En está historia veremos a una joven, dispuesta hacer lo que sea para salvar la vida de su mamá, pero, ¿Qué pasará con ella, si en el proceso se enamora? Los invito a leer.
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Cap. 25
Era el motivo de sus frustraciones, Sorimar. Ella no quería seguir teniendo acercamiento a él, pero la señora Maribel no tenía la culpa de tener un hijo sin sentimientos.
— ¿Está segura?, no quiero que te sientas comprometida.
— No pasa nada, lo hago con gusto.
— Le agradas a mi mamá, ¡bueno!, tiene el don de caerles bien a todos.
— ¡Menos a ti!
— Le voy a avisar a mi mamá para que te espere lista, en el salir al jardín.— tomó el teléfono evadiendo el comentario.
Los días transcurrían con los mismos percances, así pasó un mes.
Sorimar se hallaba acostada, triste, nostálgica, con los ojos llorosos y con un dolor en su corazón. Había llegado el momento para dejar de ver a Eykel, aunque se repetía que era lo mejor, algo dentro de ella no lo quería aceptar. Tal vez después que deje de estar cerca de él, se fortalezca su relación con Maicol.
Luchi le había notado su tristeza, y era imposible dejarla sola.
— ¿Mi sol, por qué está tan pensativa? _ preguntó Luchi.
—Se acabó, dejaré de verlo.
—¡Uf!, gracias a Dios, ese libertino vive poniendo excusas para estar cerca de ti, todas las ofertas de trabajo que te llegan, las rechazas, además, es lo mejor dejará de verlo con esas zorras con las que se acuesta.
— Es difícil, pero tengo que aceptar la realidad, él y yo no tenemos nada en común, lo amo, a pasar de saber que no debo amarlo.
— ¡Ay!, me lastima con tanto sentimentalismo. ¡Qué horror!
La joven estaba reconociendo que se había enamorado completamente de Eykel, lo amaba, lo amaba tanto que sentía que ese amor le quemaba la piel, lo amaba de una manera sobrenatural.
Amaba cada detalle del joven, su mal genio, su frialdad, su imponente mirada, en fin. Parecía algo ilógico, ella sentía tantas cosas por él, y él, no lo imaginaba.
— Mi sol, me voy a mi hogar, alguien toca la puerta, ese debe ser él sin sabor de Maicol.— dramatizó Luchi.
— Deja de decirle así, loca.— sonrieron.
— Ah, pero te encanta cuando insulto al cretino.
— Porque él si se lo merece.
Salieron de la habitación. La chica abrió la puerta.
— ¡Mira, te lo dije!, que tengan una feliz noche, hasta mañana mis amores.— se despidió Luchi.
Maicol entró y se sentó al lado de Sorimar, ella le notaba algo extraño en su mirada, parecía estar triste, desilusionado.
— ¿Qué tiene?— le preguntó su novia.
— Últimamente, todo sale mal, alguien demandó la agencia por cinco millones de dólares, estamos jodidos.— explicó triste.
—¿Pero qué paso?
— Hace más oh menos un mes, una joven fue a buscar empleo, mi papá la contrató sin preguntar nada, parecer que al verla se interesó en ella. Ahora resulta que la chica es menor de edad, tiene dos semanas de embarazo y dice que es de mi papá.
— ¡Ay por Dios!, qué problema, ¿qué dice tu mamá?
— Aún no sabes nada, mi papá está desesperado, dice que no se acuerda si se acostó con esa chica, la noche de su encuentro se embriagó. No tenemos fuerza para resistir esa demanda.
— Lo siento mucho, ya verás que todo se va a resolver, ¿te puedo ayudar en algo?
— De hecho, gracias a Dios que volverá a la agencia, te estamos esperando para firmar un contrato con una marca de ropa muy famosa.
— Claro que si, solo me queda el día de mañana en esa agencia.
— Estos últimos días han sido terribles, hasta contigo las cosas no me salen bien.
— No digas eso.— volteó su rostro, para no mirarlo a los ojos.
— Es la verdad, Sorimar, ya no me trata como antes.— explicó el joven.
Hablaron por una hora más o menos, después él se despidió. Sorimar se quedó pensado, tenía que ayudar a su prometida, él era buena persona y se había portado muy bien con ella.
Alguien que no la estaba pasando bien aunque tratara era Eykel. Él y Edwin estaban en un bar, había una mujer que no dejaba de mirarlos, Eykel no se había dado cuenta pero su amigo sí.
— Eykel ves esa mujer que está ahí, no deja de mirar hacia acá.
— No la conozco, tal vez tú le agrada, viene hacia nosotros.— comentó el joven.