Oliver es un joven aventurero que quiere recuperar el alma de su hermana mayor, pero el mundo le recarcará lo difícil que será su deseo para alguien como él. ¿Podrá cumplir con su cometido? Acompáñalo junto a su grupo de compañeros: Evelyn, Richard, Ginna y Victoria, quienes a pesar de tener distintos motivos, comparten un mismo destino, el continente oscuro. Para ello, deberán unirse a la Unión de Asalto antes de su excursión hacia el continente oscuro.
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Calidez
Faltando cuatro días para el examen, Oliver se encontraba en el restaurante de Victoria, quien le estaba enseñando a hacer un pastel de calabaza para Luna.
Después de sus clases de cocina, Oliver pasó junto con Evelyn por la biblioteca para alquilar algunos libros para el examen. Del mismo modo, vemos al grupo reforzando sus habilidades físicas en pistas de entrenamiento, tanto en cuerpo a cuerpo como con armas.
—¿Oh, Oliver, eres tú?, una voz suave interrumpió sus entrenamientos desde un costado.
Oliver se volteó sorprendido hacia donde provenía la voz, encontrándose con una joven cuyo rostro le resultaba vagamente familiar.
—Soy yo, la que vivía al lado de tu casa, ¿no me recuerdas?, continuó la chica, sonriendo con esperanza.
Los ojos de Oliver se abrieron de par en par al recordar vagamente una compañera que solía vivir al lado hasta que se mudó a otra ciudad. —¿Aurora? preguntó, titubeante.
—¡Sí, soy yo!, exclamó ella con alegría, —así que sí me recuerdas.
—¡Cuánto tiempo! Veo que has crecido mucho, ¿qué has estado haciendo?, preguntó Oliver con entusiasmo mientras la observaba.
"Oh, Oliver, no esperaba que fueras del tipo de personas que lo primero que notan es el busto de una chica," comentó Aurora con una sonrisa burlona, cubriéndose el pecho con exageración.
—¿Ah? No, por supuesto que no, respondió Oliver rápidamente, sintiéndose un poco incómodo.
Aurora se rió alegremente. —Bueno, después de mudarme, estuve mucho tiempo sola porque no había niños de mi edad. Así que me dediqué a crecer rápido para no aburrirme. Después de eso, me uní a la orden real y me convertí en vice-comandante. Y como aquí se harán los exámenes para el ascenso al rango "S" soy una de las encargadas de supervisar.
—Oh, parece que realmente has avanzado mucho. Ya no pareces la niña que lloraba cada vez que había una tormenta.
—A-ahhh, o-oye, no menciones eso, respondió ella, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas.
—Por cierto, ¿y tu hermana? Me enteré de lo que pasó, pero no pude venir. Lo siento mucho...
—No te preocupes. Está estable y por ahora todo está bien, respondió él, con un tono de alivio que traía un pequeño brillo a sus ojos.
—Ya veo... un silencio envolvió a ambos, tal vez no
incómodo, pero cargado de comprensión mutua.
—He oído que quieres unirte a la unión de asalto. Si quieres, podría recomendarte, dijo con un interés sincero y una sonrisa alentadora.
Oliver se sintió halagado, pero tras un breve respiro dijo con determinación—: Muchas gracias, pero no es necesario.
—Entiendo. Veo que has crecido mucho, Oliver. Te has convertido en todo un hombre. Además, esos músculos... Los trabajas todos los días, ¿eh?, bromeó ella, mirándole con picardía.
—Ehhh, o-oye, no empieces.
—¡Vice comandante! —Eh, ¡ya voy! —respondió rápidamente, siendo llamada por alguien a lo lejos.
—Bueno, Oliver, espero verte de nuevo. ¡Nos vemos!, se despidió, corriendo hacia su deber, pero no sin antes agitar la mano con una sonrisa cordial.
Oliver alzó la mano también, devolviendo el gesto con un ligero rubor y una sonrisa en el rostro.
"Oho, pero vaya, parece que tenemos a un galán entre nosotros", comentó Richard mientras colocaba una mano en el hombro de Oliver, con una sonrisa burlona.
—¿Eh? ¿De qué hablas? Es una vieja conocida, respondió Oliver, tratando de desviar la conversación mientras volvía a dirigirse a su grupo. —Bien, ahora me toca ganar con Victoria.
Victoria lo miró brevemente, y con un gesto de desinterés, desvió la mirada hacia otro lado antes de marcharse. Oye, ¿qué pasa?, exclamó Oliver, confundido, mientras volvía la vista hacia el resto de su grupo.
—Así que finalmente dejas ver tu verdadera naturaleza, comentó Ginna en tono de seriedad, mientras retrocedía unos pasos.
Evelyn simplemente lo miró con decepción y, sin decir nada, se fue con las demás.
—¿Ehhhhhhh?, expresó Oliver, claramente sin entender lo que estaba ocurriendo.
"Nicnicnicnic", añadió Richard, chasqueando la lengua en un gesto de burla, —eres un pendejo, mi estimado compañero, dijo mientras rodeaba su cuello con el brazo en gesto amistoso. —¿Tú también?, preguntó Oliver, sintiendo el peso de las miradas y comentarios de sus compañeros.
...
—¡Qué día tan extraño! —comentó mientras levantaba la vista, acomodándose en una de las sillas de la sala. Con una ligera inclinación de cabeza, comenzó a escribir notas en su libreta.
...
Los rayos del sol se filtraban a través de las ventanas, iluminando el rostro de Oliver, quien preparaba el desayuno. Se lo llevaría a Luna cuando de repente, justo cuando estaba a punto de dejarlo en la mesa cerca de la puerta, ésta se abrió suavemente. Luna, con una sonrisa en los labios, comentó que lo recibiría personalmente. Oliver, complacido, respondió con una sonrisa cálida.
Después de que la puerta se cerró, Oliver regresaba a la cocina, pero se detuvo un momento para preguntar:
—Por cierto, Luna, ¿no te aburres estando sola ahí dentro? Un silencio invadió el corredor, Si es así, ¿no te gustaría que te trajera unos libros para que leas? O, si prefieres, te los podría leer desde aquí, para que no te aburras tanto.
El silencio imperó por un instante. Oliver estaba a punto de continuar su camino cuando escuchó una respuesta tenue:
—No sé leer. Así que si no es mucho problema, podrías leermelo tú.
—¡Claro que sí! No es problema —contestó Oliver alegremente.
Sin perder tiempo, se dirigió a la biblioteca y escogió cuidadosamente algunos libros, de historias y otros de cocina, antes de regresar a casa para comenzar la lectura.
—Érase una vez...
La rutina continuaba día a día, con el grupo de amigos entrenando en la biblioteca y en el campo, y Oliver, a su vez, aprendiendo cocina con Victoria y Evelyn.
—Y así la duquesa expresó cómo había descubierto quién se había comido el pastel entre los invitados...
—Jajaja, Una risa desenfadada resonó desde el otro lado de la puerta—. Así que siempre fue ella.
Oliver, contagiado, comenzó a reírse también. Sus risas llenaron el alrededor sin preocuparse por nada más, hasta que de repente una de las voces cesó. Al notar que Luna se había quedado dormida, Oliver dejó de reírse, pero aún mostrando una leve sonrisa.
Se puso de pie, cerró el libro suavemente y se estiró, dejando ver su propio cansancio. Se volvió a sentar en la mesa, tomó su libro y escribió algo con cuidado. Pero el sueño lo venció poco a poco, hasta que su cabeza cayó sobre el libro que utilizaba para tomar notas. Una página quedó al descubierto, y en ella se apreciaba una lista titulada “Cosas que le gustan, podrían gustarle y no le gustan”. Al final de la lista, había una nota que decía: “Buena suerte haciéndola sentir cómoda”.