Me Casé Con El Duque Cruel

Me Casé Con El Duque Cruel

Reencarné, Emilia Bernade

Una gran luz me cegó por minutos, no comprendía donde estaba, no podía ver ni siquiera donde me encontraba. Luego una gran oscuridad invadió mi ser, no podía sentir mi cuerpo, era como si fuera nada. Era como si mi existencia se esfumara de la vida, mi alma.

Sentí miedo, gran temor, y más cuando poco a poco mi propia conciencia parecía querer desaparecer. Mientras me sumergía en esa profundidad, en la nada misma, pude observar un brillo a los lejos. Era tan diminuta que temía que se extinguiera.

Quise alcanzarla pero, no podía sentir mis manos, y aún así me aferré a querer llegar hacia ella. Era como una salvación para mí, no podía dejarla ir.

Por unos segundos no supe nada, no pude ver más, mi visión también se había ido. Mi mente quedó en blanco por completo.

—¡Señorita! —Sentí como si alguien moviera mi cuerpo intentando despertarme. Abrí lentamente mis ojos y tardé un momento antes de acostumbrarme a la luz intensa del sol. —¡Gracias dioses!

Miré como una jovencita de cabello rojizo se arrodillaba al lado de la cama. ¿Dónde estaba?

Di una rápida mirada a todo mi alrededor o el espacio que alcanzaba a ver mi ojo debido a la posición en la que me encontraba. Entonces, me senté.

Era una habitación enorme, había un sillón largo hecho con madera de calidad, con otras dos sillas y una mesa pequeña en el medio de los objetos.

—¿Dónde estoy? —Le pregunté a la jovencita. Ella se levantó, sacudió su vestido y limpió su garganta con cuidado antes de hablar.

—En su habitación, señorita. —Lagrimas comenzaron a salir de los ojos de la jovencita. —¿Por qué ha hecho eso? Era mejor escapar, su vida es preciosa. Por favor… no vuelva a hacer eso.

¿De que hablaba? Examiné con la mirada los patrones de las cortinas, se veían muy hermosas, eran estampados de flores.

—¿A qué te refieres? —Esa habitación era claramente distinta a la mía. Además, la forma de hablar de esa jovencita me hacía sentir extraña.

Ella abrió los ojos con sorpresa, no podía saber que pensaba pero, por su mirada comprendía que estaba confusa al igual que yo.

—¿Usted no recuerda? —Negué. Su expresión fue de preocupación en ese momento. —¿Hasta donde no puede recordar?

—No te conozco, no sé donde me encuentro.

—Eso es malo. Ciertamente, el médico había dicho que su acción podía traer consecuencias pero, esto es demasiado. ¿Al menos sabe quién es usted?

—Soy… —Y al intentar recordar quien era mi cabeza comenzó a doler. ¿Quién era? Esa pregunta inundó una y otra vez en mi cabeza. —¿Quién soy? —Pregunté confusa, estaba segura que hace un momento lo recordaba. Era como si alguien bloqueara mis recuerdos, pero tenía algo muy claro, yo no pertenecía a ese sitio.

—Usted es la hija del marqués Bernade y futura esposa del duque Mazheón.

¿Esposa?, ¿Duque?

Mi cabeza dolió más ante esas palabras y por segundos mis recuerdos me fueron revelados, yo era de otro mundo y había muerto en un accidente automovilístico. Así fue como llegué a ese sitio, a ese mundo extraño.

Pero aunque tuve un breve acceso a mis recuerdos de mi vida pasada, no podía recordar quien era o como lucía, ni tampoco donde vivía o si tenía familia.

—¿Está bien, señorita?

Noté el cariño en sus ojos, ella quería cuidarme sinceramente. Le asentí y suspiré profundamente.

—¿Puedes traerme un poco de agua? —Ella asintió, salió de la habitación y cerró la puerta con cuidado.

Mientras esperaba el regreso de esa jovencita, intenté recordar mas de mi otra vida. Era doloroso pero, no quería olvidarme de quién era.

Una imagen apareció en mi cabeza, una mujer rubia y hermosa, ella parecía ser cercana a mí. Me dijo algo, pero no podía recordar bien.

La puerta de la habitación se abrió y miré esa dirección pensando que era la jovencita de antes. Sin embargo, allí había entrado un hombre de la cuarta edad, con pasos firmes, rápidos y una expresión molesta. Estaba vestido con un traje negro, guantes y botas altas. Su cabello era oscuro al igual que sus ojos, tenía algunas canas asomándose entre su pelo negro.

—Oh, ¿Despertaste? No creas que no me he enterado de lo que planeabas. Siempre has sido difícil de manejar. —Él suspiró cansado y dijo. —Escúchame solo por esta vez, soy tu padre.

—¿Es mi padre? —Le pregunté y él me miró confundido. —Ah, creo que he perdido la memoria. No puedo recordar absolutamente nada. —Su expresión cambió a una de asombro.

—¡Dioses! ¿Cómo es posible eso? —Él me examinó por unos segundos y luego avisó que iría a buscar al médico, y se fue dejándome sola en esa habitación.

Una semana después.

Con la ayuda de Katelyn descubrí que el cuerpo en el que había renacido, había intentado suicidarse porque el marqués Bernade la quería casar con el duque Mazheón. Según los rumores el duque era alguien frívolo y sin tacto alguno, de corazón duro y sin nada de amabilidad. Al parecer eso había asustado a la pobre, que en lugar de sufrir prefirió acabar con su vida.

Pero yo no pensaba morir, menos cuando había tenido una nueva oportunidad de vivir. No sabía porque estaba ahí pero, sin importar la razón, yo viviría y sería feliz.

Me encontraba sentada en una banqueta en medio del jardín, yo admiraba esas flores hermosas, era la primera vez que veía esa especie. Los tallos eran de color azul y florecían de un dorado con marcas rosas.

Escuché unas pisadas cerca y centré mi atención en esa dirección, detrás de un arbusto apareció ella. Era hermosa, su cabello era rubio parecido al oro, sus ojos eran azules y tenía un lunar debajo del ojo izquierdo. Al verme su rostro se iluminó, se veía radiante.

—¿Qué haces aquí? —La mirada que me dirigió me hizo sentirme extraña y no respondí a su pregunta. Ella elevó levemente una ceja y cruzó sus brazos. —Pregunté qué haces en mi jardín.

—Oh, no sabía. He perdido la memoria. —Le expliqué levantándome rápidamente de la banqueta y vi como ella observaba sin nada de interés. —Bueno, me iré.

Crucé a su lado pero, ella me detuvo sosteniendo mi hombro.

—Limpia el jardín, ya lo has ensuciado. —¿Qué? ¿Estaba hablando en serio? —¿No lo harás?

—Lo siento. No volveré a esta parte. —Le quité su mano sobre mi hombro y caminé rápido para llegar a mi habitación. Ese sitio era peligroso, eso sentía.

Después de ese día algunas sirvientas comenzaron a tratarme hostil, antes se notaba que yo no les agradaba, sin embargo, ahora ellas parecían quererme hacer desaparecer o algo. Katelyn era la única que me trataba bien y se preocupaba por mí. No entendía nada.

—Katelyn. —La llamé. Ella estaba arreglando mi cama, cambiando las sábanas por unas nuevas.

—¿Sí?

—Las demás chicas me tratan mal, ¿Era mala antes de perder los recuerdos? —Le pregunté. Katelyn negó con la cabeza y se acercó a mí.

—Señorita, usted es la mejor persona que he conocido y por eso la quiero mucho, porque usted tiene un buen corazón. Ellas la tratan así porque… —Ella pareció dudar de lo que diría, no, más bien era como si temiera contármelo.

—Cuéntame, por favor. —Le supliqué y ella sostuvo mis manos entre las suyas.

—Usted no es hija de la marquesa, nació fuera del matrimonio, es por eso. La marquesa no se encuentra porque ha ido de viaje a la casa de sus padres, pero su hermana está aquí… no se acerqué a ella, por favor.

Me quedé petrificada unos segundos, no sabía como reaccionar ante esa información. Pero asentí a lo último que dijo, recordando la escena del jardín, descubrí quien era mi hermana.

Éramos distintas en apariencia, seguramente se parecía a la marquesa, ya que el marqués tenía el pelo oscuro. Y viendo mi apariencia en los espejos, yo era parecida al marqués en esos rasgos.

Katelyn terminó de ordenar y se despidió diciendo que iría a buscar algo de postre para mí. En mi habitación había algunos libros en la mesa, por lo tanto, me acerqué a ellos para intentar descubrir más sobre ese mundo.

Sin embargo, no pude entender nada, las letras eran extrañas. No podía descifrarlas.

Cuando Katelyn regresó le pregunté sobre los libros, si ella podía entenderlo pero, ella negó y me contó que no sabía leer. Sin embargo, también me dijo que esos libros eran difíciles de leer, debido a que no eran de ese reino.

Katelyn salió de nuevo y volvió con otros libros, la cubierta era distinta y las letras también. Aunque me costó reconocer las letras, si pude leerlas. «La princesa Diorne».

Al pasar las páginas rápidamente, quedé encantada con las ilustraciones que había en el libro. Algunas a color y las demás en negro y blanco.

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Comments

Justina Elizagaray

Justina Elizagaray

estoy empezando a leer por ahora me está gustando

2024-12-25

1

Rosa Huachaca Mejia

Rosa Huachaca Mejia

me está gustando...vamos a seguir leyendo para ver cómo se desarrolla la historia

2024-12-09

0

Angela Cortes

Angela Cortes

Buen inicio sigo contigo gracias autora

2024-12-04

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