En un mundo devastado por el apocalipsis zombi, la supervivencia es una guerra constante. Ayanokouji Kiyotaka, un joven calculador y frío, escapa de la opresiva Sala Blanca solo para encontrar un mundo aún más brutal. Ahora, atrapado en el instituto Fujimi, debe usar su inteligencia y habilidades estratégicas para liderar a un grupo de estudiantes en medio del caos.
A medida que las hordas de muertos vivientes se acercan, Ayanokouji se enfrenta a una amenaza aún mayor: la traición y la desconfianza dentro de su propio grupo.
Mientras los aliados se vuelven enemigos y la violencia alcanza su punto álgido, Ayanokouji debe tomar decisiones drásticas para proteger a a los suyos. Entre la lucha por los suministros y la constante amenaza de los zombis, cada día se convierte en una prueba de ingenio y fuerza.
¿Podrá Ayanokouji mantener la unidad y liderar a su grupo hacia un futuro incierto, o caerá ante las fuerzas que buscan destruirlo?
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Capítulo 22: Presentaciónes
La mañana después de la sangrienta batalla contra los Vipers, el refugio fortificado vibraba con una energía diferente. La victoria había dado a todos un renovado sentido de propósito y camaradería, pero también traía consigo nuevas responsabilidades. Ayanokouji no dejaba de pensar en las palabras del lider de los Vipers y en la llamada misteriosa, pero su rostro estaba sereno como siempre. El grupo de Takeshi, los recién llegados, había demostrado ser valiosos aliados durante la pelea, y ahora era el momento de formalizar esta alianza.
Ayanokouji, Takashi, y Saeko se reunieron en la sala principal para discutir los próximos pasos. Takeshi y sus hombres se unieron a ellos, creando un círculo de guerreros cansados pero determinados. El ambiente estaba cargado de anticipación, ya que todos sabían que las decisiones tomadas hoy definirían su futuro.
Takeshi se adelantó, rompiendo el silencio. —Quiero agradecerles por permitirnos quedarnos aquí. Sabemos que han sido tiempos difíciles para todos, pero creemos que juntos podemos construir algo fuerte.
Ayanokouji asintió, su expresión serena y calculadora. —Nuestra prioridad es la supervivencia. Si unimos fuerzas, nuestras posibilidades de éxito aumentan. Pero primero, necesitamos conocer mejor a cada uno de ustedes.
Takeshi asintió, presentando a sus compañeros uno por uno. —Este es Hiroshi, nuestro experto en mecánica. Ha sido invaluable manteniendo nuestros vehículos y generadores en funcionamiento. Luego está Yumi, una excelente enfermera que ha cuidado de nuestras heridas y enfermedades. Y por último, Kenji, un experto en estrategias de combate y supervivencia.
Hiroshi, un hombre de mediana edad con manos callosas y un semblante serio, asintió en silencio. Yumi, una mujer joven de ojos brillantes, sonrió tímidamente pero con determinación. Kenji, un hombre robusto con cicatrices visibles, observó a todos con una mirada penetrante.
Ayanokouji observó a cada uno, analizando sus capacidades y potencial. —Hemos demostrado que podemos trabajar juntos en una batalla, pero la supervivencia diaria requiere coordinación y confianza. Necesitamos que cada uno de ustedes cumpla un rol específico en nuestro grupo.
Takashi intervino, mirando a Takeshi. —Hemos creado un sistema aquí, con roles claros. Si ustedes se integran, debemos asegurarnos de que todos estén de acuerdo con nuestras reglas y funcionamiento.
Takeshi asintió. —Estamos dispuestos a seguir sus reglas. Solo queremos una oportunidad para demostrar nuestro valor.
Ayanokouji dio un paso adelante, su voz firme. —Entonces, empecemos por asignar tareas. Hiroshi, necesitamos revisar nuestros generadores y vehículos. Yumi, coordinarás con Shizuka para el cuidado médico. Kenji, trabajarás con Saeko y Takashi en la planificación de defensas y estrategias.
Hiroshi asintió. —Entiendo. Empezaré de inmediato.
Yumi sonrió y se dirigió a Shizuka, quien la recibió con una sonrisa cálida. —Estoy lista para ayudar en lo que sea necesario.
Kenji miró a Saeko y Takashi, un destello de respeto en sus ojos. —Trabajemos juntos para fortalecer nuestras defensas. No podemos permitir que nos tomen por sorpresa otra vez.
Mientras todos se dispersaban para cumplir con sus tareas, Ayanokouji se quedó solo con Takeshi. —Hay algo más que necesito saber —dijo Ayanokouji, su voz baja pero intensa. —¿Cómo conociste a los Vipers y cuál es tu historia con ellos?
Takeshi suspiró, su expresión endureciéndose. —Antes del brote, era un oficial de policía. Cuando todo colapsó, traté de mantener el orden, pero fue inútil. Mi familia murió en los primeros días, y después de eso, me uní a un grupo de sobrevivientes. Los Vipers aparecieron poco después, tomando lo que querían sin piedad. Perdí a más amigos por su culpa. Decidí luchar contra ellos, y así terminé aquí.
Ayanokouji asintió, comprendiendo la profundidad del dolor y la determinación en la voz de Takeshi. —Tenemos enemigos comunes, entonces. Mientras podamos confiar en ustedes, trabajaremos juntos para asegurar nuestro futuro.
Takeshi extendió su mano. —Estoy de acuerdo. Hagamos esto por nuestros compañeros caídos y por los que aún quedan.
Ayanokouji estrechó su mano, sellando su alianza. Mientras Takeshi se alejaba para unirse a su grupo, Ayanokouji se permitió un momento de reflexión. Sabía que esta alianza era una apuesta, pero también una necesidad. La supervivencia en este nuevo mundo requería más que fuerza; requería unidad y cooperación.
La tarde transcurrió con una actividad febril. Hiroshi revisó y reparó los generadores, asegurando que tuvieran energía para las próximas semanas. Yumi y Shizuka trabajaron juntas, organizando los suministros médicos y atendiendo a los heridos. Kenji, Saeko y Takashi delinearon nuevas estrategias de defensa, reforzando las barricadas y preparando planes de contingencia.
…
Ayanokouji se encontraba en una sala apartada del refugio, revisando unos mapas detallados. Estaba planificando el próximo movimiento del grupo, evaluando rutas de escape y posibles ubicaciones seguras. Su mente trabajaba metódicamente, analizando cada detalle con la precisión fría y calculadora que lo caracterizaba.
Mientras estaba absorto en su tarea, Ayanokouji notó que Shizuka lo observaba desde la distancia. Al principio, intentó ignorarla, concentrándose en su trabajo, pero su persistente mirada le resultó imposible de pasar por alto. Finalmente, levantó la vista y decidió acercarse a ella.
—¿Por qué me observas? —preguntó Ayanokouji, su tono tan neutral como siempre.
Shizuka pareció un poco sorprendida al ser confrontada, pero no se apartó. —Solo me da curiosidad tu forma de ser —respondió con sinceridad.
Ayanokouji la miró, tratando de discernir sus verdaderas intenciones. Shizuka continuó hablando, su voz suave y genuina.
—Si necesitas hablar con alguien, aquí estoy yo. —dijo, mostrando una sonrisa amable.
Ayanokouji notó la sinceridad en sus ojos, pero también sabía que no podía permitirse abrirse ni un poco. Las intenciones de Shizuka podían ser buenas, pero él no podía arriesgarse a que sus emociones lo nublaran. Decidió evadir la oferta con una pregunta propia.
—¿Por qué te interesa tanto mi forma de ser? —preguntó, desviando la conversación de su ofrecimiento.
Shizuka pareció pensativa por un momento, como si estuviera buscando las palabras correctas. —Creo que eres muy diferente a todos nosotros. Siempre estás tan calmado, tan distante. Me pregunto qué es lo que te motiva, lo que te impulsa.
Ayanokouji se permitió una leve sonrisa, aunque no alcanzó sus ojos. —Soy así porque es necesario. En tiempos como estos, la calma y la distancia son herramientas valiosas.
Shizuka asintió, aunque parecía insatisfecha con la respuesta. —Entiendo. Pero también somos humanos, y a veces necesitamos alguien con quien hablar. No estoy diciendo que debas cambiar, solo que si alguna vez necesitas desahogarte, yo estoy aquí.
Ayanokouji la observó por un momento más, apreciando su bondad, aunque sabía que no podía aceptar su oferta. —Lo tendré en cuenta —dijo finalmente, aunque sabía que probablemente no lo haría.
Volvió su atención a los mapas, dando por terminada la conversación. Shizuka, aunque un poco decepcionada, respetó su deseo de mantenerse distante y se alejó, dejándolo continuar con su trabajo.
Mientras analizaba las rutas y planes, Ayanokouji reflexionó brevemente sobre la conversación. Sabía que su frialdad y distancia eran vistas con curiosidad y quizás un poco de incomprensión por los demás, pero no tenía otra opción. Había aprendido a protegerse emocionalmente desde muy joven, y no podía permitirse cambiar ahora.
"Debo mantener el enfoque", pensó Ayanokouji, mirando los mapas con renovada determinación. "No puedo dejar que las emociones interfieran."
Con ese pensamiento, volvió a sumergirse en sus planes, su mente calculando cada posible escenario. La supervivencia del grupo dependía de su capacidad para prever y actuar sin dejarse llevar por las distracciones emocionales. Y aunque Shizuka y los demás podían no entenderlo, él sabía que estaba haciendo lo correcto para asegurar su supervivencia.
Shizuka, por su parte, observaba a Ayanokouji desde la distancia, resignada pero aún preocupada por él. Entendía que había algo más profundo en su forma de ser, algo que tal vez nunca llegaría a comprender del todo. Pero eso no disminuía su deseo de ayudarlo, de estar ahí para él si alguna vez lo necesitaba. Aunque Ayanokouji podía parecer inalcanzable, ella estaba decidida a mantener su oferta abierta, esperando el día en que él pudiera confiar en alguien más.
Al caer la noche, el refugio estaba más seguro y organizado. Los miembros de ambos grupos se reunieron alrededor de una fogata improvisada, compartiendo historias y comida. La barrera de desconfianza inicial comenzaba a desmoronarse, reemplazada por un sentido de camaradería y esperanza renovada.
Ayanokouji observó desde una distancia, sus pensamientos ocupados con planes y estrategias. Sabía que el camino adelante estaría lleno de desafíos, pero con esta nueva alianza, sentía que tenían una oportunidad real de sobrevivir. Mientras miraba las llamas danzantes, una determinación renovada se asentó en su corazón. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger a su grupo y asegurar un futuro en medio del caos.
Al final de la noche, Takeshi se acercó a Ayanokouji. —Hoy hemos dado un gran paso. Pero sé que esto es solo el comienzo. Los Vipers no serán la última amenaza que enfrentemos.
Ayanokouji asintió, su mirada fija en las llamas. —Lo sé. Pero juntos, somos más fuertes. Y eso es lo que necesitamos para sobrevivir en este mundo.
La alianza había sido forjada en sangre y necesidad, pero con determinación y cooperación, tenían una nueva esperanza. Mientras las estrellas brillaban sobre ellos, Ayanokouji se comprometió a liderar con firmeza y sabiduría, sabiendo que cada decisión podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Y así, con la resolución de un líder, se preparó para enfrentar los días venideros, listo para proteger a su grupo y luchar por un futuro en medio del caos.