Espero que esta carta te encuentre bien, aunque mi corazón late con dolor al pensar que ya no estaré aquí para verte sonreír. Si la estás leyendo, es porque mi tiempo se ha agotado y mi cuerpo ya no puede luchar más.
Quiero que sepas que te perdono. Te perdono por todo el dolor que me causaste, por todas las noches que pasé llorando por ti, por todas las mañanas que desperté con la esperanza de que regresaras a mí.
Te perdono por no estar allí para mí cuando lo necesité, por no escuchar mis súplicas, por no sentir mi dolor. Te perdono por dejar que el tiempo y la distancia nos separaran.
Aunque decidí rendirme y dejar de luchar por nosotros, nunca dejé de amarte. Siempre te amé, y siempre te amaré. Recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada beso, cada abrazo, cada mirada...
NovelToon tiene autorización de Vicky30 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 8
El día siguiente, Elena se despertó en el hospital, con un dolor físico y emocional que parecía no tener fin. Los médicos y enfermeras la rodeaban, intentando hacerle preguntas y ofrecerle consuelo.
Una de las enfermeras, una mujer amable y compasiva, se sentó junto a ella. "Elena, necesitamos hablar sobre lo que pasó", dijo. "El médico dice que puedes denunciar a tu atacante. ¿Quieres hacerlo?"
Elena negó con la cabeza, cerrando los ojos. "No", murmuró. "No quiero".
La enfermera la miró con preocupación. "Elena, es importante que denuncies a quien te hizo esto. No puedes dejar que se salga con la suya".
Elena sacudió la cabeza de nuevo. "No importa", dijo. "Nada cambiará".
La enfermera suspiró. "Entiendo", dijo. "Pero necesitas saber que hay recursos disponibles para ti. Hay personas que pueden ayudarte".
Elena no respondió. Su mente estaba en otro lugar, en el dolor y la pérdida que había sufrido. Solo 3 semanas antes, había descubierto que estaba embarazada. Y ahora, su bebé ya no estaba su pequeño que apenas cumpliría 27 semanas.
El médico entró en la habitación, con una expresión seria. "Elena, lo siento", dijo. "El aborto prematuro fue inevitable. Lo siento mucho".
Elena se derrumbó en lágrimas, su cuerpo sacudido por sollozos. "Mi bebé", lloró. "Mi pobre bebé".
La enfermera la abrazó, intentando consolarla. "Lo siento, Elena. Lo siento mucho".
Elena se sintió vacía, como si hubiera perdido todo. Su relación con Sergio había terminado en violencia y dolor, y ahora su bebé ya no estaba. No sabía cómo seguir adelante.
Sergio salió del departamento de Elena, con la mente nublada por la ira y la embriaguez. No recordaba con claridad lo que había pasado, pero sabía que había hecho algo malo.
Fue directo a un bar cercano y se sentó en la barra, pidiendo un whisky doble. El bartender lo miró con curiosidad, pero Sergio no le prestó atención.
Pasó el resto de la noche bebiendo y olvidando, intentando borrar de su mente la imagen de Elena llorando y sangrando. Pero no podía.
Al día siguiente, Sergio se despertó en un hotel barato, con un dolor de cabeza que parecía explotar. Miró alrededor, sin recordar dónde estaba ni cómo había llegado allí.
Fue hasta el baño y se miró en el espejo. Su reflejo era el de un hombre destrozado, con ojos hundidos y una barba de varios días.
De repente, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a regresar. Recordó la pelea con Elena, los golpes, las palabras crueles.
Sergio se sintió nauseabundo. ¿Qué había hecho? ¿Cómo había podido hacerle eso a la mujer que una vez amó?
Se sentó en la cama, con la cabeza entre las manos, y comenzó a llorar. Sabía que había cruzado una línea, que había hecho algo irreparable.
Pensó en Elena, en su dolor y su sufrimiento. Pensó en lo que había perdido, en lo que había destruido.
Sergio se levantó y se dirigió al teléfono. Tenía que llamar a Elena, tenía que pedirle perdón. Pero cuando marcó su número, solo obtuvo una respuesta automática.
"El número que has marcado no está disponible".
Sergio se sintió vacío, solo y lleno de arrepentimiento. Sabía que tenía que enfrentar las consecuencias de sus acciones, pero no sabía por dónde empezar.
Sergio salió del hotel, decidido a encontrar a Elena y pedirle perdón por lo que había hecho. Llegó al departamento, pero cuando llamó a la puerta, no obtuvo respuesta.
Pensó que tal vez estaba durmiendo o que no quería verlo, así que decidió hablar con la recepción del edificio.
"Disculpe", dijo Sergio, acercándose al recepcionista. "Necesito saber si Elena está bien. ¿La ha visto hoy?"
El recepcionista lo miró con una expresión seria. "Lo siento, señor. Elena fue llevada a urgencias anoche".
Sergio se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. De repente, destellos de recuerdos comenzaron a surgir en su mente: la imagen de Elena llorando, su rostro magullado, sus brazos protegiendo su barriga...
"¿Qué... qué pasó?" balbuceó Sergio, intentando mantener la calma.
"Lo siento, señor. No tenemos esa información", respondió el recepcionista.
Sergio se sintió desesperado. ¿Dónde estaba Elena? ¿Estaba bien? Recordó el sonido de su voz, suplicando que parara, recordó la sensación de su piel bajo sus golpes...
"¿Pueden verificar?" insistió, intentando apartar los recuerdos de su mente.
El recepcionista negó con la cabeza. "Lo siento, señor. No tenemos acceso a esa información".
Sergio se dio la vuelta, sintiendo una mezcla de ansiedad y culpa. Recordó la mirada de Elena, llena de miedo y dolor, y se sintió nauseabundo.
Comenzó a caminar por la ciudad, intentando pensar en dónde podría estar Elena. ¿Qué hospital podría ser? ¿Qué podría haberle pasado?
Se sintió solo y perdido, sin saber qué hacer ni dónde ir. Pero sabía que no se rendiría hasta encontrar a Elena y pedirle perdón. Tenía que hacerlo, para tratar de redimirse por lo que había hecho.
Sergio llegó al departamento de Paola, esperando que su hermana pudiera ayudarlo a encontrar a Elena. Tocó el timbre y Paola abrió la puerta con una expresión fría.
"Sergio, ¿qué quieres?" preguntó, sin invitarlo a entrar.
"Paola, necesito tu ayuda", dijo Sergio. "Estoy buscando a Elena y no la puedo encontrar. La llevé a urgencias anoche y ahora ha desaparecido".
Paola lo miró con desdén. "¿Y por qué debería ayudarte? Después de lo que le hiciste, no creo que ella quiera verte nunca más".
Sergio se sintió culpable. "Lo sé, Paola. Me arrepiento de lo que hice. Pero necesito encontrarla y pedirle perdón".
Paola cruzó los brazos. "No creo que puedas arreglar esto con solo pedir perdón. La lastimaste mucho, Sergio. Y para empeorar las cosas, anunciaste a Carola como tu novia delante de ella".
Sergio se sintió avergonzado. "Lo sé, Paola. Fue un error. Pero por favor, ayúdame a encontrar a Elena".
Paola suspiró. "No sé dónde está, Sergio. Y aunque lo supiera, no creo que deba decirte".
Sergio se sintió desesperado. "Por favor, Paola. Solo quiero hacer las cosas bien esta vez".
Paola lo miró con una expresión seria. "No hay 'esta vez', Sergio. Hay consecuencias por tus acciones. Y una de ellas es que Elena no quiere verte".
Sergio se dio la vuelta, sintiendo la frustración y la culpa. Sabía que no podía obligar a Paola a ayudarlo, pero esperaba que su hermana pudiera entender su arrepentimiento.
"Gracias, Paola", dijo, aunque sabía que no había recibido ayuda.
Paola no respondió. Simplemente cerró la puerta, dejando a Sergio solo en el pasillo.