una misteriosa casa donde constantemente desaparecen las personas que entran en su interior.
Sara es una joven introvertida. a la que constantemente molestan sus compañeros de clases. un día, cuando camina sola de regreso a casa. se encuentra con un grupo de chicos que la llevan hasta la misteriosa casa del bosque donde como una broma. la hacen entrar para ver si es capaz de volver a salir.
ella y otro dos chicos se aventuran dentro de la casa. para descubrir que paso en realidad con todas esas personas que desaparecieron allí.
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capitulo 2: Encierro
Sara abrió los ojos lentamente, el dolor de cabeza había disminuido lo suficiente para permitirle, hacer algunos movimientos para ver a su alrededor. Todo se encontraba en completa oscuridad. Pero ella sabía exactamente donde estaba.
En otras ocasiones había corrido hacia ese mismo paraje en busca de refugio, lejos de su triste vida. Vida donde no era nadie importante y donde todos la pisoteaban sin piedad, incluso sus padres la culpaban de la desaparición de su hermana Emma.
Cómo pudo se puso en pie, examinó el lugar. La casa seguía igual a como la recordaba de tiempo atrás. Hasta la puerta era la misma, con su madera brillante y su picaporte reluciente como si acabarán de limpiarlo.
Solo el número del centro de la placa se veía diferente, pues ella recordaba que la última vez que había visto aquella puerta, el número era otro.
Nunca había sentido la tentación de cruzar aquella puerta, pues no le veía sentido a invadir un lugar que estaba abandonado. Pero cuando escucho una voz familiar llamándola desde el interior de la casa el deseo por entrar en ella. Creció con fuerza.
- ven conmigo Sara, yo puedo protegerte - la voz de Emma se escuchó fuerte y clara - puedo salvarte Sara. Solo tienes que entrar a la casa.
- ¡Emma! - abrió la puerta de la casa sin pensar, desesperada por encontrar a su hermana - ¿dónde estás? - miró a su alrededor pero lo que vió la dejo muda de la impresión.
El interior de la casa, era muy diferente a como se podría esperar. Las paredes eran blancas y estaban limpias, los techos altos y con una gran lampara en su centro. Cuatro sillas de madera bien pulida, rodeaban una gran mesa de comedor. donde se veía una preciosa vajilla de porcelana dispuesta para la comida.
- esto está raro - Sara olvidó por un segundo que buscaba a su hermana y se acercó a contemplar un gran cuadro en la pared. donde se podía ver el dibujo de una casa abandonada en medio de un gran bosque. El cuadro se veía sombrío y no combinaba con el estilo del comedor donde se encontraba.
El ruido de voces la distrajo, de ver como dos diminutas figuras se desplazaban por la pintura saliendo del bosque y adentrándose en la casa.
- ella debe estar adentro - María miró a su novio y tuvo ganas de golpearlo por lento - vamos a ver y si no está, igual tenemos que refugiarnos en algún lugar para pasar la noche.
Mateo la miró sin contestar, no le gustaba la idea de pasar la noche en ese lugar, pero se encontraba agotado y solo quería dormir un poco antes de continuar con su regreso. No sabía porque había sido tan tonto como para ayudar a esa niña malcriada. Pero se arrepentía de haberla seguido hasta allí.
- bien, echemos un vistazo - sonrió sin ganas y abrió la puerta de la casa - las damas primero - espero a que María entrara y luego la siguió sin mucho ánimo.
- ¿que rayos? - la imagen del comedor los sorprendió a ambos. tanto chocaron entre ellos.
La puerta se cerró detrás de ellos. dejándolos encerrados en el lugar. Mateo trato de abrirla pero está no cedió.
- ¿que sucede porque no abres la puerta? - el miedo se apoderó de ellos, que quisieron abandonar la casa de inmediato, pero esto les fue imposible.
María busco otra salida y la imagen de otra puerta llamo su atención, está llevaba marcado el número 998 - vamos por allí - Mateo no muy convencido asintió y ambos corrieron hacia la puerta.
Sara miraba todo desde un rincón, oculta en un pequeño armario. Cuya puerta se camuflaba en las sombras.
salió del armario en cuanto la otra puerta se cerró. Con cuidado de no hacer demasiado ruido, corrió hacia la puerta principal, pero al igual que los otros, no logro abrirla.
miró las ventanas y pensó que esa podría ser una mejor opción de escape. Pero todas las que vió tenían rejas de metal.
corrió hacia la mesa y tomo uno de los cuchillos para tratar de romper la puerta. Pero descubrió que todo lo que había sobre la mesa era falso.
Desesperada comenzó a pensar que todo se trataba de una mala broma orquestada por las mismas personas que solían molestarla en su día a día.
- ya basta - grito tratando de llamar la atención de los implicados en la supuesta broma - dejenme salir. Por favor.
Gruesas lágrimas comenzaron a correr por su rostro. El dolor de cabeza de antes regreso con más fuerza y quiso gritar de impotencia - ¿por qué me hacen esto?
Cerro los ojos con fuerza y lloro con gran dolor, imaginando que ese era el final de todo.
- Sara no te rindas - la voz de su hermana volvió a escucharse - aún no termina, ellos van a pagar.
- Emma - Sara miró a su alrededor, buscando a su hermana - ¿donde estas? - con dificultad, se puso en pie y comenzó a caminar hacia la puerta que habían cruzado María y su novio minutos antes. Pues de allí. provenía la voz de su hermana - te extraño mucho, Emma. Por qué te fuiste.
- eso no importa, solo importa que pronto estaremos juntas - la voz se hacia cada vez más suave a medida que ella se acercaba a la puerta - entra pequeña, tu hermana te está esperando en el centro de la casa. Solo debes buscarla.
- está bien, ya voy por ti Emma - Sara había comenzado a marearse y sus pasos eran cada vez más torpes, pero no se rindió. abrió la puerta y entro en la habitación.
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Emma despertó de golpe, con una extraña sensación de miedo en el cuerpo. Miró a su alrededor y le tranquilizó ver que aún se encontraba en su pequeña y cómoda habitación.
Suspiro pensando que ya no podía seguir posponiendo las cosas por más tiempo, hacía poco había comenzado a prepararse para su escape y estaba lista para continuar con su viaje.
Miró a su compañero de habitación que continuaba dormido - eh tú. Despierta - con un ligero toque el chico abrió los ojos alerta.
- ¿ya es hora? - el chico se puso de pie y sin esperar respuesta se colgó la mochila al hombro - estoy listo.
Ambos tenían aspecto de no haber dormido bien en años y se notaba en su manera de moverse que estaban reventados de cansancio.
- entonces vámonos - Emma también se colgó una mochila al hombro y tomado su teléfono avanzó hacia la puerta que tenía el número 115 en su centro.
Marco un código en la puerta y ambos salieron de la habitación.
Entrando en la siguiente que estaba vacía.
- siguiente - cruzaron tres puertas más hasta que una de ellas no se cedió. - ¿listo? - Emma miró al chico, que asintió sin pensar - entonces vamos, debemos encontrar la llave.