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PROYECTO QUIMERA: El Despertar

PROYECTO QUIMERA: El Despertar

Status: En proceso
Genre:Futuro / Sci-Fi / Juego del gato y el ratón / Amor-odio / Pareja destinada / Mundo de fantasía
Popularitas:707
Nilai: 5
nombre de autor: Mary Kastlex

En un mundo dónde el sol es un verdugo que hierve la superficie y desata monstruos.
Para los últimos descendientes de la humanidad, la noche es el único refugio.
Elara, una erudita con genes gatunos de la élite, vive en una torre de privilegios y olvido. Va en busca de Kael, un cínico y letal zorro carroñero de los barrios bajos, el único que puede ayudarla a encontrar el antídoto para salvar a su pequeño y moribundo hermano.

NovelToon tiene autorización de Mary Kastlex para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 7: El ataque de las quimeras

Las primeras horas en las tierras baldías fueron una lección de insignificancia. El reptador de arena era una mota de metal arrastrándose por un paisaje diseñado por dioses indiferentes. Agujas de roca negra arañaban un cielo sin estrellas, y el suelo era una mezcla de arena petrificada y huesos blanqueados de criaturas olvidadas. Dentro del vehículo, el único sonido era el ronroneo de las baterías del Capitel y el crepitar ocasional de la radio.

Elara observaba a la tripulación. Rhea estaba en un estado de alerta perpetua en el asiento del copiloto, sus ojos grises escaneando los sensores de movimiento y el terreno a través del visor blindado. Orion, el artillero, mantenía un silencio estoico en la parte trasera, sus enormes manos descansando sobre los controles de la torreta. Kael pilotaba con una economía de movimiento, sus manos firmes sobre el volante, sus ojos moviéndose constantemente, leyendo el terreno mientras Elara leía un texto antiguo. Parecían menos una tripulación y más una manada de depredadores en su territorio de caza.

Elara se sentía como el único elemento frágil en esa ecuación de acero y supervivencia. Su único "arma" era el conocimiento, algo que parecía terriblemente inútil contra las garras de una Quimera.

El ataque llegó sin previo aviso.

Una alarma estridente inundó la cabina, y una luz roja parpadeó en la consola de Rhea. —¡Contacto! —gritó—. ¡Múltiples quimeras se acercan por el flanco derecho!

Kael no necesitó la advertencia. Giró el volante con brusquedad, y el reptador se deslizó sobre la arena negra mientras algo enorme golpeaba el lateral con la fuerza de un martillo de demolición. Elara fue lanzada contra su equipo, y el sonido del metal hundiéndose resonó como un trueno.

A través del visor, vio a las criaturas. Eran una abominación de la evolución, una mezcla pesadillesca de insecto y reptil. Del tamaño de un lobo, con exoesqueletos quitinosos de color obsidiana y múltiples patas con garras que se clavaban en el blindaje del vehículo. Sus mandíbulas se abrían para revelar hileras de dientes como agujas.

—¡Orion, fuego de supresión! —rugió Kael.

La torreta superior cobró vida con un estruendo ensordecedor. Elara vio las balas trazadoras de la ametralladora antigua de Rhea desgarrar la noche, impactando contra los exoesqueletos de las Quimeras en una lluvia de chispas. Eran armas balísticas, brutales y ruidosas.

—¡El blindaje es demasiado grueso! —gritó Orion—. ¡No las estoy deteniendo!

Una de las criaturas saltó sobre el capó del reptador, su cabeza se giró con un chasquido y sus ojos compuestos, sin vida, se fijaron en Elara a través del visor.

Kael ya estaba en movimiento. Con una fluidez asombrosa, sacó dos pistolas de aspecto pesado de unas fundas en sus muslos. No eran armas de fuego. Eran más elegantes, con bobinas de energía que brillaban con una luz azul. Abrió una pequeña escotilla lateral y disparó. Rayos de plasma azul chisporroteante salieron de las pistolas, impactando a la criatura en el cráneo. Hubo un siseo horrible, y la cabeza de la Quimera se derritió, salpicando el visor con fluidos incandescentes.

Mientras tanto, la puerta lateral se abrió. Rhea saltó fuera, reflejando una visión de furia plateada y blanca en la oscuridad. En sus manos, desenfundó dos cuchillos. Las hojas no eran de metal, sino de pura energía contenida, zumbando como avispones furiosos. Se movía con una velocidad y una ferocidad letales, esquivando a una Quimera que se abalanzaba y clavando sus cuchillas de plasma en las articulaciones de sus patas, amputándolas con cortes limpios.

Elara observaba, paralizada entre el terror y la fascinación. Vio a otra Quimera trepando por el lateral, dirigiéndose directamente hacia una punta expuesta del motor. No tenía armas. No tenía nada. Presa del pánico, agarró lo único que tenía a mano: un pesado extintor de incendios.

—¡Kael, a tu izquierda! ¡El motor! —gritó.

Kael se giró dentro de la cabina, vio el peligro, pero otra criatura lo estaba flanqueando. Estaba atrapado. Sin pensar, Elara se abalanzó hacia la escotilla que él había abierto, apuntó el extintor y disparó una nube blanca y helada directamente a la cara de la Quimera.

La criatura, cegada y confundida por el repentino frío, chilló y retrocedió un instante.

Fue todo el tiempo que Kael necesitó.

Con un rápido movimiento, unió las empuñaduras de sus dos pistolas. Con un chasquido satisfactorio y un destello de energía, las armas se transformaron. Un haz de plasma puro, de un metro de largo y zumbando con un poder inmenso, surgió de la empuñadura combinada. Ahora sostenía un sable de plasma. Se lanzó fuera del reptador, y con un solo y elegante sablazo, cortó a la criatura por la mitad.

La batalla terminó tan rápido como empezó. Los restos humeantes de media docena de Quimeras yacían esparcidos alrededor del vehículo. El silencio que siguió fue casi tan ensordecedor como el combate.

Rhea limpió sus cuchillos de plasma en el caparazón de una bestia muerta y los envainó. Kael desactivó su sable, que se separó de nuevo en dos pistolas. Elara temblaba, con el corazón desbocado y el extintor todavía en sus manos. Había estado a punto de morir. Se sentía inútil, débil.

Más tarde, mientras Jax reparaba los daños en el casco y el resto aseguraba el perímetro, Kael se acercó a ella. Se sentó en silencio a su lado, en el parachoques abollado del reptador.

—Tu aviso salvó el motor —dijo él, su voz tranquila.

—Usé un extintor de incendios —respondió ella, con la voz temblorosa—. Me habrían matado.

—No lo hicieron —dijo Kael. Miró sus manos, que todavía temblaban—. Pero no volverás a enfrentarte a ellos con las manos vacías.

Metió la mano en una de las cajas de equipo y sacó algo envuelto en un paño aceitado. Se lo tendió.

Con manos vacilantes, Elara lo tomó. Desenvolvió la tela para revelar un arma. Era una pistola de plasma, pero más pequeña y compacta que las de Kael. Su diseño era elegante, casi orgánico, con una empuñadura que se amoldaba perfectamente a su mano. Las bobinas de energía brillaban con un suave tono violeta, a juego con los colores del Capitel.

—Es un "Aguijón" —explicó Kael—. No tiene la potencia bruta de las mías, pero es precisa. Rápida. Como tú. Apunta a las articulaciones o a los ojos. No la desperdicies contra el blindaje.

Elara levantó la pistola. Pesaba más de lo que parecía. Era fría, sólida y mortal. Era una promesa.

—No sé cómo usarla —susurró.

—Yo te enseñaré —dijo Kael, y sus dedos rozaron los de ella mientras le ajustaba la empuñadura—. A partir de ahora, eres parte de la manada. Y la manada, sobrevive.

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Kennedy Colina Dominguez
buenísimo e impecable/Casual/
Kennedy Colina Dominguez
la temática es interesante 👏👏
Marina Caffroni: Sigue los otross capitulosss plissss🥰
total 1 replies
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