Un Rey de Hielo, el más temido , frío y sin corazón busca a una Reina perfecta.
Una joven Audaz, fuerte, libre, envuelta en su mundo desea escapar..
¿ Qué pasará si sus caminos se unen ?
⚠️🔞❗️ Escenas explícitas, vocabulario, maltrato emocional
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Evaluando tu fuga.
El gran salón del castillo estaba iluminado por candelabros de cristal que reflejaban destellos plateados en las paredes heladas. La nobleza del reino se acomodaba en filas, intercambiando susurros y miradas calculadas, mientras la música suave apenas amortiguaba el murmullo de la corte.
De repente, las puertas del salón se abrieron y todos los presentes quedaron en silencio. Orion entró con paso firme, la capa azul oscuro sobre los hombros, la mirada fría y analítica recorriendo cada rincón. Los guardias se apartaron, respetando el espacio que parecía rodearlo de autoridad absoluta.
Se acercó al estrado central, deteniéndose apenas un instante para observar a todas las damas alineadas frente a él.
—Bien, comenzaremos —dijo con voz grave y segura—. Nadyra de Lethran. Veira de Rethnor. Iselina de Thorven… y Frely, Serena.
Cada nombre causaba un pequeño revuelo, murmullos que se desvanecían rápidamente ante su autoridad.
—Antes de cualquier saludo, quiero hacerles una pregunta —continuó, caminando despacio frente a las jóvenes—. Si una patrulla de la Guardia Real detecta movimientos sospechosos en la frontera, ¿cuál sería su primer paso para asegurar que no se trate de una emboscada?
Las damas intercambiaron miradas incómodas. Susurraban entre sí, algunas tartamudeando respuestas vacías. Serena, sin embargo, levantó apenas una ceja, sus ojos brillando con interés. Por un instante, sintió ese entusiasmo que solo despertaban los desafíos estratégicos, heredado de los entrenamientos con los soldados del ducado.
Cuando llegó su turno, Serena dio un paso al frente y saludó con perfección militar, inclinado ligeramente el torso, mirada firme, voz clara.
—Majestad. Siempre evaluar las rutas de aproximación, considerar cobertura y puntos estratégicos, y enviar un explorador antes de cualquier maniobra —respondió con seguridad, manteniendo la calma.
Orion asintió, impasible, pero sus ojos grises se detuvieron un instante más en ella que en las demás.
—Muy bien —dijo—. Ahora, Nadyra y Veira, preparen estas armas.
Un grupo de sirvientes acercó mesas con espadas, dagas y arcos cortos, cada una cuidadosamente colocada en un orden específico.
—Su tarea es simple —continuó el Rey—. Armar todo correctamente en menos de un minuto. Cometer un error y comenzarán de nuevo.
Las damas tragaron saliva, sus manos temblando ligeramente. Nadyra murmuró para sí misma, tratando de aparentar confianza. Veira ajustó su postura y respiró hondo, evaluando los movimientos con seriedad.
Serena, por su parte, abrió los ojos de par en par y una sonrisa apenas perceptible se dibujó en su rostro.
—Finalmente algo que vale la pena —susurró para sí misma, incapaz de ocultar el entusiasmo que le provocaba el reto.
Cuando Orion dio la señal, todas comenzaron a armar las armas. Algunas dudaban, otras titubeaban con las piezas, mientras Serena movía las manos con rapidez, precisión y seguridad. Cada espada, cada arco, cada dardo colocado perfectamente, como si aquel momento fuera hecho a su medida.
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Orion permaneció de pie, inmóvil, observando cada movimiento de Serena mientras armaba las armas con una precisión que casi rozaba lo imposible. Sus ojos grises con un contraste lila seguían cada paso, cada gesto, pero su expresión
Uno de sus guardias reales, un hombre alto y serio, se inclinó ligeramente y le susurró:
—Majestad, esa joven vive en el ducado Frely. Su padre fue Edran Frely. Su entrenamiento es conocido… y aparentemente fue ella quien estaba ayudando a evitar los ataques..
– Investiga eso, quiero saberlo- susurró , el guardia asintió
Orion arqueó apenas una ceja, mostrando un interés —Interesante — apenas audible
Pero antes de poder continuar explorando su curiosidad, Serena terminó de montar todas las armas en tiempo récord. Cada espada colocada, cada arco listo, cada pieza perfectamente alineada. Orion miró el reloj mentalmente y asintió ligeramente. La prueba había finalizado, y sin errores.
Serena se levantó del banquillo, respirando profundo, y apenas se dio cuenta de lo que había hecho: había seguido el protocolo con la precisión de un soldado, había demostrado habilidad, rapidez y disciplina.
Con la cabeza erguida, giró hacia Orion y realizó un saludo correcto .
—Su Majestad, la prueba ha sido completada.
Sin esperar ninguna respuesta, recogió sus canastas y salió del salón, sintiendo cómo los ojos del Rey aún seguían cada movimiento de su espalda.
Mientras caminaba hacia el carruaje, pensó con alivio:
— Tonta, Tonta me deje llevar...Que no me llame… que no me llame…
Sus primas en la fila la miraban con mezcla de asombro y diversión, incapaces de comprender cómo Serena podía mantener tanta calma y eficiencia bajo presión.
– Cuando vea a Nadyra ya ni se acordara- sonrió despreocupada
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