Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 9
No pasó mucho tiempo para que Christopher apareciera en el lugar, entró en el café a la misma hora de siempre, con su mismo grupo de amigos de siempre, venían haciendo más ruido que de costumbre. Luna lo miro, y él sonrío.
—¿Vas a ir tú?—Preguntó su amiga, parándose justo a su lado. —Si quieres yo voy, pero estoy segura de que él quiere verte a ti.
—Voy a ir, no te preocupes. —Respondió Luna, fingiendo que no se moría de nervios. —Si al fin de cuenta es mi trabajo.
Luna se ajustó el delantal y se dirigió hacia la mesa de Christopher y sus amigos, tratando de parecer tranquila y profesional.
—Hola ¿Qué tal? —Preguntó Luna, con una sonrisa.
Christopher la miró y sonrió también.
—Hola Luna. ¿Cómo estás? —Preguntó.
—¿Te llamas Luna?—Quiso saber uno de los chicos.
—Si, me llamo Luna, y estoy bien, gracias. —Respondió ella. — ¿Qué van a querer tomar hoy?
Uno de los amigos de Christopher, un chico alto y rubio, fue el primero en pedir.
—Yo quiero un café con leche, pero no demasiado dulce. —Dijo.— Solo eso.
Luna anotó el pedido y se volvió hacia otro de los amigos.
—¿Y tú? —Preguntó, sin dejar de sonreír.
—Un té de hierbas, por favor .—Respondió el amigo.—Y un budín de limón.
Christopher se inclinó hacia adelante y miró a Luna con una sonrisa pícara.
—Y yo quiero un café negro, sin azúcar. —Comenzó diciendo. —Y que esa sonrisa tuya solo la uses para mí.— Finalizó.
Los amigos de Christopher se miraron entre sí, sorprendidos por su comentario, él no solía ser así.
—¡Ey, Chris! ¿Qué pasa contigo? —Preguntó el chico rubio, riendo.— Mira, hiciste que se ponga roja como un tomate.
Luna llevó sus manos a sus cachetes, los sentía hirviendo.
—Nada, nada .—Dijo Christopher, con una sonrisa.— Solo estoy pidiendo lo que quiero.
Ella soltó una risita nerviosa.
—Eso no está en el menú.—Respondió, tratando de mantener la compostura.—Asi, que lo siento, no puedo hacer nada por ti.
—Bueno, entonces ponlo en el menú para mí.—Pidió Christopher, mirándola fijamente a los ojos.
—Oye, Luna, ¿te das cuenta de que Chris está tratando de conquistarte? —Preguntó, uno de los chicos.
A Luna le empezaron a temblar las manos de los nervios.
—No sé qué decir.—Soltó mirando en dirección a su amiga, que parecía no perderse ni un detalle de la conversación.
—Dile que sí.—Dijo el chico rubio, riendo—. Di que sí a todo.
Los demás amigos de Christopher se unieron a la broma.
—¡Sí, di que sí! —Gritaron, y a Christopher parecía divertirle la situación.
Luna se rió y se alejó de la mesa, sintiendo que su corazón latía más rápido.
—¿Qué fue eso? —preguntó Camila, cuando Luna regresó al mostrador.
—Nada.— Respondió Luna, tratando de parecer tranquila—. Preparemos los pedidos.
Camila entendió que su amiga estaba avergonzada, así que, no le hizo ninguna otra pregunta y las dos siguieron trabajando. Por suerte los chicos no volvieron a molestarla, y puedo terminar su jornada laboral tranquila.
—¿Dices que ya te está esperando afuera?—Preguntó Camila, cuando estaban terminando de cerrar el local.
—Tal vez. —Luna miró hacia afuera pero no pudo verlo. —Él dijo que lo estaría.
Las chicas terminaron todas sus tareas pendientes, y se dirigieron hacia la salida, apenas pusieron un pie fuera del local sintieron el fresco aire de la noche. Se despidieron con un abrazo fuerte.
—Hasta mañana.—Dijo Camila.—Luego me cuentas cómo te fue.
—Hasta mañana —Respondió Luna.—Sabes que te contaré.
Luna miró hacia el otro lado y su corazón se detuvo por unos segundos. Allí, apoyado en su coche, con una sonrisa en el rostro, estaba Christopher, parecía estar jugando con un cigarro en las manos.
Luna se acercó al coche y Christopher se enderezó, sonriendo.
—Recordé que me dijiste que no fumara, así que me detuve antes de hacerlo. —Dijo él—. ¿Qué tal?
Luna se acercó un poco más a él.
—Hola.—Respondió—. Creo que has tomado una muy buena decisión.
—¿Subimos?—El abrió la puerta para que Luna entrara. —La noche está fresca, no quiero que te enfermes por mi culpa.
—Está bien, gracias. —Ella subió al coche, él cerró la puerta, y se dirigió hacia el lado del conductor, montándose también en este.
—¿Te importa si te pongo el cinturón? —Preguntó Christopher, su voz sonaba baja y suave.
Luna negó con la cabeza, su corazón estaba latiendo más rápido de lo normal.
Christopher se estiró hacia ella, su brazo rozó su pecho. Luna sintió un escalofrío en todo su cuerpo.
—¿Estás bien? —Preguntó Christopher. Él era consciente de todo lo que causaba en Luna, y le gustaba.
Luna asintió, su garganta estaba seca.
Christopher se acercó más, su rostro estaba a centímetros del de ella. Luna sintió su respiración golpeando su rostro.
—Un segundo y termino—Avisó Christopher, su voz era baja y sensual. Luna sintió que él se estaba tomando todo el tiempo del mundo a propósito.
Mientras ajustaba el cinturón, sus dedos rozaron la piel de Luna.
—Gracias. —Fue lo único que pudo decir ella cuando él se apartó.
Christopher sonrió, su mirada era intensa.
—De nada.—Dijo—. Queria comprobar que estuvieras segura.
Luna sintió su corazón latir más rápido, su piel ardiente.
—Estoy segura. —Dijo.— Contigo.
El silencio que siguió fue eléctrico, lleno de tensión.
—Discúlpame por lo de hoy. —Christopher cambió de tema, le asustaba hacia donde iba la conversación. —Debí suponer que mis amigos lo tomarían a broma y te molestarían.
—No te preocupes, no fue nada. —Luna se moría de vergüenza, se había lanzado a la piscina, pero no estaba segura de que tuviera agua.
El trayecto en coche fue tenso, el silencio entre ellos era pesado. No sabían de qué hablar, ambos tenían miedo de decir algo que no fuera lo adecuado y la tensión sexual era palpable. Christopher conducía con la mirada fija en la carretera, mientras Luna miraba por la ventana, sus corazones latían más rápido con cada kilómetro que pasaba.
Finalmente, llegaron a la casa de Luna. Ambos lo agradecieron.
—¿Puedo tener tu número de teléfono? —Preguntó él, su voz era baja y suave.
Luna sonrió y se lo dio.
—Gracias por el aventón.—Dijo.
Christopher sonrió también.
—De nada —Respondió.
Y sin decir más, se inclinó hacia ella y le dió un beso en la comisura de los labios. Fue un beso suave, pero intenso. La sensación de sus labios en su piel fue como una descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo.
—Hasta mañana Chris.—Luna se bajó del coche, aún sintiendo el calor de su beso. No podía describir lo que había sentido en ese momento, pero sabía que nunca lo olvidaría.
—Hasta mañana —Dijo, su voz apenas audible.
Él se quedó en el coche, viendo cómo ella se metía en su casa.
Christopher no podía evitar sentir un escalofrío cada vez que pensaba en Luna, era como si su corazón hubiera despertado de un largo sueño, y ahora latía con una intensidad que lo asustaba. Nunca había sentido algo así antes, y no sabía cómo manejarlo, estaba claro que a ella le gustaba, realmente le gustaba, y eso lo aterraba. Se sentía inferior a ella, sabiendo que su estilo de vida no era el adecuado para una chica tan inteligente y sensible. Su pasado, lleno de errores y decisiones equivocadas, parecía un obstáculo insalvable para llegar a ella.
"¿Cómo puedo merecer a una chica como ella?" Se preguntaba una y otra vez. Su mente estaba llena de dudas y temores, pero su corazón no quería escuchar.
Christopher se sentía perdido, sin saber qué hacer con sus sentimientos, sin saber cómo superar sus propios demonios para llegar a la chica que al parecer estaba conquistando su corazón.