Hace mil años, en un valle oculto de Nørhaven, se conocia una leyenda que el dragón legendario, conocido como el "Dragón Dorado", nacerá en un "receptor", el oráculo profétizo, que" una joven guerrera lo tendrá en su interior, y solo encontrando a quien su corazón anela despertara".Los clanes idearon una batalla de guerreros, fue cuando el poder de Aria despertó pero.. Su poder aun era una parte,
Aria, una hermosa Joven muy dulce, pero su gran error fue confiar en su amiga Lyra, quien astuta y ambiciosa, llena de celos al ver como los príncipes la querían, motivada por su deseo de obtener poder para sí misma y proteger sus propios intereses, comienza a planear su muerte, lleno de mentiras a los príncipes, culpando de estar aliada con el príncipe Kael, el villano , quien ni quiera la conoce, Muriendo cruelmente frente a todos.
..Pero nadie se vio venir que ese fue su final para el valle, desatando la furia de los dioses, quien dio la reencarnación de otra alma a Aria.
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PARTE 2
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Aria volvió a su casa con el huevo. Le contó a sus padres sobre sus poderes y presentó a Frederick.
María y Ricardo estaban más que asustados, pero al escuchar que su secreto estaba protegido por los príncipes y el Guardián de Nørhaven, suspiraron aliviados. La felicidad fue mayor al saber que había sido nombrada como la nueva guardiana.
—Mi hermano volverá más tarde con el príncipe León; quieren hablar con usted. Será de mucha ayuda si la guardia está de nuestro lado —dijo Ely.
—Con gusto, Princesa. Sabíamos que esto podría pasar. Tiene nuestra ayuda —dijo Ricardo, mirando a lo lejos a Aria, que conversaba con María.
«Hija... qué orgulloso estoy de ti».
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—¿Y hay que dejarlo en el fuego, Frederick? —preguntó muy ansiosa María al ver el huevo sobre las brasas.
—Sí, Duquesa. No le pasará nada.
Aria también estaba preocupada al verlo.
—Espero que no se haga huevo hervido, Frederick —rió.
María reía y Frederick negaba con una sonrisa.
—¿Y cuándo nacerá?
—En un mes, para ser exactos. Su crecimiento es mucho más acelerado que el de los dragones comunes, Mi reina.
—Wo…
En ese momento llegaron Lucas y los chicos. María atendió a Griffiths, que estaba con Crow.
—Dígame, ¿qué le preocupa, Mi señora? —Frederick bajó a su altura.
Aria sonrió ladina mientras miraba las llamas.
—¿Cómo lo voy a encontrar?… A mi pareja —suspiró.
—Su corazón la guiará…
—¿Cómo? Dame una pista. No sé, una marca… algo… —hizo puchero.
Frederick sonrió negando.
—Puede preguntar a alguien que lo vivió.
Aria miró a Griffiths. Él podría ayudarla.
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Griffiths observaba el viñedo cuando Aria llegó por detrás. Los demás charlaban a gusto. Crow estaba en una competencia de fuerza con Lucas, mientras los demás gritaban y apostaban. Ely anotaba las partidas.
—Hola… ¿podemos hablar?
Griffiths asintió. Se sentaron en la bajada de la colina. El sol se ocultaba lentamente.
—¿Cómo supiste que era el dragón?
—Pude sentir tu poder. Es parecido al que tenía Calista, solo que el tuyo tiene un toque de hormigueo.
—Calista… qué hermoso nombre —él asintió—. ¿Y cómo supiste que era tu pareja? ¿Ella te lo dijo o lo notaste?
Griffiths sonrió.
—Estás en un lío, ¿no? —rió. Aria asintió frustrada—. Yo sentía algo extraño al estar con ella… como si fuera un imán. Era increíble —sonrió—. Éramos compañeros. Ella era una arquera increíble, la mejor. Vivíamos peleando por todo.
—¿Ella te dijo que eras su pareja?
Griffiths negó.
—No. Ninguno lo supo… —Aria suspiró frustrada—. Pero cuando sufrió una herida mortal, algo dentro de mí se desató. Sentí como si mi mundo se iba con ella. En ese momento lo supimos. Nuestras manos se unieron… y brillaron.
—¿Sus poderes se unieron? —preguntó Aria. Griffiths asintió.
—Ya veo… Aunque no creo que vaya acuchillando a los demás para averiguarlo —dijo burlona. Griffiths rió.
—Estás demente, niña. Lo que yo pienso es que, cuando veas a alguien que amas ser herido, lo sabrás.
—Ese será el gran dilema… Ni yo sé lo que siento aún —suspiró.
—Lo sabrás. Solo no niegues lo que sientes. Nosotros lo hicimos… y nuestro momento fue demasiado corto —miró la luna.
Aria le dio una palmada en el hombro. Él sonrió.
—No soy un niño para que me hagas eso.
—Ay, perdón, parecías un cachorrito —dijo burlona.
—Tengo más años que todos acá. No soy ningún cachorro —levantó una ceja.
—Eso se nota… Pareciera que te dieron escobazos con mucha fuerza —rió.
Griffiths la miró entrecerrando los ojos.
—Te pasaste, mocosa —le dio un golpecito en la frente.
En ese momento llegaron Kael, León y su hermano.
—Bien, me tengo que ir. Mañana te mostraré los lugares del valle. Crow te enseñará parte del Valle de Hueso y yo te mostraré algunas cosas que debes saber para camuflarte.
—Está bien. La próxima tienes que quedarte a comer.
Griffiths asintió y se fue, despidiéndose de los demás mientras se perdía entre los árboles.
—¡Señorita Aria! —gritó feliz Isack.
—Hola, Príncipe. ¿Comerás con nosotros? Haremos papas fritas.
—¿Hermano, podemos quedarnos? ¿Sí? —rogó Isack.
—No queremos molestar…
Aria le susurró algo al oído a Isack. León alzó una ceja al verlos cuando ambos se arrodillaron, juntaron las manos y dijeron:
—Por favor… ¡sí!
—Está bien, está bien… —cedió León, avergonzado—. Señorita Aria, lo hará un malcriado.
—Es un niño, Príncipe. Debe ser malcriado como tal. Ya tendrá tiempo de ser un gruñón cuando crezca.
León suspiró. Kael ya se lo había dicho: no se podía ganar contra ella; siempre tenía algo que responder.
•
Todos estaban adentro ayudando a cocinar. Aria le mostró a Ely cómo hacer la lasaña y las papas fritas que tanto quería Javier; los dos, junto a Félix y Tay, cocinaban.
Aria jugaba a los piratas con Isack. El príncipe León y Kael hablaban con Ricardo en su oficina.
Lucas y Tayron ayudaban a María con la mesa, y Crow miraba atento a Aria mientras jugaba.
—¡Muere, maldito! ¡Arrrg! —decía Isack, “apuñalando” a Aria con un palo de madera.
Aria “moría” en el piso como toda una actriz. Crow aplaudía su gran obra.
—¡Sí, gané! —festejó Isack. Aria se levantó; ya estaba lista la comida.
—Señorita Aria, ¿sabe más historias de piratas? —preguntó Isack, entusiasmado.
—Muchas. También de superhombres que tienen poderes… y grandes monstruos —Aria abrió los brazos asustándolo. Isack rió.
—¿Podría contármelos después? —saltaba feliz.
—Claro, puedo escribírtelos como cuentos. ¿Te parece? —Aria le limpió la cara; tenía un bigote dibujado con carbón. Le sacó el parche falso, que era una tela atada, y le acomodó la ropa que estaba hecha un lío.
—¡Sí, me encantaría! Hermano, ¡la señorita me escribirá cuentos! —dijo feliz, corriendo hacia él.
León sonrió mirándola. Aria levantó los hombros, sonriendo.
—No puedes negarte. Es mi fan número uno —dijo Aria. León rodó los ojos.
—Vamos, príncipe, limpiaremos su cara y sus manos —dijo María, muy cálida y dulce.
Crow llegó con un trapo mojado y limpió la cara de Aria.
—¿Te gustan los niños?
—¿Fui muy obvia? —rió. Crow asintió.
—Me encantaría ser maestra algún día…
—Eso suena bien, seguro lo harás excelente —dijo él, limpiándola suavemente.
Aria sintió un cosquilleo con el toque en su cara.
«¿Será esto a lo que se refería Griffiths…?»
—¿Mañana recorrerán el valle con el elfo? —Aria asintió. Crow miró sus ojos color cielo, que estaban más claros que antes—. Entonces nos veremos. Te mostraré un lugar seguro, te gustará.
—¿Es una cita? —levantó la ceja.
—Si lo fuera, no dejaría que estos niños estuvieran detrás de ti —miró a Lucas y Kael.
—Uy… qué miedo, potrillo. ¿Hoy estamos celosos? —dijo burlona.
Crow sonrió. Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Imposible no estarlo. Te queda hermoso mi cabello, ¿sabías? —sonrieron los dos. Aria sintió sus mejillas arder.
Kael llegó en ese momento.
—¿Podemos hablar?
Crow acarició su mano antes de irse. Aria sonrió nerviosa; ese toque sí que la estremeció. Kael tenía claramente cara de celos, y se le notaba.
—Tenemos las cosas para el valle del norte. Empezaron a hacer la bomba de agua. Y sobre las minas… teníamos razón.
—¿Alguien habló?
—Sí. El guardia. Nos dio el lugar donde podrían reunirse algunos. Están pensando atacar el valle. Ya mandé a resguardar a la gente.
—¿Crees que dice la verdad? —se cruzó de brazos.
—Lo de atacar, sí. Lo de que será en una semana… no lo creo. Encontramos caminos con huellas en el fiordo. Mañana mandaremos un grupo. Si saben lo del general, se moverán. Tenemos ventaja si atacamos rápido.
—Bien. Puedes avisarnos si pasa algo. Yo estaré con Griffiths recorriendo el valle. Estaremos alerta si notamos algo.
Kael asintió.
—Veo que se lleva bien con Crow…
—Sí, nos entendemos.
Kael sonrió nervioso—. Fue como si quisiera decir algo, pero no le salían las palabras. Aria lo miraba.
—Dígame, ¿qué le ocurre? ¿Por qué le cuesta decirme lo que piensa? —preguntó directa.
Kael aclaró la garganta. «Qué directa…»
—Yo… usted me agrada —dijo nervioso.
—¿En qué sentido? ¿Romántico? ¿Por chistosa? ¿O…? —preguntó Aria. Kael quedó tartamudeando.
«Mierda, ¿por qué no puedo hablar? Inútil…»
—En todos. Yo… la veo como una gran mujer. Me atrae, y espero que pueda sentir eso por mí alguna vez —dijo, nervioso pero firme.
—¿Y si no lo siento? —lo miró—. ¿Y si… prefiero a otro?
—Entonces no la obligaría a nada que no quiera. Me dolería, pero lo aceptaría.
—¿No lucharía? ¿Lo dejaría ser nada más?
—Yo…
—Ya está la cena —dijo Ely.
Kael y Aria se miraron. Su conversación quedó inconclusa. Kael no supo qué contestar y solo fue a sentarse junto a León.
Aria se sentó junto a su madre. Lucas estaba enfrente. Aria llamó a Frederick, quien no sabía cómo ponerse de lo nervioso: nunca había comido en una mesa con una reina y príncipes; antes era un delito hacerlo, y ahora compartir con ellos lo alegraba mucho.
Aria se sumergió en sus pensamientos y sentimientos; casi no comió. A veces mostraba una sonrisa para no arruinar la noche, pero no podía evitar sentirse inquieta.
«¿Será Crow…? Es decidido, capaz… aunque los tres lo son. ¿Cómo lo sabré?» suspiró.
Después de la cena, se despidieron de todos. Kael se fue con Ely y Javier, quienes tenían una reunión con sus padres mañana, y él estaba más que feliz. Aria los despidió.
—Lo de hoy… yo…
—Tranquilo, príncipe. A veces soy muy insoportable con las preguntas, no se preocupe —dijo Aria.
Kael asintió, no muy conforme, y subió al carruaje.
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María y Ricardo se despidieron de León e Isack, que había quedado profundamente dormido en los brazos de su hermano.
—Nos vemos, príncipe. Espero que le haya gustado la lasaña —dijo Aria.
—Me encantó, comí de más… e Isack también. Gracias, duques, y señorita Aria, esperamos sus cuentos.
—Los tendré listos mañana.
León subió al carruaje mientras se despedían. Lucas y los demás ya se habían ido; tenían que estar firmes temprano en el Castillo de Kvalir para su primer día de guardia.
—Suerte mañana…
—Nos vemos, Aria. Avísanos si necesitas algo —dijo Lucas subiendo al carruaje, junto a los demás que gritaban al compás “¡Adiós!” ya ebrios, haciendo que Aria riera.
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Antes de entrar, vio a Crow sentado en la colina. Caminó hacia él. Sus padres ya dormían y solo había silencio.
—Si te acuestas, se ven más lindas —dijo ella detrás de él.
Crow sonrió y se recostó en el pasto. Aria hizo lo mismo.
—En el valle hay un lugar donde todas las estrellas se ven tan cerca que puedes tocarlas.
—Increíble… quisiera verlo.
—Cuando quieras, preciosa —la miró—. ¿Qué te molesta? Noté que no comiste nada…
«Se dio cuenta…»
—¿Alguna vez te sentiste tan confundido que no sabes si explotar o dejar todo como está? —suspiró.
—Sí…
—¿Y qué hiciste?
—Exploté y actué —sonrió—. Tenía apenas quince años y mucha gente a quien ayudar. Era el único fuerte en ese entonces… mi gente tenía hambre, los niños no tenían ropa y muchos ancianos no podían cazar. La mayoría eran mujeres y niños. No podía dejar que murieran.
—¿Fue por eso que firmaste el contrato de libertad? —preguntó Aria. Crow asintió.
—Gané cada pelea. Me hice cada vez más fuerte. No me importaba si mi cuerpo terminaba mal, tenía gente a mi cuidado. Pude darles comida, techo y todo lo que necesitaban, pero… mi cuerpo empezó a no sentir. Ya no dolía, solo… lo hacía.
—Como si te hubieras apagado en vida —Aria tomó su mano. Crow asintió.
—Fue ahí cuando exploté. Saqué mi rabia, todo lo que contenía. Me liberé de un peso que no tenía por qué cargar… que pertenecía a alguien más —se giró hacia ella—. Y eso estás haciendo tú. Estás guardando todo. El poder que tienes es una gran responsabilidad, y no quieres admitirlo.
Aria suspiró, mirándolo de costado.
—Eres insoportable…
Crow sonrió.
—Pero tienes razón —continuó ella—. Lo que más me enoja es saber que tanto poder sería en vano si no encuentro a mi compañero. Es como si estuviera atada a alguien que ni siquiera sé quién es.
—¿El elfo no te ayudó en algo?
—Sí, pero no es fiable… —suspiró.
—No me agrada la idea, ahora que lo pienso, de que tengas a alguien más —se levantó, celoso.
Aria rió.
—Si eres tú, no dudes que te lo diré… aunque puede que te ponga celoso primero —sonrió.
—¿Ah sí? —levantó la ceja—. Eso sí que no me gustó —le tiró la oreja. Aria reía al ver su cara.
Después de la charla, Crow se despidió. Aria le dio un beso en la mejilla, algo que a ambos les provocó un cosquilleo interno.
«Eso fue algo nuevo… ¿Lo habrá sentido también?» pensó Crow mientras se alejaba, mirándola por momentos.
Aria entró feliz. No se dio cuenta, pero sonreía con los cachetes rojos. Subió a su habitación; aún podía sentir el agarre de sus manos. Se acostó abrazando la almohada, dejando que el sueño la invadiera.
«Seguro él no sintió ese cosquilleo… ¿Y si no es él…?» pensó Aria. Fue como si una voz negativa dentro de ella le arrancara la felicidad de un momento a otro.
Frederick, en la oscuridad de su habitación, empezó a poner sellos, notando algo oscuro que la rondaba.
«Mi señora… ruego que su corazón lo reconozca».
Largó un suspiro y se desvaneció en las sombras. Los sellos invadieron su alrededor con una luz transparente.
En el oscuro bosque, unos ojos rojos la observaban.
«Estúpido sirviente… Tendré que ir por ellos. No dejaré que encuentres a tu compañero, Reina Dragón».
Los ojos se esfumaron en el aire, y el cielo tronó mientras la lluvia se hacía presente. Un mal acechaba en la oscuridad, con poder de arrasar todo a su paso.
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lo intenté, llegué hasta este punto de la historia solo porqué la historia, la trama es buena, pero tantos errores gramaticales y de redacción, cansan honestamente, hacen que la lectura sea tediosa, el solo hecho de que en menos de 2 párrafos el mismo personaje tenga escrito de 2 o 3 formas diferentes el nombre, sumado a muchos otros detalles, hacen que el interés en la historia caiga.
Le aconsejaría a la autora, que antes de sacar una historia a la luz, lo lea y revisé con ojo crítico y si es posible que alguien más lo lea y le haga las críticas, entiendo que está es una plataforma gratuita y no puedo pedir una Ágatha Christie o un John Katzenbach o similar, pero si que las historias tengan un poquito de mejor redacción