El Regreso De Elena

Elena volvió a su puesto, decidida a dar un voto de confianza tanto a Inés como a su mamá. El silencio se hizo presente por unos minutos; Sandra no sabía cómo comenzar a contar la historia de Elena. Ella sentía que no era coincidencia que Elena Del Castillo hubiera ocupado el cuerpo de Elena Bustamante, así que estaba lista para revelar el gran secreto.

“Hace más de veinte años, Elenita fue puesta en mis brazos”, comenzó a contar Sandra, rompiendo el incómodo silencio. “Yo trabajaba en la mansión Del Castillo, era empleada de Servio en esa casa. Pero no solo era una empleada más; también era amiga de la dueña, Ester Moncada Del Castillo. Ella era una patrona muy amable y cariñosa, y amaba profundamente a su hija; era lo más importante en su vida. Cuando su hija cumplió nueve años, su esposo estaba de viaje. Aunque él nunca le demostró amor a Elena, la quería; solo pensaba que tratándola así la haría una mujer fuerte”. Sandra hizo una pausa momentánea.

Elena no podía creer que su papá realmente la quisiera; un padre que ama no maltrata así a su única hija. Sandra, sacando a Elena de sus pensamientos, continuó con la historia: “El día del cumpleaños de Elena Del Castillo, Ester fue atacada. Nunca me dijo por quién; simplemente me confesó que de ese ataque había quedado embarazada. No quería tener ese bebé, pero cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde y no podía hacer nada. Así que se inventó un viaje. Debes recordar que tu mamá se fue a un crucero por seis meses”.

Elena recordó esa época; efectivamente, su mamá se ausentó durante mucho tiempo y cuando regresó, no era la misma.

“Durante ese tiempo que estuvo fuera, ella dio a luz a su otra hija. Yo la acompañé durante todo ese proceso. Cuando regresamos al país, me llevé a la pequeña conmigo. Trabajé un tiempo más en la mansión; no podíamos levantar sospechas. Como yo tenía una hija, no podíamos decir que la hija de Ester era mía, así que se nos ocurrió decir que era hija de mi hermana, quien la había dejado abandonada. Así fue como pude mantener mi trabajo en la mansión y cuidar de mi hija Inés y de Elenita. Le puse ese nombre como un recordatorio de quién era ella y de quién era su madre. Cuando ustedes cumplieron diez años, Elenita enfermó gravemente. Enfrenté a Ester y le pedí ayuda para poder sacarla adelante. Ester se molestó conmigo y me dio mucho dinero con la condición de que nunca volviera más. Con ese dinero compré esta casa y pagué el tratamiento médico para mi niña. Vivimos aquí durante cinco años hasta que Elena se enteró de la verdad y decidió buscar a su madre para contarle todo lo sucedido. No sé qué pasó con ella desde entonces hasta que Inés me informó que Elenita estaba en el hospital y no se sabía si vivía o moría.” Sandra estaba devastada con aquella noticia, y sus lágrimas la delataban.

“¿Me está diciendo que la dueña de este cuerpo era mi hermana?”, pregunto Elena obviamente sorprendida.

“Si, mi niña Elenita era tu hermana”, respondió Sandra con una profunda tristeza.

“Pero, mi abuela me dijo que la mamá de Elena había muerto y que ella estaba cómoda con este cambio, entonces ella me mintió”, Elena estaba devastada al saber que había ocupado el cuerpo de su propia hermana, ella no podía aceptar eso, no podía quitarle la oportunidad de vivir a esa muchacha que había sufrido tanto.

“En realidad no te mintieron, mi hermana se encariñó tanto con Elenita que acepto ser su madre, así que mientras yo trabajaba en la mansión, ella cuidaba de las dos niñas. Por eso nunca las lleve a mi lugar de trabajo. Mi hermana lamentablemente murió cuando Elenita cumplió dieciocho años; sin embargo, ella no lo supo, ya que se había ido huyendo de esta casa.

Elena estaba desconcertada por todo lo estaba escuchando, sus emociones estaban dispersas, no entendía como su mamá fue capaz de abandonar a su propia hija, ahora un nuevo misterio se agregaba a la lista, ¿quién era el padre de Elena Bustamante?, ¿quién había abusado de su madre?, su cabeza era un lío, pero tenía que llegar al fondo de todo esto.

“Debes saber que cuando moriste, tu mamá vino por Elenita, pienso que quería recuperar a su otra hija para reemplazar el dolor que estaba sintiendo por tu pérdida”, termino diciendo Sandra bajando la cabeza.

Elena salió de aquella casa muy mal, enterarse del secreto de su mamá la hizo sentirse miserable. Ahora más que nunca necesitaba saber que había pasado el día de su boda, necesitaba saber quién la había asesinado. Pero también tenía que saber que había pasado con su hermana, por qué había terminado en ese hospital. Inés alcanzó a Elena no la podía dejar sola, ahora más que nunca necesitaba de su amistad.

“Siento mucho todo esto, sé que no es fácil enterarse de tantas cosas, pero era necesario que las supieras”, Inés estaba afectada, ahora más que nunca, que sabía que su verdadera hermana ya no estaba en ese cuerpo.

“La que debe disculparse soy yo, ocupe el lugar de tu hermana y ahora vivo en su cuerpo”, Elena estaba muy apenada por todo esto.

“No es tu culpa, si Elena permitió que ocupara su cuerpo, fue porque ya no quiso seguir en este mundo, cuando ella se enteró de la verdad nunca más volvió a ser la misma, perdió las ganas de vivir, perdió su esencia”, aseguro Inés cabizbaja.

Ambas chicas volvieron a la casa de la mamá de Inés, ya era muy tarde y no podían regresar a la ciudad. Sandra les ofreció su techo y les permitió que se quedarán el tiempo que fuese necesario, ella también estaba muy intrigada por la reencarnación de Elena, en sus años de vida nunca había visto ni escuchado algo así.