La esposa del emperador murió y el alma de una mujer que pertenecía a otro mundo entra a su cuerpo y tendrá que tomar las riendas de su nueva vida.
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Capítulo 10
Capítulo 10
Cuando los guardias se llevaban a la doncella para cumplir con el primer castigo, su abuela, la que, al parecer también, era la nana del emperador, salió detrás de ellos. Entonces solo quedamos en el salón, el emperador, mi doncella y yo.
-¿No crees que fue un poco excesivo el castigo que le diste?
Preguntó el emperador tocándose la frente como si esta le doliera, por lo que acababa de pasar hace unos segundos. Sin embargo, al escucharlo decir esas palabras tan a la ligera solo causaron mi enojo, por lo que le dije, sin titubear.
-Si yo hubiera sido otra mujer, no la emperatriz, y esa doncella le hubiera inventado todas esas mentiras, y tú no tuvieras como descubrir que todas las cosas que dijo eran mentiras. ¿Acaso tú, no hubieras mandado a matar de inmediato a esa otra mujer? ¿Aunque ella podría haber sido inocente?
Al parecer mis palabras si le hicieron entender la gravedad de las mentiras que la doncella dijo, ya que afirmó con la cabeza durante unos segundos y luego dijo.
-Tienes razón, sí que habría mandado a matar a esa mujer, si pensaba que podría llegar a ser una amenaza para ti o para mi hijo.
El escucharle decir esas palabras me conmovió mucho el corazón. Más aún la expresión en su rostro al decir esa frase. Pero sabiendo muy bien que mis reacciones eran algo que él podría tomar de la manera equivocada, me hice la nerviosa y evite sus comentarios cambiando el tema y tratando de retirarme del lugar.
-Eh bueno, nosotras nos retiramos. Todavía no he podido desayunar y ya estoy hambrienta. Permiso majestad.
Dije sin hacer una reverencia, como sabía que tenía que hacer, solo que en realidad no conocía bien las formas de hacerlas, para poder retirarme. Se veía que el emperador no quería dejarme ir todavía, es por eso que no me sorprendió cuando habló, deteniendo mi salida del salón.
-Si tú quieres, podríamos salir al jardín y desayunar juntos.
Levante la mirada y vi que él estaba nervioso, apretaba los puños como castigándose por decir esas palabras, pero a su vez, movía sus ojos por el salón, como si tuviera miedo a las palabras que saldrían de mi boca. No quería que se sintiera mal, pero tampoco podía acelerar mucho las cosas con él. Eso al final podría traerme graves consecuencias, así que como pude le conteste.
-Esta es la primera vez que salgo en mucho tiempo, si bien ahora estoy mejor, no estoy lista para tanto y menos tan pronto. Espero y sepas entenderme, emperador.
Mis palabras demostraban un poco de todo lo que llegó a sentir la verdadera Iris, claro que ella no llegó a tratar nunca de mejorar su relación con el emperador David.
-Claro que si, yo entiendo perfectamente, mi emperatriz.
Dando una pequeña inclinación de cabeza, me retiré del lugar acompañada de mi doncella. Una vez afuera del salón del trono, me detuve y mirándola en la cara le dije.
-Por cierto, ¿Cuál es tu nombre? He querido preguntártelo y no he tenido la oportunidad.
-Mi nombre es Clarisa, su majestad.
Dijo ella haciendome una gran reverencia. Su frente casi toco el piso.
-Un gusto Clarisa.
Dije con una sonrisa en la boca ocasionando que ella también me sonriera. Luego de eso, nos fuimos directo al jardín donde por fin pude desayunar con tranquilidad, sin que nadie me molestara.
Solo era yo y la naturaleza.