*Actualizaré diariamente*
Noah, es un cirujano cardíaco, que vive su vida sin preocupaciones, tomando el sexo como una herramienta para disfrutar en lugar de una muestra de afecto. Es entonces que conoce a alguien que le hace cambiar su forma de ver el amor y la vida.
*Atención, está es una historia "Yaoi" ”Ga1s" si no te gusta este género, por favor, no sigas adelante y no hagas comentarios agresivos sobre este género, gracias ❤️
NovelToon tiene autorización de Crystal Suárez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 22— Me gustas.
— ¿Y bueno? ¿Aún no sientes nada? —preguntó Gael, esbozando una sonrisa pícara mientras se apoyaba en el borde de la piscina. Su mirada estaba fija en Noah, quien, por unos instantes, quedó sin palabras, atrapado entre las ondas del agua y la intensidad de esos ojos que lo atravesaban como si pudieran leerle el alma.
Noah desvió la mirada, incómodo, aunque con una sonrisa asomando tímidamente. Después de unos segundos de silencio, respondió, con un tono dubitativo:
— Yo... Mmm... No estoy seguro. ¿Tal vez? Pero... sí, me gustas.
Las palabras parecieron tener un efecto inmediato en Gael. Sus ojos, de por sí brillantes, parecían haber captado toda la luz del sol. Noah observó cómo se iluminaban, cómo esa chispa interna se encendía con una emoción contenida. Gael se incorporó un poco más sobre el borde, y con una sonrisa más ancha, dijo:
—Acepto eso. Después de todo, que te guste es el primer paso para amar. Eso significa que aún tengo una oportunidad... y eso, definitivamente, es mejor que nada.
Noah no pudo evitar reír. La risa brotó de él como una burbuja que se escapaba de su pecho, una mezcla de alivio y ternura. Gael siempre tenía esa capacidad de ver el lado positivo, de interpretar incluso la más mínima señal a su favor.
— Tú sí que eres un optimista —, dijo Noah entre risas. — Siempre encuentras el lado positivo. Esa actitud de chico esperanzado es tan típico de ti.
Gael levantó una ceja, divertido.
— ¿Y qué hay de malo en eso? —, preguntó, adoptando una pose de falso orgullo, pero manteniendo una sonrisa deslumbrante. — Sigue habiendo demasiadas cosas buenas esperándome por ahí...
Noah lo miró en silencio por un momento, sus pensamientos nublados por la confusión de lo que sentía. Era cierto que había algo especial en Gael, algo que no podía ignorar. <<Él no se parece a nadie que haya conocido>>, pensó Noah, mientras su mirada se volvía más dulce, sin poder evitar una pequeña sonrisa que se dibujaba involuntariamente en sus labios. Gael era todo lo contrario a él: extrovertido, audaz, sin miedo a mostrar lo que sentía.
Un deseo se coló en su mente, un pensamiento que lo sorprendió: <
— ¿Estás pensando en besarme, verdad?
Noah sintió un escalofrío recorrer su espalda. La pregunta lo había tomado completamente desprevenido, y su rostro lo delató de inmediato. Notó cómo sus mejillas se encendían en un rojo intenso, como si el calor de la tarde se hubiera concentrado solo en él. Gael, viendo su reacción, no pudo evitar reírse suavemente. Sus ojos reflejaban satisfacción, como si acabara de ganar un pequeño juego.
Aprovechando el momento, Gael apoyó sus manos firmemente en el borde de la piscina y se impulsó, quedando medio cuerpo fuera del agua, con su torso al descubierto y gotas resbalando por su piel.
— ¿O vas a negarlo y decirme que me equivoco?— preguntó, provocador.
Noah lo miró fijamente, sabiendo que, en ese momento, las palabras ya no tenían sentido. No podía negarlo. Gael era único. Siempre lo había sido. Suspiros escaparon de sus labios mientras sus pensamientos intentaban descifrar qué era lo que tanto lo atraía de él. Era esa mezcla de carisma, seguridad y calidez que irradiaba.
Sin pensarlo más, Noah se lanzó hacia él, cerrando la distancia que los separaba. Sus cuerpos chocaron suavemente y, de inmediato, ambos se sumergieron bajo el agua. Las burbujas ascendieron alrededor de ellos mientras sus labios se encontraban en un beso que comenzó tímido pero se fue intensificando con cada segundo que pasaba.
<
El agua a su alrededor parecía desaparecer. No existía nada más que el calor de sus cuerpos, el latido acelerado de sus corazones y la suavidad de esos labios que ahora compartían un beso profundo, intenso. Noah se entregaba a esa sensación, sintiendo cómo el mundo se desvanecía lentamente.
Cuando por fin se separaron, ambos salieron a la superficie, jadeando levemente por el esfuerzo y la emoción. Gael lo miró, aún sonriendo, con ese brillo en los ojos que nunca parecía desaparecer. Noah, por su parte, intentaba recuperar el aliento, pero no podía apartar su mirada de él.
— ¿Sabes? No pensé que fueras a lanzarte así—, dijo Gael, su voz algo entrecortada pero llena de diversión.
Noah se pasó una mano por el cabello mojado, sin poder evitar una carcajada.
—Ni yo mismo lo planeaba. Supongo que... no quería perder la oportunidad.
Gael sonrió más ampliamente, como si eso hubiera sido lo mejor que podía escuchar.
...****************...
Noah iba conduciendo su moto de vuelta a casa. Gael lo abrazaba, y una agradable sonrisa iluminaba su rostro. De pronto, escucharon una sirena; una patrulla estaba detrás de ellos, claramente para que se detuvieran, y Noah lo hizo.
—¿Por qué nos están deteniendo? —preguntó Gael, extrañado, mientras miraba la patrulla que se estaba estacionando.
—Quien sabe... —respondió Noah—. Quizás solo es un control rutinario.
—¿No será que sobrepasaste el límite de velocidad?
—Eso es imposible... nunca he tenido una multa por exceso de velocidad.
—Entonces, ¿te pasaste una luz roja?
—¿Estás de broma, Gael...?
Noah miró al policía que se bajaba de la patrulla. Se trataba de Alejandro, su amigo.
—¿Alejandro? —Noah frunció el ceño al reconocer a su amigo acercándose con una sonrisa maliciosa.
—Puedo ver su licencia de conducir, señor —dijo Alejandro, acercándose a ambos con una expresión que dejaba entrever que estaba disfrutando de la situación.
—¡Que te jodan! ¿Qué demonios quieres? —respondió Noah, la irritación asomando en su voz.
—Cuide su lenguaje, por favor. Se va a dirigir a mí apropiadamente. Entonces, sería oficial Alejandro Farías para usted. Será mejor que coopere conmigo; solo es un protocolo, señor, o consideraré su negación como un delito menor.
Noah sintió un escalofrío recorrerle la espalda. “Esperemos por su bien que no termine en mi mesa de operaciones muy pronto”, pensó mientras sacaba su licencia de conducir y se la entregaba, un poco más molesto de lo que le gustaría admitir.
—Toma —dijo, extendiendo la mano.
—Mmmm... Noah Prada... parece que tienes el historial limpio.
—No me digas... —respondió Noah con sarcasmo y evidente fastidio, cruzando los brazos sobre su pecho.
Fue entonces que Alejandro se fijó en Gael, quien observaba la escena con un aire de confusión.