"Dos almas gemelas, unidas por el dolor y la lucha. Nuestras vidas, un eco de la misma historia de sufrimiento y desilusión. Pero cuando el destino nos ofrece una segunda oportunidad, debemos elegir: venganza o redención.
En un mundo donde las apariencias engañan y los rostros esconden secretos, la privacidad es un lujo inexistente. Las cámaras nos observan, juzgan y critican cada movimiento. Un solo error puede ser eternizado en la memoria colectiva, definir nuestra existencia.
Ante esta realidad, nos enfrentamos a una disyuntiva: buscar justicia personal y arriesgarnos a perpetuar el ciclo de dolor, o proteger y amar a quien necesita consuelo. La elección no es fácil, pero es nuestra oportunidad para reescribir nuestra historia, para encontrar un final feliz en este mundo de falsas apariencias."
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La tormenta de mentiras
Los titulares habían pasado de ser rumores inocentes a una avalancha de mentiras descaradas en cuestión de días. Lo que había empezado como meras especulaciones sobre mi relación con Yeon-Jun se estaba convirtiendo en un circo mediático. Los artículos sensacionalistas no paraban, cada uno más exagerado que el anterior, y las redes sociales se llenaban de teorías y comentarios llenos de odio.
"Jia y Yeon-Jun, atrapados en una relación tóxica y secreta, según fuentes cercanas."
"Problemas en ELIXIR: La relación de Yeon-Jun con Jia podría estar destruyendo la banda."
"¡Engaño, traición y escándalo! Todo lo que no sabías sobre Jia y Yeon-Jun."
Leía los titulares con incredulidad, sintiendo cómo cada palabra me hundía más en un abismo de impotencia. Los medios estaban creando una narrativa llena de mentiras y falsedades, inventando historias de engaños, conflictos y rupturas que nunca habían ocurrido. Nos presentaban como si estuviéramos en el centro de un drama continuo, como si nuestras vidas fueran solo un espectáculo para ser consumido y juzgado.
Los peores artículos insinuaban que yo estaba usando a Yeon-Jun para ganar popularidad y que su relación con ELIXIR se estaba deteriorando por mi culpa. Aseguraban que mi influencia sobre él era negativa, que lo estaba distrayendo de su carrera y causando conflictos con los otros miembros del grupo. Era doloroso ver cómo manipulaban cada pequeño detalle de nuestras vidas para vender una historia que no existía.
Sentía que no podía respirar, como si cada mentira publicada apretara un poco más mi garganta. Sabía que debía mantener la calma, que no debía dejar que los rumores me afectaran, pero era difícil ignorar el impacto que estaba teniendo no solo en mí, sino también en Yeon-Jun. Habíamos trabajado tan duro para construir algo real y significativo entre nosotros, y ahora todo parecía en peligro de desmoronarse por la avaricia y el sensacionalismo de los medios.
Me quedé en mi apartamento, sentada en el suelo frente a la ventana, mirando la ciudad que se extendía más allá del cristal. Mi teléfono vibraba constantemente con notificaciones, mensajes de apoyo de algunos fans y otros llenos de odio y decepción. Sentí que el peso de la fama se volvía más insoportable con cada día que pasaba.
Decidí llamar a Yeon-Jun. Necesitaba escuchar su voz, saber que, a pesar de todo, estábamos juntos en esto. Respondió después de unos pocos tonos, su tono sonaba agotado pero sereno, una calma forzada que solo él podía mantener en medio del caos.
—Hey, Jia —dijo, y pude sentir la tensión detrás de su saludo—. ¿Cómo estás aguantando todo esto?
Respiré hondo, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —No lo sé, Yeon-Jun. Todo se está saliendo de control. Lo que están diciendo... ni siquiera sé de dónde sacan estas cosas. No son solo rumores, están inventando mentiras sobre nosotros.
Yeon-Jun se quedó en silencio por un momento, y supe que también estaba luchando por mantener la compostura. —Han ido demasiado lejos. Vi un artículo hoy diciendo que ELIXIR está al borde de una ruptura por mi culpa, porque supuestamente paso más tiempo contigo que con el grupo. No sé de dónde sacan esas historias, pero están empezando a afectar a los chicos también.
Sentí un nudo en el estómago. La idea de que los rumores estuvieran dañando no solo a Yeon-Jun, sino también a su banda, era algo que no podía soportar. Él había trabajado demasiado para llegar a donde estaba, y no podía permitir que nuestra relación, o las mentiras que los medios creaban sobre ella, pusieran en peligro todo lo que había construido.
—Lo siento tanto, Yeon-Jun. No quiero ser la causa de tus problemas, no quiero que esto arruine nada para ti o para ELIXIR —dije, con la voz quebrada.
Yeon-Jun respondió rápidamente, su voz llena de determinación. —No tienes la culpa de nada, Jia. Esto es lo que los medios hacen, y van a seguir inventando cosas mientras les convenga. Pero nosotros sabemos la verdad, y no voy a dejar que nos destruyan por sus mentiras.
Sentí un pequeño alivio en sus palabras, pero también una sensación de impotencia. Habíamos intentado mantener nuestra relación privada, proteger lo que teníamos, pero ahora estaba expuesto y distorsionado ante millones de ojos críticos. No podíamos controlar lo que decían, pero no podía evitar preguntarme cuánto más podríamos soportar antes de que todo se desmoronara.
Yeon-Jun y yo pasamos horas hablando, tratando de encontrar una manera de manejar la situación sin alimentarla más. Sabíamos que, cuanto más intentáramos desmentir, más alimentábamos las especulaciones, pero también entendíamos que guardar silencio no iba a resolver nada.
Al final, acordamos seguir adelante, juntos, sin dejar que las mentiras nos definieran. Decidimos que lo mejor era concentrarnos en nuestra música, en nuestras carreras y en seguir adelante como siempre lo habíamos hecho. No sería fácil, pero lo que teníamos era real, y eso era lo único que importaba.
Esa noche, mientras me quedaba sola en mi apartamento, apagué mi teléfono, cerré los ojos y traté de encontrar un momento de paz. Sabía que la tormenta no pasaría pronto, pero también sabía que tenía a Yeon-Jun a mi lado, y eso era suficiente para seguir adelante, sin importar cuántas mentiras intentaran poner en nuestro camino.
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Los días habían pasado lentamente desde que el caos mediático comenzó a envolver mi vida y la de Yeon-Jun. Entre la presión constante de los medios, los ensayos y las visitas al hospital para cuidar de Min-Ju, mi mente estaba en un estado de confusión y agotamiento que no parecía tener fin. Pero más allá de todo eso, había algo que no podía quitarme de la cabeza: la sensación persistente de que había algo oscuro y amenazante acechando en el fondo de mis recuerdos, algo que no había querido enfrentar.
Estaba en mi apartamento, rodeada de papeles y notas, tratando de organizar mis pensamientos y dar sentido a los fragmentos de recuerdos que habían empezado a regresar. A pesar de haber decidido seguir adelante como Jia, la verdad sobre mi pasado como Sora no dejaba de atormentarme. Había algo que había intentado olvidar, algo que me había empujado al borde, y ahora estaba comenzando a recordar.
Mientras revisaba algunos documentos antiguos y mensajes de la anterior Jia, algo captó mi atención. Un nombre que se repetía, una presencia constante que no había notado hasta ahora: Seung-Ho. Era el nombre de un asistente de la agencia, alguien que siempre había estado en la sombra, asegurándose de que todo funcionara sin problemas. Recordaba haberlo visto varias veces, siempre cerca, siempre observando, pero nunca lo suficientemente presente como para levantar sospechas.
Mi corazón se aceleró mientras comenzaba a unir las piezas. Mensajes amenazantes, correos electrónicos que Jia había recibido llenos de exigencias y amenazas veladas, todos firmados con iniciales que no había reconocido antes: S.H. Ahora todo encajaba. Seung-Ho no solo había estado cerca de Jia como parte del staff; había estado manipulando y controlando desde las sombras, aprovechándose de su posición para crear un ambiente de miedo y desesperación.
Decidí enfrentarme a la verdad, así que revisé mi teléfono y busqué en los antiguos correos de Jia que había logrado recuperar. Los mensajes eran claros, llenos de insinuaciones y advertencias sobre qué pasaría si Jia no cumplía con lo que se le exigía. Era un acoso sistemático, una tortura psicológica que había llevado a Jia a sentir que no tenía escapatoria.
"Sabes que no puedes defraudar a tus fans, Jia. Sabes lo que sucederá si no sigues las reglas. No olvides quién está a cargo aquí."
Las palabras se sentían como puñaladas, y aunque sabía que no me las estaban diciendo a mí, el miedo que habían generado seguía siendo tangible. Las amenazas no solo eran sobre su carrera; implicaban su vida personal, su familia, y todo lo que amaba. Seung-Ho la había estado asfixiando lentamente, controlándola hasta el punto de empujarla al borde. Y ahora sabía por qué había estado tan desesperada, por qué había sentido que la única salida era escapar de todo.
No pude soportarlo más y llamé a Jinwoo, mi manager. Necesitaba saber más, confirmar lo que había descubierto y entender cómo alguien tan cercano había podido causar tanto daño sin que nadie lo notara.
—Jinwoo, necesito hablar contigo —dije, mi voz temblando mientras trataba de contener las emociones—. Es sobre Seung-Ho. Hay algo que no encaja.
Jinwoo llegó a mi apartamento poco después, con una expresión de preocupación. Sabía que estaba lidiando con demasiadas cosas, y su presencia me daba un poco de la calma que tanto necesitaba. Le mostré los correos y los mensajes, y pude ver cómo su expresión cambiaba de confusión a una mezcla de rabia y sorpresa.
—Seung-Ho... —murmuró, pasando una mano por su cabello con frustración—. No sabía que él estaba involucrado en esto. Siempre fue reservado, siempre cumplió con su trabajo, pero ahora que lo mencionas... había algo en él que nunca terminó de cuadrarme.
Le expliqué todo lo que había descubierto, cómo Seung-Ho había estado manipulando a Jia, usando su posición de poder para controlarla y amenazarla en secreto. Todo tenía sentido ahora: las miradas furtivas, los momentos en los que Jia se veía especialmente agotada o aterrorizada sin razón aparente. Había estado sufriendo en silencio, soportando un acoso que nadie había percibido.
—No puedo creer que no lo vi antes —dijo Jinwoo, claramente enfurecido consigo mismo por no haber protegido a Jia mejor—. Él era un asistente, alguien en quien confiábamos para mantener todo en orden, y nunca imaginé que podría estar detrás de algo así.
Decidimos que no podíamos dejar esto pasar. Había que tomar acciones legales, había que asegurarse de que Seung-Ho enfrentara las consecuencias de lo que había hecho. Aunque Jia ya no estaba, aunque yo había tomado su lugar, no iba a permitir que él siguiera acosando a nadie más.
Mientras Jinwoo hacía las llamadas necesarias, me quedé en mi apartamento, tratando de procesar todo. Había descubierto al hombre que había empujado a Jia al límite, el responsable de tanto sufrimiento, y aunque no podía cambiar el pasado, sabía que podía hacer algo en su memoria. Podía asegurarse de que nadie más pasara por lo mismo.
El descubrimiento me dejó una mezcla de alivio y tristeza. Finalmente, había encontrado una de las piezas más oscuras del pasado de Jia, pero eso no borraba el dolor que ella había sufrido. Solo podía seguir adelante, más decidida que nunca a vivir la vida que ella había dejado atrás y a protegerme a mí misma de las sombras que aún acechaban.
Yeon'sPOV
Había días en los que sentía que todo se me estaba escapando de las manos. El caos mediático alrededor de Jia y de mí, los problemas internos en ELIXIR y la presión constante de mantener la fachada perfecta estaban comenzando a pasar factura. Pero nada de eso se comparaba con la sensación de peligro que había empezado a rondarme desde hace un tiempo, una presencia oscura que parecía seguirme a todas partes.
El acoso no era nuevo; había empezado mucho antes de que mi nombre se convirtiera en un constante en los titulares. Era algo que había aprendido a ignorar, a tratar de controlar, pero últimamente se estaba volviendo insoportable. Mensajes anónimos en mis redes sociales, correos electrónicos amenazantes, y miradas furtivas cuando salía a la calle me hacían sentir como si estuviera siendo observado todo el tiempo.
Al principio, pensé que era solo parte del precio de la fama. Todos los ídolos lidiábamos con fans obsesivos, con personas que cruzaban la línea de lo personal. Pero esto era diferente. Esto se sentía más calculado, más personal, como si alguien estuviera disfrutando del miedo que intentaba sembrar en mí.
Ese día, después de los ensayos, me dirigí a mi apartamento con la esperanza de encontrar algo de paz. Jia y yo habíamos pasado la noche anterior hablando sobre todo lo que estaba pasando, tratando de encontrar una manera de mantenernos a flote en medio de las mentiras que los medios estaban inventando sobre nosotros. A veces, su compañía era lo único que me mantenía cuerdo. Pero ahora estaba solo, y la sensación de ser observado se hacía más fuerte.
Al llegar, encontré un sobre sin remitente en mi buzón. No había nombre, no había dirección, solo mi apellido escrito con letras grandes y gruesas, como si alguien hubiera querido asegurarse de que no pasara desapercibido. Mi corazón se aceleró al abrirlo, sintiendo el peso del papel en mis manos como una advertencia.
Dentro, encontré una serie de fotos. Eran imágenes de mí en diferentes lugares: saliendo del estudio, caminando por la ciudad, e incluso una en la que estaba con Jia, ambos sonrientes sin saber que estábamos siendo fotografiados. Sentí un escalofrío recorrerme la columna vertebral. No solo me estaban observando, me estaban acechando, y quienquiera que fuera, quería que lo supiera.
Junto a las fotos, había una nota, escrita a mano con una caligrafía desordenada pero claramente intencionada.
"No eres intocable, Yeon-Jun. Todo lo que tienes puede desaparecer en un instante. No olvides quién está en control."
Me senté en el sofá, sin poder apartar la vista de las fotos y la nota. Todo lo que había estado ignorando, las señales de que algo no estaba bien, ahora se materializaba frente a mí en una amenaza real. No era solo un fan obsesivo; era alguien que me conocía, alguien que había estado lo suficientemente cerca como para saber mis movimientos, mis rutinas, y lo que más me importaba.
Recordé los mensajes anteriores, los correos anónimos que había pasado por alto, pensando que eran solo parte del ruido. Pero ahora, todo tenía un propósito, un patrón. Estaban escalando, y me daba cuenta de que esto no iba a detenerse por sí solo.
Decidí llamar a uno de los miembros de la banda, Ji-Ho, mi amigo más cercano en ELIXIR. Necesitaba compartir esto con alguien, necesitaba sentir que no estaba solo en esto.
—¿Yeon-Jun? ¿Qué pasa? —preguntó Ji-Ho al contestar, su voz sonando preocupada al instante.
—Es... complicado. Pero necesito hablar con alguien —le respondí, tratando de sonar más calmado de lo que realmente me sentía—. Hay algo que ha estado pasando, algo que no puedo seguir ignorando.
Nos encontramos en un café discreto, lejos del centro, en un lugar donde sabíamos que no nos reconocerían fácilmente. Le mostré las fotos y la nota, observando cómo su expresión cambiaba de preocupación a una mezcla de sorpresa e indignación.
—Esto no es normal, Yeon-Jun. ¿Desde cuándo está pasando esto? —preguntó, sus manos apretando la nota como si quisiera estrujarla.
Suspiré, pasándome una mano por el cabello, frustrado. —Desde hace un tiempo, pero no había llegado a esto. No sé quién está detrás, pero es claro que no se trata de un simple fanático. Es alguien que sabe demasiado.
Ji-Ho se quedó en silencio, su mirada seria y preocupada. —Tienes que denunciarlo. No puedes manejar esto solo. Y si hay alguien detrás, necesitamos averiguar quién es y por qué lo está haciendo.
Asentí, sabiendo que tenía razón, pero también sintiéndome expuesto y vulnerable de una manera que no había experimentado antes. Había pasado tanto tiempo construyendo una imagen fuerte, controlando cada aspecto de mi vida pública, que ahora, ante esta amenaza invisible, me sentía indefenso.
Esa noche, regresé a mi apartamento con la sensación de que todo estaba a punto de estallar. Guardé las fotos y la nota en un cajón, pero no podía sacarlas de mi mente. Sabía que no podía seguir ignorando lo que estaba pasando, pero también sabía que enfrentarlo significaba aceptar que alguien estaba decidido a destruirme.
Mientras me recostaba en la cama, mi teléfono vibró con un nuevo mensaje anónimo. Lo abrí, y sentí el frío de la amenaza que contenía.
"No olvides, Yeon-Jun. Todo lo que tienes está en mis manos."
Sabía que esto no terminaría hasta que enfrentara la verdad. El acosador estaba más cerca de lo que imaginaba, y la sensación de estar siempre vigilado comenzaba a desmoronarme. No sabía cuánto tiempo más podría soportarlo, pero estaba decidido a encontrarlo, a descubrir quién estaba detrás de esa sombra que no dejaba de acecharme.
El ambiente en la sala de reuniones estaba cargado de tensión. Los miembros de ELIXIR estaban sentados alrededor de la mesa, con expresiones de preocupación y cansancio. Había un aire de incomodidad que ninguno de nosotros estaba acostumbrado a sentir. Por lo general, estas reuniones eran para discutir nuevos proyectos, ensayos o giras, pero hoy, el tema era completamente diferente: el acosador que se había convertido en una amenaza creciente para mí y, por extensión, para todo el grupo.
Ji-Ho, Tae-Min, Sun-Ho, Min-Soo y Jae-Hyun estaban allí, y aunque cada uno tenía su forma particular de manejar la situación, la preocupación era evidente en sus rostros. Nadie sabía exactamente qué decir; todos habíamos leído las noticias, los rumores sobre mi relación con Jia, y ahora esto solo añadía más leña al fuego de un problema que parecía no tener fin.
Los managers y el equipo de seguridad de la agencia también estaban presentes, revisando los documentos y mensajes que había recibido, tratando de trazar un plan para controlar la situación antes de que se volviera aún más peligrosa.
El jefe de seguridad, el señor Park, fue el primero en romper el silencio. Era un hombre robusto y experimentado, con una expresión siempre seria y profesional. —Hemos estado revisando todas las amenazas y mensajes que Yeon-Jun ha recibido en las últimas semanas —dijo, colocando algunas copias de las fotos y notas en la mesa para que todos las vieran—. Está claro que esto no es un simple caso de fanatismo. Es un acoso planificado, y estamos lidiando con alguien que conoce sus movimientos y lo está acechando de manera meticulosa.
Sentí los ojos de todos sobre mí, y aunque estaba acostumbrado a la atención del público, esto era diferente. Estaba siendo juzgado por una situación que no podía controlar, y la presión de proteger al grupo y mantener mi propia calma estaba comenzando a superarme.
—Esto ya no solo es un problema para Yeon-Jun —continuó el señor Park, mirando a los managers con seriedad—. Está afectando al grupo completo y la percepción pública de ELIXIR. Necesitamos tomar decisiones rápidas y decisivas para protegerlos a todos.
Mi manager, el señor Kim, se inclinó hacia adelante, luciendo tan agotado como yo. —Hemos considerado aumentar la seguridad personal de Yeon-Jun y de todos ustedes, pero también necesitamos evaluar si esto debe hacerse público. Hasta ahora, no hemos revelado la situación del acosador a los medios porque creemos que podría empeorar las cosas, pero si no actuamos, podríamos poner a todos en riesgo.
Ji-Ho, que estaba sentado a mi derecha, apretó los puños y habló con una mezcla de frustración y preocupación. —¿Cómo es posible que haya llegado tan lejos? ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Estamos siempre rodeados de seguridad, y aun así, esta persona ha estado tan cerca de Yeon-Jun que es aterrador.
Sabía que Ji-Ho se sentía culpable por no haber percibido la magnitud del problema antes, y eso solo me hacía sentir peor. No quería que el grupo sufriera por algo que yo había tratado de manejar en silencio.
—Este acosador no es solo un fan obsesivo —dije, tomando un respiro para mantener la calma—. Conoce nuestros movimientos, nuestras rutinas, y sabe cómo acercarse sin ser detectado. Esto no se trata solo de mí; podría apuntar a cualquiera de nosotros en cualquier momento.
Tae-Min, siempre el más tranquilo del grupo, se inclinó hacia la mesa y habló con seriedad. —Necesitamos hacer algo más allá de la seguridad. Si este tipo se siente impune, seguirá presionando. ¿No podemos involucrar a la policía de manera más formal? Esto ha dejado de ser algo manejable internamente.
El señor Kim asintió, su expresión grave. —Ya hemos contactado a las autoridades, pero la investigación es lenta y, sin pruebas contundentes, no podemos detener a alguien solo porque lo sospechamos. Necesitamos más evidencia y, sobre todo, estar atentos a cualquier señal que indique quién podría estar detrás de esto.
La reunión continuó con propuestas sobre cómo aumentar nuestra seguridad, limitar nuestros movimientos y evitar que el acosador tuviera más oportunidades de acercarse. Se habló de cambiar nuestras rutinas, de reforzar el equipo de protección y de evitar lugares públicos a menos que fuera estrictamente necesario.
Pero a medida que avanzaba la conversación, no podía dejar de sentirme atrapado. No podía evitar la sensación de que, a pesar de todas las precauciones, este acosador estaba un paso por delante de nosotros. Había un peligro real, una sombra que se cernía sobre todo lo que hacía, y la idea de vivir con esa incertidumbre se estaba volviendo insoportable.
Finalmente, el señor Park cerró la reunión con una nota firme pero inquietante. —Estamos haciendo todo lo posible para protegerlos, pero también necesitamos que todos estén alertas. Cualquier cosa fuera de lo normal, cualquier detalle extraño, debe reportarse de inmediato. No subestimen a esta persona; ya hemos visto que está dispuesta a ir demasiado lejos.
Nos levantamos de la mesa con un peso que no habíamos sentido antes. ELIXIR siempre había sido sinónimo de éxito y control, pero ahora, estábamos enfrentando algo que no se resolvía con una coreografía perfecta o un comeback impecable. Esto era real, peligroso, y nos estaba desafiando de una manera que ninguno de nosotros había anticipado.
Mientras salíamos de la sala, Ji-Ho puso una mano en mi hombro, sus ojos llenos de una mezcla de apoyo y preocupación. —No estás solo en esto, Yeon-Jun. Lo vamos a superar, juntos.
Asentí, agradecido por sus palabras, pero sabiendo que esta batalla sería más larga y más difícil de lo que cualquier ensayo o presentación había sido. Tenía que encontrar la manera de enfrentar al acosador, no solo por mí, sino por el grupo y por todo lo que habíamos trabajado para construir.
La reunión había sido agotadora en más formas de las que podía expresar. Salí de la sala con la cabeza llena de preocupaciones y el pecho apretado por la ansiedad. Las palabras del jefe de seguridad y los managers resonaban en mi mente, recordándome que no estaba solo en esto, pero también que el problema que enfrentaba era más grande de lo que había admitido. A veces, la realidad de ser el centro de una amenaza me superaba, y todo lo que quería era desaparecer, aunque solo fuera por un momento.
Me dirigí al estudio de grabación de ELIXIR, nuestro refugio privado, un lugar que siempre había sido más que solo un espacio de trabajo. Aquí, entre las paredes revestidas de paneles de sonido y el suave resplandor de las luces tenues, podía dejar de ser Yeon-Jun el ídolo y volver a ser solo yo, un chico que amaba la música más que nada. Me senté frente a la consola, mirando los controles sin verlos realmente, dejándome envolver por el silencio que solo se rompía con el zumbido de los equipos.
Estaba perdido en mis pensamientos cuando escuché la puerta abrirse suavemente. Levanté la vista y vi a Ji-Ho, Tae-Min, Sun-Ho, Min-Soo, Jae-Hyun y Seok-Jin entrando uno por uno, con expresiones de preocupación y determinación. No tenía fuerzas para fingir que estaba bien, así que simplemente me quedé en silencio, esperando a ver qué dirían.
Ji-Ho fue el primero en hablar, acercándose con una sonrisa suave. —Sabíamos que estarías aquí. Este siempre ha sido tu lugar para pensar.
Tae-Min se sentó en el sofá cercano, cruzando los brazos mientras me observaba. —No tienes que cargar con esto solo, Yeon-Jun. Somos un equipo, y lo que te afecta a ti, nos afecta a todos.
Sentí un nudo en la garganta. Había tratado de mantener mis problemas lejos de ellos, de no preocuparlos más de lo necesario, pero sabía que no podía seguir haciendo eso. Ellos eran mis hermanos, más allá de la música y los escenarios. Eran la familia que había elegido, y si iba a enfrentar esto, lo haría con ellos a mi lado.
—Sé que no tengo que hacerlo solo —dije finalmente, mi voz quebrada por la mezcla de emociones—. Pero no quería arrastrarlos a este desastre. Todo esto ha sido... mucho, y no quiero que ustedes sufran por mi culpa.
Sun-Ho, siempre el más directo y sincero del grupo, se inclinó hacia adelante, su mirada seria pero llena de empatía. —Escucha, todos tenemos problemas. Todos tenemos cosas que preferiríamos no compartir, pero somos una familia, ¿no? Y las familias enfrentan estas cosas juntas. No hay culpa en eso.
Min-Soo, que hasta ahora había estado callado, tomó la palabra. —Hemos pasado por tantas cosas juntos, Yeon-Jun. Recuerdo los días en los que nos quedábamos hasta el amanecer grabando, peleando por los pequeños detalles que nadie más notaría. Este grupo es lo más importante para cada uno de nosotros, y no vamos a dejar que nada nos destruya.
Jae-Hyun, el más joven pero también uno de los más maduros, añadió con una sonrisa reconfortante. —Somos más fuertes cuando estamos unidos. Cada vez que alguno de nosotros ha caído, hemos estado ahí para levantarlo. No importa lo que venga, no vamos a dejar que te enfrentes a esto solo.
La sinceridad de sus palabras me llegó profundamente. Había pasado tanto tiempo tratando de ser fuerte, de mantener la compostura, que había olvidado que no necesitaba hacerlo solo. Mis compañeros, mis amigos, estaban ahí para mí, como siempre lo habían estado, y juntos éramos más que la suma de nuestras partes.
Seok-Jin, el mayor del grupo, se acercó y me dio un suave golpe en el hombro, su forma de mostrar afecto y apoyo. —Vamos a encontrar a este idiota que te está acosando, y vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para protegernos mutuamente. No importa cuánto nos cueste.
Nos quedamos en silencio por un momento, y luego, casi sin proponérnoslo, comenzamos a hablar de nuestras propias inseguridades, de los miedos que cada uno llevaba consigo. Era un intercambio honesto, donde todos se permitieron mostrar sus debilidades, sus frustraciones, y su deseo de seguir adelante a pesar de todo.
—Siempre pensé que tenía que ser perfecto para ustedes —dije, confesando algo que había guardado durante mucho tiempo—. Que como líder debía ser fuerte, inquebrantable. Pero a veces siento que me estoy rompiendo.
Ji-Ho sonrió y negó con la cabeza. —No necesitamos que seas perfecto, Yeon-Jun. Solo necesitamos que seas tú mismo. Eso es lo que hace que este grupo funcione.
Nos reímos, compartiendo anécdotas de los momentos más difíciles y cómo habíamos superado cada obstáculo juntos. Había algo liberador en esa conversación, algo que nos recordaba por qué habíamos llegado hasta aquí y por qué seguiríamos adelante sin importar los desafíos.
Cuando finalmente terminamos, el estudio ya no se sentía tan silencioso ni opresivo. Estaba lleno de una energía renovada, de la certeza de que no importaba cuántas veces cayera, siempre habría seis manos dispuestas a levantarme.
—Gracias, chicos —dije, sintiendo una paz que no había tenido en mucho tiempo—. No sé qué haría sin ustedes.
Tae-Min sonrió y se levantó del sofá, caminando hacia la consola. —Probablemente estarías perdido en algún otro estudio intentando escribir la canción perfecta.
Nos reímos, y en ese momento, supe que, aunque el camino que teníamos por delante era incierto y peligroso, lo enfrentaríamos juntos. Habíamos pasado por demasiado para dejar que un acosador o cualquier otra cosa nos derrumbara.