Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
NovelToon tiene autorización de Alex Buenos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Fuegos artificiales
Los días habían transcurrido, actualmente llevaba cinco meses casada con el duque, y también viviendo en ese nuevo mundo. Estaba en el jardín jugando una partida de ajedrez con Katelyn, personalmente mandé a hacer esa mesa con ese diseño para poder pasar el tiempo. Al principio Katelyn no sabía nada, pero le enseñé, estuve muy feliz el día que ella lo terminó de comprender.
—Señora, —alcé la vista mirando con detenimiento a mi doncella. —¿Sabe sobre el desfile de la familia real?
—No, ¿Cuándo sucederá eso? —Volví a centrarme en las fichas.
—No sé muy bien, lo escuché de las otras sirvientas, dicen que es una actividad anual y este mes se hará.
Asentí luego de haber hecho jaque mate y Katelyn quedó embobada por mi jugada. Me reí sintiéndome orgullosa por mi hazaña.
—Entiendo, imagina los encargos que voy a conseguir antes de ese día, muchos. Las mujeres aman vestir y ser halagadas por sus nuevas prendas, aunque ese no es mi pasatiempo.
—Bueno, también es algo difícil para una mujer casarse, la mayoría de los pretendientes buscan mujeres de alto estatus. Esa podría ser una manera de llamar la atención, con la belleza.
Me reí por lo que la joven Katelyn dijo, pero era una realidad que no se podía negar. Las mujeres más codiciadas eran las de alto estatus, las más conocidas eran Elena y Julen, ambas hermosas, como una joya pura y sin imperfecciones. Eso era lo que decía la sociedad.
—Tienes razón, no lo juzgo de todos modos, que ellas quieran hacerse un vestido semanalmente me beneficia bastante.
Katelyn soltó una risilla, últimamente intentaba ser delicada. Supongo que estar enamorada cambiaba la personalidad a veces. Sonreí ante aquella imagen tierna.
—Me gustaría casarme… —Fue un susurro tan bajo que me costó descifrar lo que dijo. Toqué su mano con tranquilidad, embocé una sonrisa.
—Y lo harás, tienes a Ian. —Las mejillas de ella se ruborizaron.
—No diga locuras duquesa.
—Cree en mi palabra, soy experta en predecir el futuro. —Ella negó mientras sonreía tímidamente.
—¿Es acaso una profeta de los dioses?
Eché una carcajada, ella también lo hizo y continuamos jugando ajedrez en esa hermosa mañana.
Por la tarde me reuní con el duque, era un momento de lectura se podría decir, cuando llegué frente a la puerta Ian abrió por mí y entré sin hacer tanto ruido con mis pisadas. Iruen como siempre estaba sentado con ese aspecto serio en su escritorio, me acerqué a él, que al verme dejó el libro a un lado.
—Es un estilo diferente, —me miró de arriba hacia abajo, luego embozó una pequeña sonrisa. —Te queda hermoso. —Llevaba puesto un traje, era moderno pero mezclado con algunas ideas de las prendas antiguas, una falda encampanada, un chaleco y una camisa blanca con las mangas anchas.
—Gracias —me senté en el asiento frente a él.
—¿Todo va bien con tu trabajo? —Siempre me preguntaba eso, al parecer le gustaba escuchar las cosas que había hecho. Noté algo de ese nuevo cuerpo, no sabría cómo explicarlo pero era como si los sentimientos o gustos de ese cuerpo pasaran a ser míos, casi abandoné el vino, pero me resistí, eso jamás.
—Supongo que todo va con normalidad. Por cierto, Katelyn me comentó sobre el desfile de la realeza, eso aportara más, en esos momentos las jovencitas sobre todo hacen varios encargos de vestidos.
—No te sobre esfuerces mucho, sabes que no es sano.
Asentí a lo que él me pidió, aunque gracias a la magia de control era más fácil coser, pero obviamente usar tanta magia me dejaba agotada, casi muerta.
—¿Quieres ir a ver el desfile? —arqueé una ceja, pensaba que él no iba a asistir por culpa del príncipe heredero. —Es en quince días, la mayoría de veces dura una mitad de hora y luego finaliza con fuegos artificiales.
—¿Fuegos artificiales? —No sabía que existían en ese mundo, era una sorpresa enorme y me alegraba que ese mundo no fuera tan diferente del que yo provenía.
—Sí, será por la tarde para que el espectáculo sea más agradable. ¿Vienes?
—Por supuesto.
Seguimos hablando, el tema cambió y decidimos hablar sobre la invitación de bodas que nos había llegado en anteriores días. El príncipe heredero por fin se iba a casar con Elena, aunque por razones desconocidas se había retrasado.
—¿Te sientes cómodo asistiendo? —Le pregunté a Iruen, él se recostó en su asiento unos segundos pensativo.
—Debo ir, el rey no permitirá que me ausente, aunque no creo que su alteza se le ocurra hacer un berrinche en un día tan importante; otros reyes, reinas, príncipes y princesas asistirán, así que tiene la obligación de dar una buena imagen como futuro rey.
—Oh, me gustaría conocer a otros príncipes.
—Parece que te gustan los príncipes —me reí por el tono que él empleó.
—No, solamente se me hace algo fantasioso conocer a la realeza, y además quiero ser conocida en otras partes.
—Mi esposa es muy ambiciosa. —Sonrió mientras toqueteaba mis dedos, ya llevaba un rato jugando con ellos, no se cansaba. Por mi parte no pude evitar sonrojarme ante esa palabra, que cada vez que la escuchaba removía todo dentro de mí. —Oh, deseo invitarte a un día de caza conmigo. —Se levantó caminando hacia mi asiento, primero me palmeó la cabeza y luego sentí como apartaba mi cabello. —¿Qué te parece?
Miré con detenimiento el collar que me había colocado, era una piedra esmeralda, me gustaba. Levanté mi cabeza para mirarle.
—Me gusta, —respondí con una sonrisa. —¿Este detalle es un consejo de Hans? —hizo un sonido que lo delató y me quise reír por esa reacción.
—Quería darte un obsequio pero no sabía que podría gustarte, entonces decidí preguntarle. —Oh, eso sonaba interesante, lo observé con detenimiento y después agradecí por el regalo.
—Gracias nuevamente, —dije con una sonrisa.
Al final el día de lectura cambió a una caminata por el jardín, él simplemente dijo que era más agradable escucharme hablar que estar en silencio varios minutos. Pero a mí no me molestaban esos silencios, con las miradas todo era más divertido.
—Oh, por cierto necesito tomar tus medidas —se tensó y me reí por su reacción. Antes él era quien insistía sobre eso. —¿No quieres?
Sentí como me detuvo, tiró de mi mano haciendo que lo mirara. Su rostro estaba serio pero relajado, las expresiones de Iruen eran complicadas de explicar a veces.
—¿Me estás molestando? —arqueó una ceja y rodé los ojos con diversión. —¿Me vas a tomar las medidas?, no tengo problema con ello. —Dijo embozando una sonrisa, arrugué las cejas porque su expresión era muy seductora.
Comencé a imaginar la escena y me reí con diversión, él arrugó las cejas esperando que le compartiera el chiste pero simplemente negué con la cabeza antes de seguir caminando.
—¿Hay algún río cerca? —Cambié de tema.
—¿Por qué quieres ir a un sitio como ese?
—Para tomar un baño —subí los hombros. —De hecho hagamos la caza cerca de esa zona y luego nos bañamos.
Él frunció las cejas sonriendo levemente.
—No veo ningún problema.
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él