Ambos creían haber encontrado su final feliz, pero les rompieron el corazón de la forma más cruel.
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Capítulo 24
La llevé de regreso a mí hotel, realmente no era el lugar de primera cita que esperaba, pero no conozco Brasil, así que prefiero tenerla aquí adentro, en donde sé que está segura.
Ordené a los empleados del hotel que llenaran mí suite con flores y pétalos de rosas, chocolates y también algunos vestidos, sólo para mí mujer. Porque ella se merecía todo lo mejor, y eso es lo que planeo darle.
Ella observó el lugar con admiración, su rostro literalmente se iluminó al ver todo lo que había preparado para ella. Me miró con incredulidad y habló:
—¿Realmente hiciste todo ésto para mí? –La duda en su voz me hizo querer sonreír, ¿Para quién más si no es para ella? Por supuesto que ésto es suyo, nadie tuvo jamás el honor de ser mimado de éste modo por mí, pero ella... ¡Maldita sea! Ella merecía todo y más–.
—Sí preciosa, sólo para ti, ¿Te gusta? –Ella negó, eso me hizo sentir triste, ¿No le gustaba nada de lo que le había preparado? Joder, tendré que llamar nuevamente al personal del hotel para que lo limpien y hagan todo de nuevo. Creo que ella notó mí silencio y se dió cuenta de que estaba malinterpretando sus palabras–.
—Quiero decir, me encanta... –No pude evitar sonreír, ¿Le gusta? ¡Eso es maravilloso!–. Pero no puedo aceptarlo, Nathan Gray, apenas conozco tu nombre y no sé cómo conquistan los hombres en tu país, pero en el mío, definitivamente no es proponiendo matrimonio luego de haber tenido una noche de pasión–.
—Bueno... Sí, acepto que me dejé llevar por la emoción –solté una risita, mientras rascaba mí nuca con vergüenza por mis acciones precipitadas–. Pero, de verdad me gustas, Nita. Creo en el amor a primera vista, eres tú, entiendo si estás asustada y preocupada porque ahora un hombre desconocido quiere entrar a tu vida como si nada, pero realmente quiero conocerte y que me conozcas. Joder yo... –tomé sus pequeñas manos entre las mías, soltando un suspiro de alivio al ver qué no se apartó–. Realmente quiero que seas mí esposa.
Sus ojos negros me observaban con incredulidad, pero pude notar que estaba conmovida por mis palabras.
—Sólo soy una simple sirvienta.
—Conmigo serás una reina.
—Tengo 28 años.
—Y yo 39, realmente no me importa la edad, amor. Es sólo un número sin sentido.
—Tengo un hijo adolescente –reveló, dejándome estupefacto, fue tanta mí sorpresa que no me di cuenta que dejé caer sus manos. Ella retrocedió incómoda, dios, quise morir, traté de explicarle pero ella continuó–. Soy madre soltera, quedé embarazada muy joven y, cuando el padre de mí hijo lo supo, me dejó y se fue para nunca volver. Gracias a una vecina, pude conseguir éste trabajo de sirvienta, me pagan bien, tengo una casa de alquiler que a veces me atraso a pagar. No es la mejor vida del mundo, pero al menos tengo un plato de comida en mí mesa todos los días. No soy una mujer rica, tampoco pretendo dejar todo e irme con el primer extraño millonario que venga a mí y me proponga huir, primero soy madre, luego soy mujer.
Me dolía escucharla hablar así, pero mí admiración hacia ella sólo crecía cada vez más. Ella era una luchadora, definitivamente la haré mí esposa.
—Nita, yo jamás te pediría que dejes a tu hijo por mí...
—Si vine aquí, fue para ponerte un alto –me interrumpió–. No dejaré a mí hijo, mucho menos por un hombre, así que será mejor que regreses a Londres y... –No pude soportarlo más, tomé su brazo y la acerqué a mí, estampando mis labios con los suyos en un beso abrazador y cargado de deseo. Ella es mí mujer, Nita es la futura señora Gray, y nadie, ni siquiera ella misma, dirá lo contrario–.
—Sí, regresaré a Londres, pero tú y tu hijo irán conmigo.
cómo estas
cuentame