalina la abrazó con una fuerza desesperada. Las dos hermanas, separadas por trece años de mentiras y abandono, se unieron por el dolor y la traición de un mismo hombre.

​"Pensé que nunca te encontraría," dijo Catalina, con la voz ahogada.

​"Yo ni siquiera sabía que existías," respondió Alana, sintiendo el calor del hombro de su hermana por primera vez.

​El Comienzo de la Alianza

​Se separaron y Alana la observó. Catalina era estudiante de leyes. Alana era graduada en administración con la universidad en pausa, estudiando su doctorado. Juntas, eran un equipo formidable.

​El apartamento era pequeño: una sala que servía de comedor, una cocina diminuta y un dormitorio con una cerradura reforzada que Catalina había instalado.

​"Fernando usaba este lugar para esconder a sus 'activos', como nos llama," explicó Catalina, sirviendo agua en dos vasos. "Pensó que así me controlaría. Nunca imaginó que yo le daría la dirección a su esposa."

​Alana sacó una memoria USB de su bolsillo, no la agenda en sí (que había dejado como distracción), sino un archivo que había copiado antes de salir del vestidor.

​"Aquí está la verdad, Catalina. El registro de su agenda. Las Cláusulas de Divorcio del Anexo A, la prueba del voto de la junta directiva, y tu nombre. No somos víctimas, Cata. Somos las garantes de su negocio. Él te quitó el pasaporte porque sabía que podías entender este fraude."

​Catalina se sentó, sus ojos de abogada brillando sobre la pantalla. "Mi campo es el derecho corporativo. Fernando cometió un error fundamental. Al usar un matrimonio de conveniencia para asegurar un voto directivo, violó varias leyes financieras. No es solo adulterio; es fraude de influencia."

​"¿Y mi divorcio? ¿Qué podemos hacer con las cláusulas de divorcio que me obligan a guardar silencio?" preguntó Alana.

​"Esas cláusulas solo tienen peso si él puede probar que tú fuiste la parte que violó el contrato," explicó Catalina. "Pero si lo exponemos por fraude corporativo, esas cláusulas se anulan. El miedo de Fernando no es al escándalo; es a la Comisión de Valores. Si revelamos esto, su imperio se tambalea, y el Sr. Fuente Padre lo borrará de la faz de la Tierra."

​La Primera Estrategia

​Alana miró por la ventana, hacia el puerto. Tenía a su hermana, tenía las pruebas, y tenía el conocimiento. Estaba lista para luchar, pero ya no para huir.

​"Él va a venir a buscarnos. Nosotras tenemos que adelantarnos. ¿Cuál es el primer movimiento para garantizar nuestra seguridad y nuestro futuro?" preguntó Alana.

​Catalina se acercó y puso una mano sobre el hombro de su hermana. "Nuestro primer movimiento es la protección legal. Mañana, Alana, tú y yo vamos a ver a un antiguo profesor mío. Una vez que él tenga esta evidencia, no solo estaremos seguras, sino que podremos dictar los términos de tu divorcio."

​"Y después, ¿qué?"

​Catalina sonrió, una expresión dura y fría, completamente diferente de la niña asustada que abrió la puerta. "Después, Alana, comenzamos la parte divertida. Vamos a hacerle pagar por cada mentira. Vamos a desmantelar la vida de Fernando Fuente. No por venganza, sino por justicia."

Fernando Fuente no tardó mucho en darse cuenta de que había perdido.

​Estaba en su oficina, a la mañana siguiente, releyendo la agenda de cuero. La página de las anotaciones de Catalina seguía allí, inmutable. Alana se había llevado su maleta del vestíbulo.

​Al principio, creyó que había ganado la negociación: el silencio de Alana a cambio de su libertad. La agenda, el arma principal, estaba en sus manos.

​Pero a las 10:00 AM, su abogado personal, el Dr. Ramos, irrumpió en su oficina.

​"Fernando, tu esposa ha vaciado su cuenta matrimonial. Es una cantidad legalmente accesible, pero lo hizo a primera hora de hoy. Y lo más grave: su hermana, Catalina Alvarado, ha enviado una notificación legal a la Comisión de Valores."

​Fernando palideció, sintiendo un frío paralizante. "Imposible. ¿Qué dice esa notificación?"

​"Es una denuncia anónima, pero muy específica. Cuestiona la validez del voto directivo de Alvarado y sugiere una 'negligencia en el uso de fondos corporativos' para financiar 'acuerdos personales con terceros'. ¡Es tu vida entera en tres frases!"

​El nombre de Catalina en la notificación era un faro. Fernando comprendió de golpe la jugada maestra de Alana. No había huido con la agenda; había huido con la información y, peor aún, con su hermana, una abogada.

​"Maldita sea, la niña es inteligente. ¿Y dónde están?" gritó Fernando, golpeando su escritorio.

​"Esa es la pregunta. No están en casa, ni en el orfanato, ni en ninguna dirección conocida. Ya ordené a nuestra división de seguridad que rastree su teléfono y su Mercedes. Alana dejó una nota. Mira."

​El abogado le entregó un trozo de papel. En él, la letra elegante de Alana, solo dos palabras:

​"Anexo B."

​Fernando arrugó el papel con furia. La amenaza era clara: si la agenda era el Anexo A, la siguiente parte de la evidencia estaba en el Anexo B, lista para ser liberada.

1
Omis Mendoza
está muy buena La novela no demore mucho los capítulos quiero ver La cara del aristócratico sin celebró dé Fernando
Omis Mendoza
que maldito ojalá ella sea más inteligente y sé largue de ese infeliz y sé haga una mujer fuerte y empoderada
Omis Mendoza
era dé esperarse ésa situacion todo lo que brilla no es oro
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