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Los Juegos De La Corona: Intrigas, Deseo Y Traición

Los Juegos De La Corona: Intrigas, Deseo Y Traición

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Matrimonio entre clanes / Secretos de la alta sociedad / Batalla por el trono / Edad media / El Ascenso de la Reina
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: noirstoryteller

En un reino donde el poder se negocia con alianzas matrimoniales, Lady Arabella Sinclair es forzada a casarse con el enigmático Duque de Blackthorn, un hombre envuelto en secretos y sombras. Mientras lucha por escapar de un destino impuesto, Arabella descubre que la verdadera traición se oculta en la corte, donde la reina Catherine mueve los hilos con astucia mortal. En un juego de deseo y conspiración, el amor y la lealtad se convertirán en armas. ¿Podrá Arabella forjar su propio destino o será consumida por los peligrosos juegos de la corona?

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Capítulo 15: En la Sombra del Peligro

El silencio del castillo era casi palpable mientras Arabella y Alexander se preparaban para la misión más arriesgada que habían emprendido hasta ahora. La noche había caído, envolviendo el castillo en una oscuridad espesa, interrumpida solo por la tenue luz de las antorchas parpadeantes en los pasillos. La biblioteca había sido el escenario de su última intriga, y ahora el ala del canciller se presentaba como su próximo objetivo.

—No olvides que debemos ser rápidos y silenciosos —dijo Alexander mientras revisaba la daga oculta en su bota—. No hay margen de error. Si alguien te ve, no solo perderemos la oportunidad, sino que también podríamos perder la vida.

Arabella asintió, sintiendo la presión del momento apretar su pecho. Sabía que estaba jugando con fuego, pero su deseo de proteger a la reina y desmantelar los planes de Lady Catherine era más fuerte que su miedo.

—Puedo hacerlo —murmuró, reforzando su determinación—. Solo confía en mí.

Se deslizaron por los pasillos, evitando a los guardias que patrullaban la zona. La ruta hacia los aposentos del canciller era conocida por su ausencia de vigilancia, un camino que Arabella había recorrido en ocasiones anteriores durante sus visitas al consejo. Sin embargo, esta vez era diferente. Esta vez, cada sombra podría ocultar un traidor, cada crujido del suelo podía ser el anuncio de su captura.

Cuando finalmente llegaron ante la puerta de la habitación del canciller, Arabella sintió cómo su corazón latía con fuerza. Miró a Alexander, quien asintió y le dio una leve señal para que se acercara.

—Recuerda, una vez dentro, busca el escritorio. El documento debe estar allí —susurró Alexander.

Arabella giró el pomo de la puerta lentamente y la empujó con cuidado. Al abrirse, se encontró con una habitación oscura, iluminada solo por la luz tenue que se filtraba desde la ventana. En el rincón, un escritorio de madera oscura esperaba, cubierto con pergaminos y libros en desorden. El aire olía a cera de vela y a pergaminos antiguos.

Con cautela, Arabella se acercó al escritorio, buscando en los papeles desordenados. Sus manos temblaban mientras pasaba las hojas, sintiendo que el tiempo se deslizaba entre sus dedos. En un rincón, una pequeña caja de madera llamó su atención. La abrió, y allí, entre documentos variados, encontró un rollo de pergamino sellado con cera.

—¡Lo tengo! —susurró, girándose hacia Alexander, quien vigilaba la puerta con los sentidos alerta.

Pero justo cuando se disponían a salir, el sonido de pasos resonó en el pasillo. Arabella sintió cómo la sangre se le helaba en las venas.

—¡Rápido! —exclamó Alexander, y ambos se agacharon detrás del escritorio, esperando que los pasos se desvanecieran.

La puerta del canciller se abrió de golpe, y una figura familiar apareció: era Lady Catherine, acompañada por Lord Pembroke. Arabella contuvo la respiración, dándose cuenta de que el peligro era aún mayor de lo que habían anticipado.

—No tengo tiempo que perder, Pembroke —dijo Lady Catherine con voz firme—. Si la reina descubre que estamos en contacto, no habrá vuelta atrás. Debemos actuar esta noche.

—Lo entiendo, pero ¿estás segura de que puedes confiar en esos nobles? —respondió Lord Pembroke, su tono cargado de desconfianza—. Algunos son leales a la reina.

Lady Catherine se acercó al escritorio, y Arabella y Alexander se quedaron paralizados, conteniendo la respiración mientras ella examinaba los documentos. —Ya he tomado mis precauciones. Y si alguien se interpone en nuestro camino, se asegurará de que la reina pague por ello.

De pronto, la mirada de Lady Catherine se detuvo en la pequeña caja que Arabella había dejado abierta. Sus ojos se estrecharon al darse cuenta de que algo no estaba bien.

—¿Qué es esto? —preguntó, su voz helada como el hielo.

Los latidos del corazón de Arabella resonaron en sus oídos. Era ahora o nunca. Con un movimiento rápido, Alexander empujó a Arabella hacia la ventana mientras él mismo se lanzaba hacia la puerta, cerrándola detrás de él.

—¡Atrás! —gritó, intentando bloquear el camino de los nobles mientras Arabella se deslizó por la ventana, aterrizando suavemente en el jardín.

La libertad estaba a solo unos pasos, pero el caos en la habitación resonó en sus oídos. Arabella giró la cabeza justo a tiempo para ver a Alexander luchando contra Lord Pembroke. Las manos de Arabella temblaban mientras el sonido de los golpes resonaba en la noche.

Sin pensar en las consecuencias, Arabella se lanzó de nuevo hacia la ventana, gritando. —¡Alexander!

Pero la lucha ya había tomado un giro peligroso. Lady Catherine, con su mirada de fuego, se giró hacia Arabella. —Tú. No te escaparás tan fácilmente —dijo, y el desprecio en su voz era claro.

Lord Pembroke logró derribar a Alexander, y cuando Arabella se abalanzó hacia ellos, un frío escalofrío recorrió su espalda al ver la daga que brillaba en la mano de Lady Catherine.

—Es un juego peligroso, Arabella —dijo ella, su voz ahora suave como la seda pero cargada de amenazas—. Pero ahora has cruzado la línea.

Alexander se levantó, recuperando el aliento mientras intentaba levantarse de nuevo, pero Arabella se encontraba entre ellos, sintiendo la presión del momento aplastando su pecho.

—¡Aléjate de él! —gritó, su voz temblando con determinación. Pero sabía que su amenaza no era más que una ilusión frente al poder que Lady Catherine poseía.

—¿Y qué harás, querida? ¿Te vas a interponer entre el hombre que te protege y la reina? —Lady Catherine sonrió, una sonrisa cruel que helaba la sangre—. No eres más que una niña, Arabella.

Pero el desespero la invadió, y en un instante de claridad, recordó las enseñanzas de su madre sobre la astucia y la estrategia. Era tiempo de convertir su vulnerabilidad en una ventaja.

—Puede que sea una niña, pero sé más de lo que crees. Si me matas, Lady Catherine, ¿quién te protegerá de las sombras que acechan en la corte? —dijo Arabella, su voz ahora firme—. Ellos vendrán por ti también.

El rostro de Lady Catherine palideció ligeramente. Por un instante, la duda cruzó sus ojos. Arabella sintió que tenía la ventaja, aunque fuera por un breve momento. Aprovechando esa pequeña oportunidad, dio un paso atrás y se volvió hacia Alexander.

—¡Salta! —gritó, y en ese momento, ambos se lanzaron hacia la ventana, rodando por el suelo y levantándose rápidamente, dirigiéndose hacia el bosque cercano.

No miraron atrás. Sus corazones latían al unísono mientras corrían, escuchando los gritos de Lady Catherine resonar detrás de ellos. El eco de su furia era un recordatorio de lo que estaba en juego, y cada paso que daban se sentía como una carrera contra el tiempo.

1
Danissa Camilo
me encanta los Personajes
Martha Espinosa
Excelente
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