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Voces entre las Montañas.

Voces entre las Montañas.

Status: Terminada
Genre:Terror / Completas
Popularitas:3.7k
Nilai: 5
nombre de autor: 2AO'LBTG

Un grupo de extraños, atraídos por razones misteriosas a un pueblo olvidado en las montañas, descubre que el lugar oculta más de lo que parece. El pueblo, en apariencia inofensivo, está marcado por una tragedia oscura de la que nadie habla. Poco a poco, cada miembro del grupo comienza a experimentar visiones y fenómenos que erosionan su sentido de la realidad. Mientras luchan por descubrir si todo es producto de sus mentes o si una entidad maligna acecha, enfrentan la posibilidad de que quizá nunca podrán escapar de lo que desataron.

NovelToon tiene autorización de 2AO'LBTG para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 16: El Último Grito

Erika se encontraba exhausta, tirada sobre el suelo de piedra mientras las reverberaciones del altar destruido se desvanecían poco a poco. El aire a su alrededor seguía siendo frío, pero la opresiva oscuridad que antes la rodeaba comenzaba a disiparse. Sentía cada músculo de su cuerpo temblar por el esfuerzo, y su respiración era un caos descontrolado.

El grito de la criatura todavía resonaba en su mente, pero ya no había rastro de su presencia. Todo lo que quedaba era el silencio, un silencio pesado y antinatural que invadía el lugar, como si el aire mismo se hubiera detenido. Las paredes de la caverna ya no parecían moverse, y las raíces que antes palpitaban con vida ahora estaban inmóviles, como si estuvieran muertas.

Erika intentó levantarse, pero su cuerpo protestaba. Cada centímetro de su piel ardía, y el dolor en su espalda donde la criatura la había golpeado seguía latente. Aun así, se obligó a ponerse en pie, tambaleándose hacia el altar destrozado.

—Lo logré… —murmuró entre jadeos, mirando los restos del cristal que había destruido.

Pero justo cuando pensaba que la batalla había terminado, un sonido sutil llamó su atención. Era débil, casi imperceptible, pero estaba ahí. Un eco, algo que resonaba en las profundidades de la caverna. Erika frunció el ceño, tratando de identificar de dónde venía.

—¿Otra vez…? —susurró con el corazón acelerado. El miedo que había sentido minutos atrás comenzaba a regresar. No podía ser posible que la criatura aún viviera, ¿verdad?

Con la linterna en mano, Erika caminó lentamente hacia el origen del sonido. Cada paso que daba hacía que el eco se hiciera más fuerte, hasta que finalmente se encontró frente a un estrecho pasadizo en la roca que no había notado antes. El pasillo parecía aún más oscuro que el resto de la caverna, como si la luz no tuviera lugar allí.

Erika dudó por un momento, pero sabía que no podía dejar este misterio sin resolver. Ya había llegado demasiado lejos, y su hermano… necesitaba encontrarlo. Reuniendo todo el coraje que le quedaba, comenzó a adentrarse en el pasadizo.

El camino era estrecho y sinuoso, y cada vez que Erika avanzaba, el eco se hacía más profundo. Pero ya no era solo un eco de algo lejano; era un grito, uno que le resultaba inquietantemente familiar. El último grito de la criatura resonaba en su cabeza, pero había algo más mezclado en ese eco: una voz.

—¡Erika!

Erika se detuvo en seco, su corazón dio un vuelco. Conocía esa voz.

—No puede ser… —murmuró, incapaz de creer lo que acababa de escuchar. Pero antes de que pudiera procesarlo, la voz volvió a llamarla, esta vez con más fuerza.

—¡Erika, soy yo! ¡Ayúdame!

El shock la golpeó con tanta intensidad que tuvo que apoyarse en la pared del pasadizo. Esa voz pertenecía a su hermano.

—¡No puede ser! —gritó, su mente negándose a aceptar lo que sus oídos le decían.

Pero la voz seguía allí, cada vez más fuerte, cada vez más desesperada. Su hermano la llamaba, pidiendo ayuda desde lo profundo de la caverna. Erika sintió cómo la adrenalina la impulsaba hacia adelante. No podía ser una ilusión. Tenía que ser él.

Corrió por el pasadizo sin pensar, sus pasos resonando con urgencia. El eco del grito se mezclaba con el de sus propios pies golpeando la piedra. Su linterna parpadeaba, como si la energía comenzara a agotarse, pero no le importaba. Su único objetivo era llegar hasta su hermano.

Finalmente, después de lo que parecieron siglos, el pasadizo se abrió en una nueva cámara. Esta era diferente a las demás: las paredes estaban cubiertas de lo que parecían ser antiguas inscripciones, símbolos que se retorcían en la piedra como si cobraran vida. En el centro, una figura yacía sobre el suelo.

—¡No…! —gritó Erika, reconociendo el cuerpo de su hermano. Su corazón latió con tanta fuerza que pensó que iba a estallar. Corrió hacia él, cayendo de rodillas a su lado.

—¡Hermano! —gritó, sacudiéndolo suavemente, buscando algún signo de vida—. ¡Por favor, despierta!

Pero él no respondió. Su cuerpo estaba frío al tacto, y su rostro, pálido, parecía desprovisto de cualquier chispa de vida. El dolor que Erika sintió en ese momento fue abrumador. Todo el sacrificio, toda la lucha… y había llegado demasiado tarde.

—No… no… —murmuró entre lágrimas, apoyando su cabeza sobre el pecho de su hermano.

Justo cuando estaba a punto de rendirse, algo ocurrió. Un susurro suave llenó el aire, como si las paredes mismas estuvieran hablando. Erika alzó la cabeza, mirando a su alrededor con confusión. El símbolo más grande, que estaba grabado directamente sobre su hermano, comenzó a brillar con un tenue resplandor azul.

—¿Qué… es esto? —susurró Erika, observando el brillo intensificarse. Y entonces, lo escuchó de nuevo.

—Erika… —La voz de su hermano.

Su respiración se detuvo. ¿Había imaginado eso? Pero no, la voz estaba ahí, tan clara como el agua. Su hermano la llamaba, desde dentro de la oscuridad.

—¿Eres tú… de verdad? —preguntó, su voz temblando.

—Ayúdame, Erika —susurró la voz—. No estoy muerto, pero no puedo regresar… no sin ti.

Erika se levantó de un salto. Sus manos temblaban, pero el miedo se había transformado en determinación. Si había una posibilidad de salvarlo, haría lo que fuera necesario.

—Dime qué hacer —dijo en voz alta, mirando fijamente el resplandor que emanaba del símbolo—. Haré lo que sea para traerte de vuelta.

El símbolo brilló aún más, y de repente, la cámara entera tembló. El suelo bajo sus pies comenzó a abrirse, revelando un abismo oscuro que parecía no tener fin. Una energía poderosa emanaba del abismo, envolviendo a Erika y a su hermano.

—Debes cruzar el umbral —susurró la voz—. Allí me encontrarás.

El miedo regresó a Erika con toda su fuerza. Sabía que cruzar ese umbral sería peligroso, pero ya no podía dar marcha atrás. Miró el cuerpo de su hermano, y en su mente solo había una cosa clara: lo salvaría o moriría en el intento.

—Estoy contigo —murmuró, tomando la mano fría de su hermano. Y con un último suspiro, Erika dio un paso hacia el abismo, dejando que la oscuridad la engullera.

El grito final de la criatura resonó una vez más en la distancia, pero esta vez, no era el de la criatura. Era el de Erika, descendiendo hacia lo desconocido, hacia el último lugar donde podría recuperar lo que había perdido.

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Susana Tejeda
Muy malo
Susana Tejeda
y el hermano donde quedó???
maria tereza
demasiado buena está lectura,muchas gracias 😊
Omaira Sanchez
Pobre Erika, será que soporte se siente aterrador
con tal no le pase nada
sr.sopa
te amo ❣️
Pamela Lopez
Es un exelente libro, muy bien escrito, la trama envuelve demasiado al lector al pensar que es lo siguiente que decisión va a tomar y como va repercutir.
Desde el primer instante me tiene al filo de la butaca.
Solo una duda que pasa con el hermano de Erika desde el momento en en qué liberan al ser de luz deja de salir en la trama del libro.
Y que pasa con los compañeros que van con Erika a la expedición.
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