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La Brigada Del Páramo

La Brigada Del Páramo

Status: En proceso
Genre:Mafia / Aventura Urbana / Amor-odio / Fantasía épica / Mundo mágico / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:509
Nilai: 5
nombre de autor: Bryan x khop

La banda del sur, un grupo criminal que somete a los habitantes de una región abandonada por el estado, hace de las suyas creyéndose los amos de este mundo.
sin embargo, ¡aparecieron un grupo de militares intentando liberar estas tierras! Desafiando la autoridad de la banda del sur comenzando una dualidad.
Máximo un chico común y normal, queda atrapado en medio de estas dos organizaciones, cayendo victima de la guerra por el control territorial. el deberá escoger con cuidado cada decisión que tome.

¿como Maximo resolverá su situación, podrá sobrevivir?

en este mundo, quien tome el poder controlara las vidas de los demás. Máximo es uno entre cien de los que intenta mejorar su vida, se vale usar todo tipo de estrategias para tener poder en este mundo.

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capitulo 23

La noche se había convertido en un manto oscuro que cubría todo el campamento, dejando a los novatos en un estado de relativa tranquilidad, por fin alejados del constante zumbido de la tensión. El aire fresco del amanecer aún parecía lejano, y el sonido de la vida nocturna en el campamento se había suavizado, permitiendo que un sueño forzado se apoderara de ellos.

Los novatos, exhaustos por las tensas horas anteriores, se habían acurrucado en sus refugios improvisados, buscando algo de descanso en medio de la incertidumbre. Pero, aunque sus cuerpos descansaban, la mente de cada uno estaba alerta, como si el mismo campamento les susurrara a cada uno que el peligro aún estaba muy cerca.

La calma, tan deseada, se rompió abruptamente con el retumbar de un proyectil. El sonido fue tan sorpresivo, tan penetrante, que ninguno de los novatos pudo evitar despertarse con un sobresalto. Los ojos se abrieron rápidamente, y el corazón comenzó a golpear con fuerza en sus pechos. No sabían qué había pasado exactamente, ni si se trataba de un solo disparo o de un ataque mayor, pero el terror de la incertidumbre los levantó rápidamente de sus improvisados lechos.

La explosión se escuchó lejana, pero cercana al mismo tiempo, como una amenaza silenciosa que se cernía sobre ellos, cortando la quietud con su rugido. Un segundo después, otro proyectil cayó, esta vez mucho más cerca, levantando una nube de polvo que envolvió el campamento. Un grito ahogado se oyó desde un rincón oscuro donde un novato, aún desorientado, cayó de espaldas al intentar levantarse rápidamente.

—¡A cubierto! —gritó Alexander, quien, a pesar de estar alerta y despierto desde el primer disparo, había estado esperando que los novatos se despertaran por su cuenta antes de dar las órdenes.

El campamento se transformó en un caos inmediato. Los novatos, aún con los ojos nublados por el sueño y el cuerpo adolorido, se levantaron de forma torpe, tropezando entre sí, buscando desesperadamente un refugio. Algunos aún no comprendían completamente la gravedad de la situación, mientras que otros, más experimentados, se movían con rapidez, como si los morteros fueran algo que ya conocían demasiado bien.

El sonido de otro proyectil cayó como un golpe en el estómago, y el campamento se sacudió con tal fuerza que algunos de los novatos se vieron obligados a ponerse de rodillas. La tierra vibró, y el aire caliente de la explosión llegó a sus rostros, cubriéndolos de polvo y tierra. Las luces fugaces de los proyectiles rompían la oscuridad, iluminando los rostros asustados de los hombres, pero nunca por mucho tiempo.

Algunos se cubrieron la cabeza con las manos, otros se acurrucaron detrás de las rocas, pero el miedo era evidente en todos. Nadie hablaba, nadie se atrevía a moverse demasiado rápido. Estaban atrapados entre la necesidad de estar alerta y el agotamiento de los días anteriores.

Una ráfaga de aire caliente los envolvió cuando un proyectil impactó demasiado cerca de una de las posiciones. El sonido de la explosión fue tan fuerte que, por un momento, todo en el campamento pareció desvanecerse. La visión se nubló, y el único sonido que quedó fue el latido acelerado de sus corazones.

Cuando la calma volvió a caer brevemente sobre el campamento, los novatos se miraron entre sí, algunos con los ojos muy abiertos, otros con las manos temblorosas, y todos con el mismo sentimiento de incertidumbre. ¿Cuántos más seguirían? ¿Cuánto tiempo podrían soportar la espera entre los disparos?

Sin embargo, la noche aún no había terminado, y el sonido de un nuevo proyectil fue la respuesta. En intervalos impredecibles, los morteros siguieron cayendo a lo largo de la noche, cada vez más erráticos, pero sin cesar. La tierra temblaba bajo sus pies, y los novatos seguían despertando entre cada explosión, con sus cuerpos pegajosos de sudor frío. Algunos trataban de dormir entre los intervalos, pero era una tarea imposible. La explosión de cada proyectil hacía que el sueño se desvaneciera como el eco de la última explosión.

Hacia el amanecer, cuando la oscuridad ya comenzaba a ceder ante los primeros rastros de luz, la fatiga era palpable. Los rostros de los novatos eran más pálidos que nunca, las sombras bajo sus ojos reflejaban el cansancio de una noche sin descanso. A pesar de todo, no hubo quejas. Nadie pidió descanso ni trató de apartarse de su puesto. Habían aprendido lo suficiente durante la noche para entender que, a pesar de las explosiones, a pesar del miedo, la misión no podía detenerse.

Alexander, mientras caminaba entre ellos, viendo la fatiga en sus ojos y el cansancio en sus movimientos, se detuvo frente a uno de los novatos más jóvenes, quien no podía evitar frotarse los ojos en un intento de mantenerse alerta.

—No te preocupes, esto terminará —dijo Alexander en voz baja, sin perder la calma. Pero sus palabras, lejos de ser un consuelo, parecieron ser más una afirmación de que aún quedaba mucho por soportar.

A medida que el sol finalmente comenzó a asomar, los morteros cesaron, aunque no por mucho tiempo. La calma no era más que un respiro, un descanso temporal. Los novatos, uno a uno, comenzaron a relajarse lentamente, pero su vigilia nunca dejó de ser atenta. Aunque el cielo ya comenzaba a clarear, la sensación de que algo aún estaba por venir permaneció en el aire, como una sombra que nunca se disiparía por completo.

La constante lluvia de ataques a larga distancia había desgastado a los hombres, pero no quebrantado su voluntad. Las explosiones que retumbaban desde las distancias lejanas no hacían más que encender la furia en el pecho de cada uno. En el horizonte, el resplandor de las detonaciones cortaba la oscuridad de la noche, como un recordatorio de que el enemigo no descansaba.

Miguel, con el rostro endurecido por la batalla y el peso de los años que lo acompañaban, caminaba entre las filas de sus hombres, sintiendo cómo la tensión crecía con cada impacto. El aire estaba cargado de un silencio pesado, uno que se estiraba con la promesa de un próximo conflicto. Los veteranos a su lado, curtidos por innumerables batallas, compartían una determinación silenciosa que solo ellos conocían. Sabían que la guerra no pedía permiso, y que el siguiente ataque sería más brutal que el anterior.

Al llegar a las fronteras, donde la tierra estaba marcada por las huellas de la última escaramuza, Miguel levantó la mirada hacia el campo donde Elowen se encontraba, su presencia una sombra vigilante entre las montañas. el comandante había demostrado su valía en cada paso que daba, y su estrategia de contención había sido efectiva hasta el momento. Pero el enemigo no descansaría, y él lo sabía. Había llegado el momento de reforzar la línea, de dar un paso adelante con el mismo fervor que siempre había marcado su carácter.

—¡A posicionarse! —ordenó Miguel con una voz firme, su mirada fija en el horizonte donde se adivinaba la amenaza. Los veteranos se dispersaron rápidamente, tomando posiciones estratégicas con la precisión de aquellos que habían combatido juntos durante años.

Sin embargo, no podían permitirse dejar su campamento vulnerable, no cuando los novatos, los inexpertos que se habían unido a ellos, aún luchaban por comprender la magnitud de lo que se les venía encima. Y así, con el mismo tacto y rigor que le daba la experiencia, Miguel envió a sus mejores hombres a reforzar el campamento de los novatos.

—Amadeus, Thalia, Vasper —dijo Miguel, sus ojos brillando con determinación—. Los novatos necesitan respaldo, especialmente ahora. No les dejéis caer, y aseguraos de que no pierdan la esperanza.

Amadeus, un veterano conocido por su calma en medio del caos, asintió en silencio. A su lado, Thalia, con una mirada feroz y una destreza impresionante en combate, dio un paso adelante, lista para seguir la orden sin cuestionarla. Vasper, el más viejo de los tres, pero no por ello menos letal, apretó los dientes y, con una sonrisa cómplice hacia sus compañeros, se preparó para salir.

Miguel los observó con la misma intensidad con la que un líder observa a los suyos, sabiendo que cada uno de ellos era crucial.

—No dejéis que caigan —dijo, su voz baja, pero cargada de una fuerza inquebrantable.

Los tres partieron sin mirar atrás, dirigiéndose al campamento de los novatos, con el viento azotando sus rostros, el eco de las explosiones aún resonando en la distancia. Miguel permaneció en su puesto, observando en silencio, con la conciencia de que el destino de todos dependía de la firmeza de esos momentos. El futuro de su gente ya no solo dependía de los veteranos, sino también de aquellos que se enfrentaban a la guerra por primera vez. Y, con cada paso que daban, se forjaban en la fragua del combate, un paso más cerca de convertirse en leyendas.

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Phone Oppo
Me enganchó, más capítulos bendiciones
Bryan x Koph: puedes seguirnos para no perderte ni un capítulo/Ok/
total 1 replies
Hebe
💕¡Estoy enamorada de tu historia! Los giros inesperados me mantuvieron intrigada hasta el final.
Madie 66
Me gustó, los personajes son fascinantes
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