La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo XXIV Mi padre biológico
Catalina se fue del país llevándose con ella a Alicia y a Isabel, ella necesitaba romper cualquier relación con la familia Hamburgo así que decidió buscar a su verdadero padre, ella supo hace mucho tiempo que Efraín y Elisa no eran sus verdaderos padres, su mamá biológica se la había entregado a al abuelo de Catalina, ya que está era su hija ilegítima, por la culpa que tenía el patriarca de la familia decidió entregar todo lo que tenía a su nieta Catalina por culpa o quién sabe, la cosa es que el abuelo así lo decidió, cuando Efraín se enteró de eso obligó a Elisa a hacer lo que fuera para sacar a Catalina de sus vidas.
Lo que les cayó de anillo al dedo fue que Catalina quedará embarazada, esa fue la excusa perfecta para sacarla de la familia y quedarse con todo lo que el abuelo le había dejado.
Catalina tenía tiempo buscando información de su verdadero padre, hasta que al fin lo encontró, este hombre vivía en el extranjero y ella iría a buscarlo.
— Crees que Alberto Luzardo te reconozca como hija?. — pregunto Alicia preocupada por su amiga.
— Esa es la idea, si no lo hace igual no pierdo nada. — respondió Alicia con la mirada sombría.
— Qué pasó, te veías tan feliz hace apenas unas horas?. — pregunto Alicia conmocionada por el cambio de Catalina.
— Cosas de la vida, por ahora no quiero hablar de eso. — respondió Catalina mirando por la ventanilla del avión.
— Sabes que estos cambios no le hacen bien a Isabel. — comento Alicia mirando a la niña dormida a su lado.
— Mi pequeña Isabel, la única razón de mi alegría. — respondió Catalina mirando a su hija con amor.
— Piensas volver al país?. — volvió a preguntar Alicia.
— Pareces policía, estás haciendo muchas preguntas. — respondió Catalina mirando fríamente a Alicia.
— Está bien no pregunto más, solo recuerda que tu hija te necesita. — acotó Alicia cerrando los ojos.
A Catalina se le humedecieron los ojos al recordar aflorar los sentimientos que tiene por Enzo, pero esos sentimientos debía enterrarlos, Enzo no se merecía nada de ella.
El vuelo tardó un par de horas, al llegar a tierra Isabel se veía muy emocionada, ella quería conocer este nuevo lugar, Isabel era una niña muy feliz y nunca se daba cuenta de nada de lo que su mamá vivía, era un alivio para Catalina el que su hija fuera tan inocente.
— Espero y les guste la casa que alquile para las tres. — dijo Catalina tratando de sonar animada.
Llevo a su familia a la nueva casa, no era una casa enorme, ella está vez tuvo en consideración el hecho de que a Isabel no le gustaban las casa grandes, en el frente había un hermoso jardín decorado con muchas flores, internamente la casa era acogedora, contaba con tres habitaciones las cuales ya estaban listas solo para dormir, la habitación de Isabel estaba pintada en blanco y violeta, su cama era tipo princesa y tenía muchos juguetes, las habitaciones de Alicia y Catalina eran todas en blanco, la decoración era muy normal nada del otro mundo.
— Espero estén cómodas. — comento Catalina preocupada por la comodidad de Isabel.
— Si mami me encantó mi habitación, todo es tal cual a mí me gusta. — dijo Isabel emocionada.
— Solo estaremos aquí una temporada, necesitamos descansar, así que esto solo serán unas vacaciones. — explico Catalina dejándole claro a Isabel las cosas.
Después de cenar se fueron a dormir, al menos dos de ellas durmieron, Catalina al fin pudo sacar el dolor que estaba sintiendo y dejo salir esas lágrimas que siempre querían salir, se prometió que solo lloraría esa noche, después de ese momento de debilidad no había más. Ella había desechado su teléfono, después de que Enzo la empezará a llamar y enviarle mensajes los cuales nunca leyó, Catalina lanzó el teléfono por la ventana del auto.
No quería saber nada de él, seguramente la estaba llamando para exigirle que no lo buscará más, así que ella le daría el gusto.
Catalina despertó muy temprano, ese día iría a buscar a su padre biológico, ese hombre debía saber de su existencia, así que sin más fue a las empresas Luzardo, al llegar sonrió al ver el imperio que tenía Alberto Luzardo.
— Buenos días, señorita. — saludo Catalina a la recepcionista.
— Buenos días, dígame a quien busca?. — pregunto la mujer muy amablemente.
— Busco al señor Alberto Luzardo. — respondió Catalina con seguridad.
— Sabe que el señor Luzardo solo recibe personas citadas? — pregunto la recepcionista sin cambiar su actitud amable hacia Catalina.
— Si, lo sé, pero dígale que Catalina la hija de Camila Castañeda lo está solicitando. — insistió Catalina.
— Está bien le diré a su secretaria. — contesto la recepcionista agarrando el teléfono y llamando a la presidencia.
Unos cinco minutos después la recepcionista miró a Catalina con asombro y le pidió que esperara que el asistente personal del señor Luzardo bajaría personalmente a buscarla, Catalina sonrió con satisfacción, pues descubrió que Alberto aún se acordaba de Camila su madre.
— Buenos días, señorita Catalina. — saludo un hombre de unos treinta años bastante guapo.
Ismael Ferrer tenía ojos claros al igual que su cabello, su piel era blanca y tenía una sonrisa encantadora, pero no era Enzo así que Catalina no le prestó mucha atención y simplemente lo siguió, al llegar al piso de presidencia Ismael le pidió a Catalina que entrara, ya que su jefe la estaba esperando.
Catalina agradeció a Ismael y entro en la oficina.
— Buenos días, papá!. — saludo Catalina con una mirada fría a su padre.
— Eres idéntica a tu madre, aunque intentas ser fría tu mirada te delata. — respondió Alberto.
— No le sabría decir, yo no la conocí mi madre murió cuando yo nací.— explico Catalina sin mostrar expresión alguna.
— Cuando naciste me dijeron que habías muerto junto a tu madre. — dijo Alberto con resentimiento.
— Entonces necesita la prueba de que soy su hija?. — pregunto Catalina sin rodeos.
— Eres mi hija, no necesito pruebas. — respondió Alberto sabiendo todo de Catalina, él ya sabía de su existencia y estaba preparando todo para ir a buscarla.