Cuando Sophie Dubois, una joven de 25 años con dependencia emocional, comienza a sospechar la infidelidad de su esposo, Ricardo Conti, su mundo se desmorona. Sophie hace de todo por mantener su matrimonio, preparando cenas a las que su esposo no llega. En vez de eso, él se dedica a recalcar que Sophie ha desmejorado su aspecto.
Decidida a salvar su matrimonio, Sophie acude a una terapia de pareja aconsejada por su mejor amiga. Sin embargo, el terapeuta que la recibe no es quien dice ser.
Lorenzo Moretti, un mujeriego y adinerado empresario de 30 años adicto al trabajo, se hace pasar por su hermano, el terapeuta, cuando este no llega. Desde el momento en que ve a Sophie, él se siente atraído por ella.
A través de las falsas terapias, él intenta que Sophie aprenda a amarse a sí misma y deje la dependencia que tiene hacia Ricardo. Entre risas, lágrimas y situaciones inesperadas, Sophie deberá decidir si vale la pena luchar por un amor que la ha traicionado o es momento de volver a amar
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Felíz
Ricardo llegó a su casa y comenzó a llamarla, aunque allí no había rastro de ella, pero sí las cosas que él le compró. Dejó a la Sophie que él conoció y se fue de su vida.
Agarró su ropa y la lanzó; estaba molesto, bufaba de rabia; tomó la ropa de ella y la abrazaba negando.
"No, tú no te puedes ir, tú me necesitas, lo sé, tú me amas" seguía diciendo.
"¡Sophie, maldición! ¿Dónde estás? "Ricardo se sentía mal, estaba perdido; esto no debía ser así; él disfrutaría su fiesta y al terminar después de estar con Ivette regresaría a su casa y encontraría una cena fría y con velas, tal vez rosas, y a ella dormida con algún camisón lindo".
Nada de esto debió pasar; todo se fue al carajo, comenzó a llamarla y nada; luego a Isabella, pero tampoco contestó, aunque estaba seguro de que no le contestaría.
Ricardo perdió el control y comenzó a lanzar todo al suelo. Estaba demente, no creía que ella lo había dejado y el divorcio tenía demandas que jamás esperó de ella. Sophie no era así. Aquí estaba ocurriendo algo y él lo iba a averiguar y, por supuesto, que no le daría el divorcio.
El teléfono de Ricardo sonó y lo tomó de inmediato, pero no era Sophie, sino Ivette; la sangre le hirvió al escuchar su voz.
"¿Amor, qué ocurrió, donde te metiste? Los invitados están preguntando por ti". Ricardo suspiró.
"No es tu problema donde esté, ¿cómo te atreviste a enviarle eso a mi esposa, que te sucede?", estaba como loco.
"Pero tú me dijiste que pronto la dejarías" chilló Ivette.
"Eso no va a ocurrir, yo me casé para toda la puta vida", dijo. Cortó la llamada. Ricardo no dejaría a Sophie y menos por Ivette; ella era coqueta, independiente, altanera y no era de estar en casa, todo lo contrario a Sophie que era perfecta. Esa era la mujer de la que se enamoró, no el disfraz que vio hoy. Estaba hermosa, pero el cambio real estaba en sus ojos. Ya no tenía esos ojos brillantes y ansiosos por su atención; era otra y esto lo aterraba.
Ricardo observó en su habitación una nota de Sophie; allí ella decía que se iba, que no aguantaba más su indiferencia, sus malos tratos que la habían consumido, y aun así ella quería arreglarlo, pero jamás le perdonaría una infidelidad. Aunque ella se lo imaginaba, no tenía pruebas concretas y, el día que Ivette le contó todo, él apagó el cariño que ella le tenía y le dijo que jamás regresaría con él porque esta vez ella quería vivir.
Ricardo cayó de rodillas; no quería leer esto; él necesitaba a su esposa a su lado, aunque sea en otra habitación, pero con él amándolo, dándolo todo por él.
"Mi amor vuelve" susurró abrazado la nota; él estaba desesperado y aún no lo creía; quizá estaba dormido teniendo un mal sueño y al despertar su mujer estaría con él, pero eso no ocurriría muy a su pesar.
En otro lado estaban dos mujeres con un escándalo en el departamento; bailaban y gritaban, por suerte. El de Sophie era el último piso y en el del frente no había nadie, por suerte, aunque tampoco le importaba si le venían a reclamar.
“¿¡Sophie, cómo te sientes!? Preguntó ISA gritando por lo alto de la música”
"¡Mejor que nunca, preciosa, amo la vida y me amo yo, y te amo a ti!” Gritaba Sophie. Ya tenían rato bebiendo en el apartamento mientras bailaban.
Sophie se sentía liberada, feliz; ella pensó que este día caería en un hoyo negro y era todo lo contrario, no podía haber más colores en su nuevo mundo.
El teléfono de Sophie sonó y esta vez era L; ella tomó la llamada entre risas por la ebriedad que tenía.
"¿Sophie… cómo estás, te sientes bien? Preguntó preocupado.
"Tranquilo, Leonardo, estoy muy bien, feliz, libre", dijo entre risas.
"¿Dónde estás?", preguntó de nuevo.
"Por ahora en mi apartamento tal vez vayamos a un antro, a divertirnos, a celebrar la vida", dijo entre risas.
"No es buena idea, Sophie" dice preocupado.
"¿Por qué no? Soy una mujer libre", sigue riéndose.
"Porque es peligroso salir sola sin algún hombre que te acompañe", dice sin saber qué más decir para convencerla.
"Por eso, te aseguro que lo que más sobrará es hombre". Isabella se tapa la boca riéndose, observando a Sophie.
"Ya no te hagas, te gusta el doctor buenote", se burla Isabella riéndose.
"Shh, Isa", se ríe Sophie y le lanza un cojín del sofá, mientras Lorenzo escucha preocupado porque Sophie puede salir en ese estado.
"L sigue allí", le pregunta Sophie a Lorenzo.
"Aquí estoy, Sophie, es mejor que no salgan, sí". Lorenzo está sudando.
"Estamos celebrando, además me sentí y me siento bien, solo que no fue buena idea mezclar bebidas". Isabella suelta la risa al recordar el cóctel bomba que ella preparó.
"Es bueno que te sientas bien, Sophie, pero sigue disfrutando en casa; pueden salir otro día".
"No lo sé, después lo decido, solo quiero darte las gracias a ti", dice Sophie.
"No tienes que agradecerme, Sophie" dice Lorenzo.
"Si hice un solo pago y hemos tenido muchas terapias, cuando me toca pagar nuevamente", preguntó confundida.
"Eso ya lo cubrió tranquila", dice Lorenzo, ya que ella solo canceló la cita cuando iba por primera vez con Ricardo y el idiota no fue.
"Eso no cubre todo lo que hemos hecho" dice Sophie.
"Y menos lo que Sophie te quiere hacer" dice Isabella y Sophie le lanza otro cojín.
"Isa, largo". Isabella se ríe subiendo los hombros y va hasta la habitación de Sophie mientras Lorenzo escucha todo.
"Lo siento, ella es así; también necesita terapia por imprudente, pero no contigo", dice muy rápido, haciendo sonreír a Lorenzo.
"Por qué no conmigo", pregunta curioso.
¿Por qué eres mi doctor y no te quiero compartir? Ella seguía hablando como un perico.
¿Tranquila, te dije que solo te doy terapia a ti; tú eres mi paciente favorita, recuerdas? Ella asiente como si él pudiera verla.
"En serio, gracias, ahora se me viene más fuerte; no sé si Ricardo me dé el divorcio; puede tomar a mal las demandas", dice ella.
"Se las merece, no debió dañarte como lo hizo Sophie; él tratará de manipularte; debes ser fuerte", le decía Lorenzo.
"Lo seré si había algo de duda; hoy lo aclaré; estaba allí con esa mujer y todos estaban bien con eso, hasta su familia, la misma que siempre me ha dicho cómo una buena esposa debe comportarse", hablaba con rabia e impotencia.
"Tranquila, lo bueno es que ya no estás en el centro de esas personas, fuiste valiente y saliste" sigue Lorenzo.
"Gracias a ti, tú eres mi ángel L, tú eres mi alegría, mi paz, hasta me conseguiste trabajo", dice ella y Lorenzo tiene una sonrisa idiota en su cara.
"Solo te recomendé; lo demás lo estás haciendo sola", responde él.
"L, cuando las terapias se acaben, tú…" Ya no te volveré a ver, ¿cierto? Dice afligida.
"No es cierto, Sophie, soy tu amigo; ya lo sabes, a veces no tenemos terapias, sino conversaciones de amigos como esta", responde él.
"No me alejaré de ti; aquí estaré siempre, aunque necesito hablar contigo de algo, pero no será hoy, Sophie", ella se intriga y pregunta.
"¿De qué se trata?, por tu tono es serio", ella ahora está muy ansiosa.
"Sí, es un poco serio, pero luego te lo digo, espero y no lo tomes a mal". Ahora ella está más preocupada.
"Que es L puedes decirme" sigue insistiendo.
"No, Sophie, luego hablamos mejor, no salgas sí, mañana tienes trabajo" le recuerda y ella suspira.
"Qué pena, se me había olvidado hasta luego". Te quiero muchísimo y, por favor, no tardes en decirme que estoy ansiosa". Lorenzo se despide y ella se va a buscar a isa, pero está dormida y ella se acomoda de un lado para dormir también. Lorenzo espera un rato y luego se va, porque todo el tiempo estuvo afuera de su apartamento en su auto. No la iba a dejar salir así y si no podía convencerla la seguiría.